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sábado, 23 de agosto de 2025

INTERCAMBIO DE CORRESPONDENCIA XVIII




ADAPTACIÓN DE UN INTERCAMBIO DE CORRESPONDENCIA XVIII: sobre el ideal de la Naturaleza salvaje y el concepto de “orden social” de Ted Kaczynski.

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LM: En “Adaptación de un intercambio de correspondencia XVI: (Parte II)”, Aram cita un fragmento del prólogo de Anti-Tech Revolution de Kaczynski:

En otros lugares he hablado del valor positivo de la naturaleza salvaje y de una vida cerca de la naturaleza y, si vivo para completar el segundo volumen de Technological Slavery, incluirá una sección titulada ‘Is There Such a Thing as Wilderness? Is There Such a Thing as the Balance of Nature?’ [‘¿Existe algo así como la naturaleza salvaje? ¿Existe el equilibrio de la naturaleza?’], que debería contribuir en gran medida a disipar cualquier aura de nihilismo que pueda parecer que rodea a la oposición radical al sistema tecnológico. 

Según esto, para Aram, Kaczynski escribiría “un ensayo metafísico, espiritual y no-racional”.

En cambio, usted dice que, según un borrador del texto “Is There Such a Thing as Wilderness? Is There Such a Thing as the Balance of Nature?”, Kaczynski “no se dedica a hablar de metafísica en absoluto” y que “de hecho es un texto que se ajusta bastante a la forma de razonar pragmática (¿se refiere al ‘pragmatismo miope’ del que usted habla con Sean Fleming?) y con los pies en el suelo típica de Kaczynski”.

Pues bien, de hecho, si uno lee a Kaczynski quizá sí pueda interpretar ciertos toques de nihilismo. Por ejemplo, en una carta a A.O., dijo:

Las revoluciones nunca logran crear el nuevo orden social con el que sueñan los revolucionarios. Pero la destrucción suele ser más fácil que la construcción, y las revoluciones [incluida la Revolución Rusa] a menudo logran destruir el viejo orden social contra el que se dirigen. Si los revolucionarios de hoy abandonaran toda ilusión sobre la posibilidad de crear una sociedad nueva y mejor y se fijaran como objetivo simplemente la muerte del sistema industrial, bien podrían alcanzar ese objetivo.

Esto puede recordar al programa de acción del llamado “nihilismo terrorista” de allá por las décadas del 60 y 70 del siglo pasado, cuando algunos de los partidarios de la acción violenta del movimiento de la “Nueva Izquierda” decían: “no sabemos ni nos interesa lo que ocurrirá después [...] nuestra tarea consiste solamente en destruir los actuales esquemas imperfectos, injustos y destructores de la personalidad humana. [Nos negamos a pensar en lo que se deberá hacer después] porque entonces nos dividiríamos, mientras que ahora nos mantiene unidos la consigna única de la destrucción”.

No estoy intentando relacionar a Kaczynski con eso de la “Nueva Izquierda” ni mucho menos, es sólo un ejemplo de cómo uno podría pensar que la preocupación por las formas concretas que adoptará una nueva sociedad es algo irrelevante o secundario, puesto que, por ejemplo, si el sistema industrial es destruido con una efectividad considerable (si las principales áreas de influencia de la tecnología moderna son inhabilitadas), entonces no habría preocupación de que se pueda volver a él (por lo menos por un tiempo), y, por tanto, podría pensarse que lo principal sería sólo la destrucción del sistema actual, sin una idea concreta sobre lo que habrá después del colapso. Creo que en realidad lo que pase después sí es algo secundario (por lo menos por ahora), pero eso no significa que sea irrelevante o que no se pueda/deba ver nada más allá; incluso el plantearse si existe algo así como la naturaleza salvaje podría unir a ciertas personas y repeler a otras. Y claro que tampoco se trata de plantear una sociedad utópica (o un mundo utópico), sino de resaltar ciertos rasgos positivos que podría haber en el caso de abolir el sistema actual de manera voluntaria, es decir, a causa de un movimiento dedicado a ello, no a causa de un autocolapso del sistema.

Desconozco si la sección de la cual Kaczynski planeaba escribir se completó, pero, creo que no tendría nada que ver con un “ensayo metafísico, espiritual y no-racional”, sino, sólo con tratar el asunto del atractivo y los beneficios posibles de la vida en la naturaleza salvaje (maximizar la autonomía individual) y de que sí puede ser posible (en ciertas maneras) y relativamente soportable. Claro, no sería un paraíso natural y, de hecho, por lo menos los primeros años después del colapso del sistema serían especialmente violentos y duros; la violencia podría bajar considerablemente con el tiempo, pero, aun así, la vida seria dura, lo cual no es necesariamente algo negativo, de hecho, una “vida dura” en el sentido de exigir esfuerzo físico personal para realizar las actividades básicas cotidianas para uno mismo o un pequeño grupo de allegados, sería un rasgo positivo, pues implicaría atravesar más amenamente el segundo punto del llamado proceso de poder (esfuerzo; véase “Industrial Society and Its Future”  (ISAIF), párrafos 33-37 y 42). ¿Es esto algo similar a lo que Kaczynski pretendía escribir para “disipar cualquier aura de nihilismo” en su oposición y crítica radical al sistema tecnológico (tomando en cuenta su borrador)? ¿Cree usted, Último Reducto, que exista algo así como la naturaleza salvaje y/o un equilibrio de la naturaleza? ¿Considera importante establecer si existe o no para borrar posibles interpretaciones nihilistas y quizá unir a ciertas personas o cree que es suficiente con los toques no nihilistas que se hacen notar tanto por Kaczynski como por el sentido común? A más de eso: ¿Es usted nihilista (en el sentido en que aquí se usó el término)? Supongo que no.


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lunes, 18 de agosto de 2025

INTERCAMBIO DE CORRESPONDENCIA XVII

 






ADAPTACIÓN DE UN INTERCAMBIO DE CORRESPONDENCIA XVII: sobre la humanización de las máquinas.

 

K: Quiero añadir algo a los comentarios que hace usted en su blog sobre los robots que tienen características similares a las de los seres humanos, incluso demasiado similares.

En la cultura popular, los robots o las máquinas no suelen representarse como seres desprovistos de emociones similares a las de los seres humanos. Incluso en aquellas películas que supuestamente representan un conflicto entre seres humanos y máquinas, a menudo hay máquinas o robots “buenos” que ayudan a los humanos. Estos robots se retratan con características y emociones similares a las humanas (algunas peculiaridades individuales o giros lingüísticos, emociones “buenas” como la simpatía, el altruismo, el coraje, el sentido del humor, etc.). La trama real de estas películas es que esas máquinas “buenas” desarrollan esas características similares a las humanas a lo largo de la película al hacerse amigas de las personas u observarlas, o que los seres humanos les enseñan esas capacidades similares a las humanas, al ver su predisposición para ellas. En la película Terminator, el protagonista es un robot de este tipo.

Por supuesto, los creadores de la película utilizan estas técnicas (robots similares a los seres humanos que muestran características humanas) para despertar las emociones de los espectadores y hacer que amen a los personajes y a la película. Sin embargo, estas representaciones de robots similares a los humanos también funcionan como propaganda. Acostumbran a las personas a los robots, les hacen sentir más cercanas a las máquinas y las normalizan.

En la vida real, las empresas que desarrollan robots añaden cualidades humanas a sus máquinas para hacerlas más atractivas para los consumidores. Puede que no sean estrictamente cíborgs humanoides, pero generalmente tienen algunas características humanas para atraer a las personas. Un ejemplo de lo que intento decir es la versión parlante de ChatGPT. No sólo suena demasiado humana, sino que también habla como un ser humano extremadamente emocionado y enérgico. Suena entusiasta, alentadora, optimista, etc. Sin duda, se trata de una técnica de marketing. Además, está equipada con todas las típicas opiniones y valores políticamente correctos.

Aparte de las características humanas, las empresas también pueden utilizar el “efecto enternecedor”, la tendencia de las personas a gustarles las cosas pequeñas y parecidas a los bebés.

UR: Creo que sus comentarios sobre si los robots tienen características humanas o no son en su mayoría acertados y dignos de tener en cuenta, pero al mismo tiempo no refutan mi afirmación de que, hasta la fecha y en la cultura popular, los robots suelen considerarse como seres sin sentimientos y exclusivamente fríos y lógicos, sin emociones. No me refiero sólo o principalmente a algunas películas de ciencia ficción, novelas y similares, sino al uso mayoritario del lenguaje y a las ideas comunes de la gente corriente acerca de los robots. Hasta la fecha, en todo el mundo, decir que alguien es o actúa “como un robot” significa que esa persona es (o parece ser) fría, calculadora, lógica, hiperracional, metódica y completamente desprovista de emociones o cualquier otra característica no racional; o simplemente que se comporta de forma automática sin ser consciente de lo que hace. Y, por lo general, todo esto se considera algo malo en un ser humano.


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jueves, 14 de agosto de 2025

Comentarios sobre “En busca del ecoterrorismo”

Nota: este texto hace referencia al artículo de Sean Fleming “Searching for ecoterrorism”(American Political science Review, vol. 118, número 4, Noviembre 2024, págs. 1986-1999), por lo que para una plena comprensión de los siguientes comentarios es recomendable haber leído previamente dicho artículo. Se puede leer la traducción al castellano del artículo de Fleming (“En busca del ecoterrorismo”) aquí: https://ultimoreductosalvaje.blogspot.com/2025/08/en-busca-del-ecoterrorismo.html


 

Comentarios sobre “En busca del ecoterrorismo” 

[Los siguientes comentarios fueron enviados a Sean Fleming por Último Reducto]

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Primero discutiré algunos aspectos de su metodología en general:

1.  En el texto dice usted “El calificativo, ‘no humano’, está implícito en la etimología del término ‘medioambiente’ [‘environment’]” y, siguiendo a Langdon Winner, define usted “medioambiente” [“environment”] como “‘algo que rodea’-algo externo a la humanidad”.

Empecemos por la definición de Winner, ¿qué significan aquí “externo” y “humanidad”? ¿Significa “externo” simplemente que algo rodea a otra cosa (la humanidad en este caso concreto) o significa algo más concreto, como ser “ajeno a”, “independiente de”, “sin ninguna relación con” y cosas por el estilo? Todo lo que rodea a algo está a su alrededor y fuera de ello, pero esto no implica necesariamente que no tenga ninguna relación con ello. Algunas cosas que rodean a otras pueden incluso estar bastante relacionadas con ellas. En este caso concreto, el entorno que rodea a los seres humanos puede estar (al menos parcialmente) constituido por cosas que han sido sustancialmente alteradas, hechas o provocadas por los propios seres humanos. O visto desde otro ángulo, ¿qué significa aquí “humanidad”? ¿Se refiere sólo a los seres humanos (es decir, al conjunto de individuos humanos) o también al conjunto constituido por las cosas hechas por los seres humanos? Si “humanidad” incluye también las obras humanas o las cosas generadas por los seres humanos, entonces el medioambiente (o simplemente el “medio”, el “ambiente” o el “entorno”) estaría constituido efectivamente, según la definición de Winner, sólo por cosas no artificiales. Pero esta noción de “humanidad” sería bastante inusual en mi opinión. No soy angloparlante nativo, pero supongo que, en este contexto concreto, el término “external” [“externo”] se entendería convencionalmente sólo como aquello que está fuera de algo, pero no tanto como algo sin relación con ello o independiente de ello; y, del mismo modo, el término “humanidad” se entendería convencionalmente como el conjunto constituido sólo por todos los seres humanos, pero no también por sus obras. Así pues, cuando dice usted que “El calificativo, ‘no humano’, está implícito en la etimología del término ‘medioambiente’” y que “el ‘ecologismo’[...]se preocupa principalmente por la ecología o naturaleza no humana”, obviamente está usted confundiendo el ‘medioambiente’ en general con el “entorno no artificial” (es decir, presumiblemente, lo que aquí llama usted “naturaleza no humana”) en particular. El medioambiente es todo lo que rodea a los seres humanos, ya sea artificial o natural, es decir, hecho por el ser humano o no. La Naturaleza (no humana) es sólo la parte del medioambiente que no está constituida ni por seres humanos ni, por extensión, por sus obras/productos. Es la mayor parte del medioambiente, sin duda, pero no es todo el medioambiente. De hecho, hay una parte cada vez mayor del medioambiente que ha sido creada por el ser humano: el medioambiente artificial(izado), constituido por el conjunto de cosas hechas o modificadas sustancialmente por el ser humano (es decir, las obras humanas). En la actualidad (y desde al menos la década de los 70 del siglo XX) hay muchos ecologistas que se preocupan principalmente o únicamente por la parte del medioambiente fabricada por el hombre, tanto en teoría como en la práctica, y no tanto por la Naturaleza o el medio natural. De hecho, son la mayoría de los ecologistas actuales. Y probablemente sea así, entre otras cosas, porque el entorno más inmediato para la mayoría de la gente hoy en día es artificial o humanizado en su mayor parte o prácticamente en su totalidad.

Así que comete usted algún tipo de non sequitur cuando infiere que el “medioambiente” o “lo que nos rodea” es siempre no humano o no artificial.

De todas formas, confundir “entorno” y “Naturaleza” es ya un error enormemente extendido, no sólo suyo (de usted). Esto no le excusa, pero hace comprensible su error.


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En busca del ecoterrorismo

 

Nota de Último Reducto: como complemento a este artículo se recomienda leer también: “Comentarios sobre ‘En busca del ecoterrorismo’” (https://ultimoreductosalvaje.blogspot.com/2025/08/comentarios-sobre-en-busca-del.html).


En busca del ecoterrorismo: el crucial caso de Unabomber

Por Sean Fleming

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INTRODUCCIÓN

Una de las principales conclusiones de los estudios recientes sobre violencia política es que los ecologistas rara vez, o incluso nunca, recurren a la violencia letal. Aunque los casos de sabotaje motivado por la defensa del medioambiente son comunes, casos de asesinato motivado por la defensa del medioambiente son difíciles de encontrar (Carson, LaFree, y Dugan 2012; Hirsch- Hoefler y Mudde 2014; Loadenthal 2017; Taylor 1998; 2003). Por lo tanto, muchos estudiosos han argumentado que “ecoterrorismo” es un término equivocado para lo que, de forma más precisa, se debería denominar “ecotaje” (Amster 2006; Cooke 2013; Loadenthal 2014; Smith 2008; Sumner y Weidman 2013; Vanderheiden 2005; Wagner 2008; Woodhouse 2014). Según las laxas definiciones de terrorismo utilizadas por muchos de los organismos encargados de hacer cumplir la ley, las cuales abarcan cualquier “uso ilegal de la fuerza o la violencia contra personas o bienes” con “objetivos sociales o políticos” (Pomerantz 1987, 14-5), el sabotaje motivado por la defensa del medioambiente es terrorismo. Sin embargo, los críticos insisten en la distinción entre violencia contra la propiedad y violencia contra las personas. “Hay una diferencia fundamental”, argumentan Sumner y Weidman (2013, 868), “entre destruir vehículos todoterreno y pilotar un avión lleno de gente para hacerlo estrellarse contra un edificio lleno de gente”. En su opinión, considerar que destruir todoterrenos es terrorismo sería tan absurdo como considerar que robar todoterrenos es secuestro.

Sin embargo, el debate sobre el ecoterrorismo va mucho más allá de la terminología. La ausencia de ataques mortales por parte de los activistas ecologistas es sorprendente, independientemente de cómo se defina el terrorismo. Incluso si el sabotaje por motivos políticos constituye terrorismo, no deja de ser llamativo que los activistas ecologistas se hayan limitado al “terrorismo” contra la propiedad. La generalización de que los ecologistas no recurren a la violencia letal -que denominaré Tesis del Ecologista Pacífico- parece ser una de las generalizaciones más sólidas que ofrece la ciencia política contemporánea. A diferencia de la Tesis de la Paz Democrática, que está notoriamente plagada de salvedades y condiciones para su aplicabilidad, la Tesis del Ecologista Pacífico puede enunciarse con una potente simplicidad: los activistas ecologistas no matan gente.

Sólo hay unos pocos presuntos contraejemplos a esta generalización. En su histórico estudio de 11.562 incidentes ilegales asociados a los movimientos ecologista y de defensa de los derechos de los animales desde 1973 hasta 2010, Loadenthal (2017) sólo encontró cuatro atentados mortales. Uno de ellos fue el asesinato en 2002 del político populista holandés Pim Fortuyn a manos de un activista a favor de los derechos de los animales llamado Volkert van der Graaf. Este atentado es un dudoso contraejemplo de la Tesis del Ecologista Pacífico por dos razones. En primer lugar, aunque hay solapamientos entre los movimientos por los derechos de los animales y los movimientos ecologistas, es un error confundirlos. Carson, LaFree y Dugan (2012, 307) han descubierto que “en comparación con los extremistas ecologistas, los grupos radicales de derechos de los animales tienen más de cinco veces más probabilidades de atentar contra las personas”. Identificaron tres casos de asesinatos llevados a cabo por activistas de los derechos de los animales, pero ninguno por activistas ecologistas (véase también Taylor 2003, 180; 2004, 244-6). En segundo lugar, el asesino de Fortuyn no estaba aparentemente motivado ni por la defensa de los derechos de los animales ni por el ecologismo. Van der Graaf afirma haber matado a Fortuyn para proteger a los musulmanes de la persecución política (Evans-Pritchard y Clements 2003; Taylor 2003, 177). Los otros tres atentados mortales del conjunto de datos de Loadenthal (2017) fueron perpetrados por Ted Kaczynski, el terrorista interno estadounidense conocido como “Unabomber”. Entre 1978 y 1995, Kaczynski llevó a cabo una campaña de atentados en nombre de la “naturaleza salvaje”, en la que murieron tres personas y otras 23 resultaron heridas. Sin embargo, su relación con el ecologismo es discutida. Mientras que algunos lo consideran un ecoterrorista paradigmático (Arnold, 1997; Barnett, 2015), otros sostienen que su afirmación de luchar por la naturaleza era poco sincera y puramente retórica (Chase, 2004; Sale, 1995).

Como uno de los pocos casos posibles de terrorismo por motivos medioambientales, el caso Unabomber es un “caso crucial” para la Tesis del Ecologista Pacífico (Eckstein 1975; George y Bennett 2005; Gerring 2007). Si Unabomber es ecologista, constituiría un importante contraejemplo a la generalización de que los ecologistas no recurren a la violencia letal; un contraejemplo que exige una explicación. Si no es ecologista, la Tesis del Ecologista Pacífico es aún más sólida de lo que sugiere la investigación anterior, porque el principal contraejemplo resultaría ser ilusorio. Por supuesto, una generalización no puede demostrarse ni refutarse con un solo caso. Pero cuando una generalización tiene pocos contraejemplos aparentes, un solo caso puede marcar una diferencia inusualmente grande en la solidez de la generalización. El caso de Unabomber es, por tanto, “crucial” para determinar la firmeza de la Tesis del Ecologista Pacífico. Mientras que una generalización con una sola excepción es muy sólida, una generalización sin excepciones es el santo grial de las ciencias sociales.

Unabomber es importante no sólo como piedra de toque para las teorías sobre el ecoterrorismo, sino también, más ampliamente, como figura influyente en la política radical contemporánea. Su manifiesto de 35.000 palabras, “Industrial Society and Its Future”, fue publicado conjuntamente por The Washington Post y The New York Times en septiembre de 1995 (Kaczynski 1995a). Se ha traducido a más de una docena de idiomas y es una fuente de ideas e inspiración para radicales de todo el espectro político, desde anarquistas a neofascistas (Fleming 2022; Hughes, Jones y Amarasingam 2022; Lubrano 2023). Sin embargo, existe poca literatura académica sobre la ideología de Kaczynski (Corey 2000; Luke 1996; Moen 2019; Taylor 1998), y ninguna de las publicaciones existentes ha hecho uso del material de archivo disponible.

El propósito de este artículo es evaluar la relación de Kaczynski con el ecologismo. Adopto aquí un enfoque dual del análisis de las ideologías, que combina lo que Freeden (1996, 3) denomina análisis “morfológico” de las estructuras conceptuales de las ideologías con el análisis “genético” de sus orígenes intelectuales. Me baso en material de archivo, no examinado previamente, de la Colección Joseph A. Labadie de la Universidad de Michigan y de la Colección UNABOM de la Universidad Pennsylvania del Oeste. Mi análisis demuestra que la ideología de Kaczynski no es ecologista, ni en su origen ni en su estructura. Aunque tiene algunas afinidades con el ecologismo radical, el anarquismo verde y el ecologismo de derechas, no encaja en ninguna de estas categorías. La ideología de Kaczynski tampoco es un tipo idiosincrásico de ecologismo que pertenezca a una categoría propia. Casi ninguna de sus ideas procede de fuentes ecologistas y sus motivaciones eran decididamente antitecnológicas más que proecológicas. Sin embargo, la Tesis del Ecologista Pacífico no sale indemne. Aunque el propio Kaczynski no es un contraejemplo creíble, su caso apunta hacia otros contraejemplos convincentes.

El artículo consta de cinco secciones principales. La primera explica mi enfoque y método y describe las pruebas de archivo que utilizo. La segunda sección examina la afirmación habitual de que Kaczynski no estaba, de hecho, motivado por las ideas que expuso en su manifiesto. Esta afirmación, de ser cierta, supondría un atajo hacia mi conclusión de que su violencia no estaba motivada por la defensa del medioambiente, sin embargo no se sostiene frente a las pruebas. Las tres secciones siguientes evalúan las supuestas afinidades de Kaczynski con tres ideologías ecologistas: el ecologismo radical, el anarquismo verde y el ecologismo de derechas. La conclusión reevalúa la Tesis del Ecologista Pacífico a la luz del caso Unabomber y extrae algunas implicaciones más amplias para el estudio de las ideologías políticas y la violencia política.

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viernes, 9 de mayo de 2025

LECTURAS INTERESANTES V

  Lecturas interesantes V

La siguiente lista de libros recoge algunas obras que merece la pena leer, no siempre por las conclusiones a las que llegan los autores, ni por los valores y fines en los que se basan, sino simplemente porque estos libros sirven como fuentes de datos o aportan ideas y análisis interesantes a la hora de tratar de conocer y entender la realidad.

Último Reducto recomienda que, aun en caso de existir ediciones en español, se lean en versión original, dado que demasiado a menudo las traducciones al castellano dejan mucho que desear.

  • The Righteous Mind: Why Good People are Divided by Politics and Religion, Jonathan Haidt,  Penguin Books, 2012.
  • Behave: The Biology of Humans at Our Best and Worst, Robert Sapolsky, Vintage, 2017.
  • Blueprint: The Evolutionary Origins of a Good Society, Nicholas A. Christakis, 2019.
Para información acerca de otros libros interesantes, véase el apartado “Reseñas” en Naturaleza Indómita.

domingo, 22 de diciembre de 2024

Sobre el género


Dejad de usar el término “género cuando os refiráis al sexo[1]

Por Jack Donovan

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Cuando permites que alguien que quiere destruirte cree el marco dentro del cual piensas y te expresas, que construya tu forma de entender y hablar del mundo, ya has perdido.

Le has permitido que dicte las condiciones de la contienda y controle tu vocabulario.

Es como aceptar un duelo y permitir que tu oponente elija armas que tú nunca has usado, pero con las que él sí tiene mucha experiencia y está muy bien entrenado.

La mayoría de mis lectores estarán de acuerdo en que cualquiera que ponga sus pronombres en su biografía se ha rendido, porque al ofrecer tus pronombres reconoces implícitamente que realmente hay una razón válida para hacerlo, aun cuando tu sexo sea obvio para cualquiera que tenga ojos.[2]

Cuando pones tus pronombres en tu biografía, aceptas el marco trans.

Pero, ¿qué pasa con la palabra “género”?

Yo la he usado y creo que muchos hombres la usan despreocupadamente como sinónimo de “sexo” y de las características asociadas al sexo, sin darse cuenta de que los activistas marxistas han ido cambiando radicalmente su definición en los últimos 69 años.

En inglés, la palabra “gender” [“género”] sólo se utilizaba en el estudio y aprendizaje del lenguaje hasta 1955.

Pensemos en “le” y “la” en francés, o en “Der” y “Die” en alemán.[3]

Según una investigación,[4] antes de la fecha señalada, el término “gender” se utilizaba sólo muy raramente como sinónimo de sexo y siempre de forma jocosa.

Sin embargo, fue en 1955 cuando el sexólogo John Money empezó a utilizar la palabra género para referirse a la identidad sexual de los hermafroditas, raros individuos nacidos con defectos genitales de nacimiento que hacen que su sexo “no sea concluyente”.

Money es una figura controvertida porque sus investigaciones abogaban por “asignar” un género a los hermafroditas y luego normalizar quirúrgicamente sus genitales.

Puedes seguir viendo esta frase, “asignar género”, en la propaganda trans de hoy en día.

Nadie necesitaba la palabra “género” para hablar de los bebés o adultos normales que eran obviamente masculinos o femeninos.

Y si se quería hablar de masculinidad o feminidad, simplemente se utilizaban dichos términos.

Fue el psicólogo Robert Stoller, que trabajaba con transexuales, quien creó el término “identidad de género” en 1964 y desarrolló el género como una concepción de la identidad sexual que, de alguna manera, existía separada del cuerpo.

En la década de 1970, las feministas marxistas radicales se apoderaron de la idea del “género” para separar del sexo físico las ideas y los comportamientos asociados a la masculinidad y la feminidad.

Por eso, cualquiera que haya sido adoctrinado en la ideología feminista a través del sistema universitario (o de TikTok) te corregirá con petulancia si confundes sexo y género.

Te dirán que sexo y género son conceptos separados.

Pero esta distinción fue creada para los hermafroditas y transexuales hace unos 60 años y luego utilizada por las feministas marxistas para destruir lo que ellas llamaban los estereotipos de género.

El propio feminismo está siendo aplastado ahora bajo el destartalado mamotreto del género porque las técnicas dialécticas marxistas que emplearon las feministas siguieron “trayendo los márgenes al centro”.

Las mujeres normales son, después de todo, un grupo muy grande y “privilegiado” en comparación con las mujeres de grupos racialmente marginados, las mujeres de grupos sexualmente marginados y, en última instancia, las personas marginadas porque sufren trastornos psicológicos en los que la sensación de su propio “género” está completamente disociada de sus propios cuerpos, hasta tal punto de que se sienten obligadas a alterar sus cuerpos para hacer que coincidan con su “género”.

Esto ha dado lugar a la gran ironía de que los espacios feministas hayan acabado viéndose infiltrados y comandados por hombres que creen que son mujeres, como vemos con los atletas trans que dominan los deportes femeninos.

El concepto de género en su totalidad separa del cuerpo la masculinidad y la feminidad.

El género es una noción derivada de la patología y ha sido utilizado para rediseñar la sociedad a imagen de las personas con defectos de nacimiento y enfermedades mentales.

Para enderezar el rumbo de la sociedad en una dirección que sea coherente con las normas biológicas de nuestra especie, para crear un mundo más “humano”, tenemos que volver a vincular la masculinidad y la feminidad al cuerpo.

La masculinidad y la feminidad se derivan del sexo de forma natural.

Por tanto, dejemos de utilizar la palabra “género” fuera del ámbito de los estudios sobre el lenguaje.



[1] Traducción a cargo de Último Reducto de un texto sin título de Jack Donovan (16-7-2024): https://drive.google.com/file/d/1OkqQ6jbshtYC2Quoi_ru65QSSzMb8oie/view?usp=drive_link. N. del t.

[2] El autor se refiere a la reciente costumbre políticamente correcta en el mundo anglófono de que las personas decidan qué pronombres personales son los que las definen (en función de cómo “autoperciben” su “género”), exijan a los demás que los usen para referirse a ellas y, encima, monten un escándalo si alguien no los usa y se refiere a ellos presuponiendo otro pronombre en base a su apariencia o a su nombre. Es algo así como si alguien que se llama Antonio, y tiene apariencia de hombre pero se “autopercibe” como mujer, exijiese que se refieran a él como “ella” y no como “él”. N. del t.

[3] O en “el” y “la” en castellano. N. del t.

[4] Haig, David, “The Inexorable Rise of Gender and the Decline of Sex: Social Change in Academic Titles, 1945–2001”, Archives of Sexual Behavior, vol. 33, nº 2, Abril 2004, págs. 87–96 (https://haiggroup.oeb.harvard.edu/files/haig/files/art3a10.10232fb3aaseb.0000014323.56281.0d.pdf




martes, 17 de diciembre de 2024

Intercambio sobre la entrevista que Sean Fleming dio en el canal de YouTube de Anti-Tech Collective







Intercambio sobre la entrevista que Sean Fleming dio en el canal de YouTube de Anti-Tech Collective[1]

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Último Reducto: En primer lugar, a pesar de mis siguientes críticas, creo que, a pesar de la evidente confusión mental, divagación verbal y falta de focalización del entrevistador, su (de usted) intervención en la entrevista es muy clara, concisa, interesante y que ha dado usted en el clavo y ha señalado hechos muy importantes en varias ocasiones.

Ahora, las críticas.

En general:

§    En esta entrevista, pretende usted parecer imparcial, por ejemplo evitando elegir explícitamente entre dos partes opuestas (Ellul vs. Kaczynski; o Individualidades Tendiendo a lo Salvaje (ITS) vs. Kaczynski), pero en realidad no lo es tanto. El problema no es ser imparcial, sino fingir serlo. Nadie realmente preocupado o interesado por un tema es o puede ser imparcial o neutral al respecto, y pretender lo contrario es hipocresía o estupidez. Otra cosa muy distinta es ser objetivo. Pero ambas cosas no están necesariamente relacionadas. Es evidente que a usted le gusta demasiado Jacques Ellul. Yo no comparto su gusto por él. Ellul era demasiado idealista y humanista (y por tanto demasiado poco materialista y científico) como para ser una buena referencia para algo práctico.

§    Va usted bien encaminado cuando señala que la oposición entre materialismo e idealismo es crucial y tiene mucho que ver con las diferencias entre Kaczynski y Ellul (o el resto de críticos humanistas-idealistas de la tecnología). De hecho, no se trata sólo de otra diferencia particular más entre ellos. Es “La Diferencia”; es la raíz de prácticamente el resto de las diferencias entre ellos. Volveré una y otra vez sobre este tema en los puntos siguientes.

§    Kaczynski no es antropocéntrico, ni ama a la raza humana, como usted ya sabe. Ellul sí lo era y la amaba. Ésta es una diferencia importante entre Kaczynski y Ellul. Kaczynski no es un humanista, en realidad en el fondo es un no-humanista (incluso hasta cierto punto misántropo como usted ya ha visto), no sólo porque toma a la Naturaleza en lugar de a la humanidad como su principal valor, sino también porque su bagaje y su formación culturales, su actitud intelectual y su mentalidad e inclinación innatas así como sus disposiciones filosóficas y psicológicas naturales son en su mayoría de orientación científica, no las típicas de las humanidades. Esto, en principio, hace que tienda a centrar su atención principalmente en los fenómenos físicos en general (es decir, en la realidad que va mucho más allá de la humanidad) y no sólo o principalmente en las obras, los fenómenos sociales y las ideas humanos. Por lo que yo le conozco, diría que (y nótese que es sólo mi opinión y tal vez él no estaría completamente de acuerdo con ella; habría que preguntarle directamente para conocer sin duda sus posturas exactas) si actualmente escribe mucho sobre fenómenos sociales se debe a razones prácticas (es decir, porque lo considera necesario para comprender y así combatir eficazmente la sociedad tecnoindustrial, en aras de la Naturaleza salvaje) no porque realmente sienta alguna inclinación o interés personal, real y natural hacia este tipo de fenómenos. Apostaría a que, si fuese posible, él personalmente preferiría centrar su atención sobre todo en la Naturaleza no humana que en las cuestiones y los entornos humanos y que preferiría hacer cosas prácticas materiales que pensar o escribir sobre cualquier cosa (y mucho menos sobre cuestiones sociales).

La razón por la que, utilizando sus (de usted) propios términos, la explicación de Kaczynski sobre la maladaptación humana a la tecnología moderna es biológica y la de Ellul es cultural tiene mucho que ver con lo anterior. Kaczynski tiende sobre todo a ser un materialista no humanista de mentalidad científica y Ellul es un idealista humanista no científico. A pesar de sus aparentes similitudes, en el fondo sus inclinaciones naturales, visiones del mundo y actitudes son en última instancia opuestas e irreconciliables.

[Este intercambio es mucho más largo. Para leerlo completo en versión pdf haz clic aquí].

[1] “Full Conversation with Sean Fleming, PhD”, Anti-Tech Collective, YouTube 28 de agosto de 2021: https://www.youtube.com/watch?v=QcX9K1sIpg0.