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lunes, 4 de marzo de 2019

INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA II: sobre pragmatismo, tecnología, medioambientalismo y conservacionismo.



ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA II: sobre pragmatismo, tecnología, medioambientalismo y conservacionismo.[1]
A) INTERCAMBIO ENTRE P. Y U.R:[2]
P: Alguna gente que conozco que está interesada en las ideas de Kaczynski cree en el “poder del mito” –adoración a los héroes, culto a la personalidad y cosas irracionales por el estilo. El propio Kaczynski escribe también acerca del mito en las páginas 361-364 de Technological Slavery. Podríamos preguntarnos si el mito de Ted Kaczynski sería un mito revolucionario adecuado.
U.R.: La irracionalidad (o mejor dicho, la no-racionalidad) es una parte importante de la mente y del comportamiento humanos. De hecho, es la parte más importante; la racionalidad real es sólo una delgada capa que cubre el grueso de la mente, el cual no es racional. Y esta delgada capa ni siquiera aparece en todas las ocasiones; más bien al contrario, es algo bastante raro. Y, precisamente, para ser realmente racionales, la no-racionalidad debería ser tenida en cuenta siempre. No obstante, los fundadores de un movimiento serio contra el sistema tecnoindustrial (los primeros miembros, la gente lo que empiece) y sus líderes deberían tratar de ser tan racionales como les sea posible y dejar la no-racionalidad pura para los peones y las masas. La no-racionalidad emergerá por sí misma siempre, de un modo u otro y antes o después. No es tan necesario promoverla activamente como estar alerta respecto a ella para evitar errores. Antes de tratar de engañar y manipular a la gente usando la no-racionalidad (mitos, idolatría, estética, apelación a las emociones, etc.), debería haber al menos un núcleo de unos pocos individuos comprometidos y racionales que liderasen el movimiento. Y, hasta donde yo sé, no los hay.
Ciertamente, Kaczynski comenta el “mito” en dichas páginas, pero no estoy seguro de haber entendido, ni de que siquiera él supiese, exactamente de qué estaba hablando cuando usó el término “mito” en ese escrito. Creo que, en este caso, tal y como yo entiendo ese texto, “ideal”, “ideología”, “conjunto de valores”, “teoría” o incluso “imaginario” habrían sido algunos términos mucho mejores que “mito”. Para mí los mitos son una cosa completamente diferente, mucho más relacionada con asumir o defender teorías sin pruebas empíricas.
P: Siempre que pienso acerca de la racionalidad en referencia a Kaczynski pienso en un modo claro y pragmático de pensar que suele poder observarse en las organizaciones militares occidentales cuando se enfrentan a situaciones bélicas caóticas.  El gobierno, el estado y el ejército generalmente funcionan de un modo mucho más eficiente (aunque no sean completamente eficientes) que las organizaciones radicales que se basan más en seguir impulsos, en la irracionalidad y en el idealismo … En realidad, están expuestas a múltiples condiciones, a grupos de interés (grupos autopropagantes) y a consecuencias imprevistas. Se requiere una mentalidad adecuada, como la que se observa en los ejércitos, para improvisar, adaptarse y vencer.  Sin embargo, para esto hay que ser racional y creo que la disciplina es esencial para hacer que la mente racional domine los impulsos no-racionales.  
Los líderes y fundadores (digamos “el núcleo” del movimiento) deberían de hecho ser racionales pero, ¿cómo puede siquiera hacerse que esa gente adecuada se vea atraída por las ideas planteadas por Kaczynski (y que realmente se conviertan en acérrimos seguidores de las mismas)? En la situación actual hay múltiples facciones/grupos autopropagantes intentando imponer sus intereses y tratando de reclutar gente adecuada para sus proyectos. Existen diferentes facciones, desde extremistas hasta moderados, desde prosistema a antisistema, y todas desean reclutar y expandirse, ¿cómo puede la gente adecuada siquiera darse cuenta de las ideas de Kaczynski y sentirse atraída por ellas? La publicación del Manifiesto de Unabomber en los medios de masas por sí misma no tuvo mucho efecto aparte de que la gente lo leyese. Muy pocos lo estudiaron o aplicaron las ideas por sí mismos.
U.R.: Estoy de acuerdo. El pragmatismo y la disciplina son una parte importante de la racionalidad y son necesarios para tener alguna opción de éxito. Para mí, el pragmatismo está muy relacionado con una forma de ver el mundo materialista y científica (empirista), y ésta última es bastante escasa entre la gente que pretende estar cuestionando el sistema hoy en día. De todos modos, el pragmatismo siempre depende de la idea que se tenga acerca de qué es considerado “pragmático” (es decir, eficaz, útil, práctico). Y esta idea depende de las metas que uno desee alcanzar, las cuales a su vez dependen de los valores y principios que uno tenga o asuma. Y estos valores no tienen causas últimas racionales. El pragmatismo siempre asume algunas metas como deseables o indeseables y así, tácita o explícitamente, asume algunos valores como correctos o incorrectos y define la eficacia en base a ellos. Sin embargo, ¿por qué esos valores y metas y no otros? Esto no puede contestarse basándose sólo en la razón. Es decir, la no-racionalidad está siempre en la base, incluso de la racionalidad. Sin embargo, una cosa es reconocer este hecho (la inevitabilidad de cierta no-racionalidad inherente al comportamiento humano) y evitar caer en ideas racionalistas ingenuas acerca del supuesto poder ilimitado de la razón para lograr algunas metas mediante la alteración y el control de la realidad (desde el comportamiento humano hasta los sistemas tecnológicos o sociales complejos, pasando por los ecosistemas) y otra es defender la irracionalidad como una forma de actuar deseable (al menos en “política”[3]; o en la lucha contra el sistema tecnoindustrial). En mi opinión (y en la de la mayoría de los seres humanos, en la mayoría de las ocasiones), ser tonto y actuar como tal no es bueno ni deseable prácticamente nunca. El irracionalismo es tan malo como el racionalismo.
En cuanto a su segundo párrafo, buenas preguntas con difíciles respuestas. No puedo responderlas. Sin embargo, creo que el asunto consiste más en llegar a la gente adecuada que ya tenga los valores, las intuiciones y la actitud correctos que en convertir o convencer a nadie que no esté ya “convencido” en gran medida (es decir, que no tenga ya ciertos valores, ideas e intuiciones de forma natural). ¿Dónde está esa gente naturalmente “convencida”? ¿Cómo llegar a ella? ¿Hay algo más que se pueda hacer aparte de lo que ya ha sido hecho o se está haciendo? No lo sé.

B) INTERCAMBIO ENTRE M.V. Y U.R.:[4]
M.V.: Creo, al igual que tú, que una revolución es inviable, aunque no he tenido el tiempo suficiente como para reflexionar al respecto o encontrar nuevos caminos … Viendo el “estado de las cosas”,  ¿crees que exista alguna vía? Me parece que quizá es desde la tecnología misma que algo pueda hacerse. También me parece que desde la vía legal (sin llegar a una suerte de purismo y obediencia total a ésta) puede hacerse … Pero quizás es necesaria una vía más contundente.
U.R.: Me dices, “creo, al igual que tú, que una revolución es inviable” y me preguntas si creo que existe alguna vía. Bueno, lo primero es aclarar que yo nunca he dicho que una “revolución” sea inviable. Sólo he dicho que me parece muy poco probable y muy difícil que llegue a juntarse la suficiente gente, con la suficiente capacidad intelectual y material y la suficiente dedicación y compromiso para poder llevar a cabo con éxito la “revolución” (aunque yo prefiero no usar este término) que se necesita para destruir el sistema tecnoindustrial. Pero no he dicho que sea inviable o imposible, ni que yo haya tirado la toalla.
Por otro lado, si existe una posibilidad de cambiar realmente las cosas, es decir, de deshacernos de la tecnología moderna y del sistema social que ésta implica, ha de ser o bien por casualidad, es decir, de forma no intencionada (por ejemplo, una gran catástrofe natural o artificial que haga que el sistema colapse) o bien porque un movimiento organizado y capaz, aprovechando una gran crisis, ayude a echarlos abajo (lo que algunos, como Ted Kaczynski, llaman “revolución contra el sistema tecnoindustrial”).
Desde la tecnología no van a venir más que problemas cada vez peores. Las “tecnosoluciones” a los problemas de la sociedad o del mundo siempre han acarreado, a corto o largo plazo, nuevos y mayores problemas, aun en los casos en que parezca que han sido eficaces para resolver los problemas a los que se han aplicado (que muy a menudo no han servido ni para eso en realidad).
No es ya cuestión de optimismo frente a pesimismo (es decir, una mera cuestión de juicios de valor o de preferencias morales), es mero realismo, son meros hechos. Hay un problema (o algo que se considera un problema, lo sea o no). Se inventa un avance tecnológico para resolver ese problema. En principio, si funciona, el problema parece resolverse. Pero, siempre sucede además que:
1.      El nuevo avance tecnológico tiene un precio, es decir, unas consecuencias inevitables. O sea, un impacto en la sociedad y en la Naturaleza. Aunque sólo sea porque de la nada no sale nada ni nada desaparece en la nada. Se necesitan espacio, materia y energía para crear ese avance y hacerlo funcionar, y eso procede inevitablemente de la Naturaleza y causa un impacto físico en ella.
2.      El proceso de creación y aplicación del nuevo avance tecnológico es impredecible en muchos aspectos y siempre, en mayor o menor medida, aparecen efectos secundarios imprevistos, factores no tenidos en cuenta en un principio, nuevas condiciones y factores creados por el propio proceso y tampoco conocidos previamente, etc. El resultado es que el proceso siempre se desvía de lo previsto y ya eso, por sí solo, hace que las cosas no salgan exactamente como se esperaba y que el avance tecnológico final ni sea tan eficaz ni esté exento de consecuencias no deseadas.
3.      A la larga, los avances que en lo inmediato y el corto plazo parecían ser eficaces y resolver los problemas para los que se habían desarrollado, acaban generando bucles de retroalimentación (círculos viciosos) que empeoran dichos problemas aún más.
4.      Al surgir nuevos problemas imprevistos y complicaciones, surge la necesidad y la tentación de tratar de desarrollar nuevos avances tecnológicos para resolverlos a su vez, repitiéndose y amplificándose el proceso.
Por ejemplo, hay millones de personas que mueren de hambre en el mundo (presunto problema). Se crean semillas seleccionadas para producir más alimentos en suelos pobres y climas duros y/o para resistir a las plagas. Esto genera un incremento en la producción de alimento. La gente que antes moría de hambre ahora sigue viviendo. Todo parece estupendo, ¿a que sí? Pues no. Esa gente que sigue viva, vive para reproducirse y la población aumenta aún más, haciendo que en unos pocos años, el suministro de alimento vuelva a ser insuficiente y sea necesario intensificar los cultivos y crear nuevas “tecnosoluciones” para aumentar la producción de alimentos. Y así se entra en un círculo vicioso. Y mientras tanto, surgen complicaciones. Por ejemplo, nuevas plagas a las que no son resistentes las nuevas variedades de plantas sustituyen a las antiguas ocupando su nicho ecológico, por lo que se necesita usar pesticidas. O esa gente superviviente y sus hijos agravan aún más los problemas ecológicos y sociales. Esto es lo que pasó por ejemplo, con la Revolución Verde de la segunda mitad del siglo XX. Y mucho antes con la invención de la agricultura. La historia de la humanidad en general y el sistema tecnoindustrial actual en particular están llenos de ejemplos de procesos de este tipo.
Y esto nos puede preocupar y parecer malo o no (es cuestión de valores, o sea, es una cuestión moral). Si nos preocupa, entraremos en el saco de los pesimistas. Si no, seremos considerados optimistas. Pero, independientemente de que nos preocupe o no, los hechos son los que son y el proceso que acabo de describir es un hecho palmario. Y aun así, pocos son conscientes de su existencia.
Así que no, la tecnología no será la solución.
¿La ley? Tampoco. Las leyes son en el fondo similares a las “tecnosoluciones”, con todo lo que ello implica (gran parte del proceso descrito más arriba se cumple también, a su manera, para la creación y aplicación de nuevas leyes). Y, aun si no tenemos esto en cuenta y suponiendo que las leyes fuesen totalmente eficaces y estuviesen perfectamente diseñadas y ajustadas a los casos reales para resolverlos de forma satisfactoria, justa y correcta para todas las partes afectadas por un problema (que nunca suele ser el caso), son excesivamente efímeras y susceptibles de modificación en un futuro (dependen demasiado de la coyuntura política, entre otros factores) como para ofrecer soluciones realmente duraderas o definitivas a los problemas (especialmente a los grandes problemas).
Ciertamente es necesaria una vía más contundente, mucho más contundente: la destrucción del sistema tecnoindustrial. Lo que haría falta para destruir físicamente el sistema tecnoindustrial sería mucho más contundente que las revoluciones del pasado, que el terrorismo o el sabotaje a la escala conocida hasta la fecha (demasiado pequeña) y que las guerras mundiales incluso. Las consecuencias serían terribles en lo referente a la escala de la destrucción y del número de muertes, ya que debería implicar una destrucción masiva, llegado el momento. No es un juego, ni una broma, ni algo que hacer irreflexivamente.
M.V.: La verdad no creo que la tecnología sea la manera de salvarnos como suele sugerir la  propaganda, pero podría ser una herramienta útil para combatir, quizás, la misma tecnología … Creo que no lo articulé bien.
U.R.: Cuando leí tu anterior carta no sabía bien si con lo de la tecnología te referías a las “tecnosoluciones” o a usar la tecnología moderna en contra de la propia tecnología moderna, para destruirla. Al final contesté sólo a lo primero.
En cuanto a lo segundo, no creo que quienes odian la tecnología moderna deban dejar de usarla, ni en su vida personal ni en su lucha “política” contra la tecnología. En la vida personal, negarse a usar tecnología moderna lo único que acarrea es dificultades y complicaciones a quienes deciden seguir esa vía y, en realidad, no les aporta ninguna ventaja (siguen rodeados por un mundo en el que todos los demás la usan; y esto, de un modo u otro, les sigue afectando también negativamente a ellos). Y en lo “político”, sería muy difícil siquiera difundir eficientemente ideas en contra de la tecnología moderna sin usar un mínimo de tecnología moderna. No digamos ya combatirla materialmente. El sistema tecnoindustrial no se va a poder echar abajo (si es que alguna vez se intenta seriamente y hay una oportunidad de lograrlo) a flechazos o a pedradas.

C) INTERCAMBIO ENTRE A.Q. Y U.R.:[5]
A.Q.: Yo creo que el entusiasmo actual de buena parte de la población (lo cual se refleja también en las instituciones) con la ecología o lo que llaman “el medio ambiente” está también relacionado con el malestar que mucha gente siente por el daño que el desarrollo tecnológico está haciendo a la Naturaleza salvaje. Pero que ese genuino sentimiento de repulsión hacia lo que daña la Naturaleza ha sido canalizado por la sociedad tecnoindustrial en su propio beneficio haciendo que la gente se preocupe por “arreglar” los problemas medioambientales que puedan perjudicar al sistema tecnoindustrial, a la vez que creen estar ayudando a la Naturaleza. Un buen ejemplo de esto puede ser todo lo que se dice y hace actualmente sobre el cambio climático. Los científicos están trabajando para frenar o mitigar los efectos del cambio climático, los cuales ponen en riesgo el desarrollo del sistema tecnoindustrial, y esa lucha es vista por toda o buena parte de la población (y del ecologismo) como algo que se hace para proteger la Naturaleza, cuando en realidad es al revés. Es otro“truco” del sistema, como suele decir Ted Kaczynski…
U.R.: Bueno, eso de que mucha gente siente malestar por el daño causado a la Naturaleza, no sé hasta qué punto es cierto. A la inmensa mayoría de la gente le trae sin cuidado todo lo que no sean ellos y sus allegados o lo que les gusta, que no suele ser precisamente la Naturaleza. Y de entre los ecologistas, a la mayoría también les da igual la Naturaleza (y más aun la salvaje); e incluso muchos de aquellos a los que les importa (los conservacionistas) no suelen ver en el desarrollo tecnológico como un problema en sí ni como la causa última de la destrucción y sometimiento de la Naturaleza. Y algunos lo ven incluso como la solución. Quizá algunos haya que sí que sientan ese malestar, pero yo creo que son muy pocos y, por tanto, no creo que eso explique realmente el auge del medioambientalismo.
El medioambientalismo en realidad persigue sólo o principalmente mejorar el entorno artificial de los seres humanos (que es lo que en la práctica constituye normalmente el medio ambiente). Y esto favorece a la sociedad tecnoindustrial. El medioambientalismo sirve al sistema como mecanismo de reparación y optimización para mantener unas condiciones de vida mínimamente saludables para que la población humana pueda seguir funcionando en esta sociedad (que aún depende en gran medida de la gente). Y éste es simplemente el principal motivo de su auge. Y, por lo general, los medioambientalistas reconocen todo esto abiertamente, no es necesario usar engaños o trucos para que lo acepten, porque es lo único (o lo principal) que la mayoría de ellos desean: mejorar las condiciones del entorno artificializado de la humanidad para hacerlo más habitable y soportable y progresar.
Es cierto que el ecologismo normalmente es medioambientalismo y que mezcla los conceptos de Naturaleza y medio ambiente como si fueran lo mismo. Y, también es cierto que en muchos de los pocos casos en que a algunos ecologistas les importa realmente la Naturaleza, la confusión entre Naturaleza y medio ambiente desvía la atención hacia la mejora del medio ambiente artificial confundiéndola con la defensa de la Naturaleza, ayudando así a mejorar la sociedad tecnoindustrial, favoreciendo la aceptación del desarrollo tecnológico (el cual, muchas veces, parece incluso mejorar el medio ambiente al reducir las emisiones directas, aumentar la eficiencia energética, etc.) y evitando que dichos ecologistas lleguen a cuestionarlo. Vamos que acaban defendiendo lo que destruye la Naturaleza creyendo que ayudan a ésta. De modo que el medioambientalismo funciona como “truco del sistema” sólo entre esos pocos a quienes les importa realmente la Naturaleza salvaje. Al resto no hace falta engañarles, porque les da igual la Naturaleza e incluso están a favor del desarrollo de la tecnología y la sociedad modernas.
A.Q.: Los valores que profesan los conservacionistas seguidores de la ética de la tierra de Aldo Leopold son los correctos: la devoción hacia la Naturaleza salvaje y el rechazo del progreso tecnológico. Pero lo que proponen, no es más que mero idealismo. Creen ilusamente que la educación y la propaganda en general pueden hacer cambiar la forma de pensar de la gente y que esto a su vez repercutirá en un menor impacto de las actividades humanas sobre la Naturaleza salvaje. En la actualidad la propaganda a favor del respeto a la Naturaleza está muy extendida dentro de las instituciones de la sociedad tecnoindustrial (por ejemplo, se da mucha importancia a la “educación ambiental”) pero sobra decir que eso no ha supuesto una mejora real en el estado de la Naturaleza salvaje. Si acaso, de forma parcial y reducida, se ha producido una leve mejora en algunas zonas rurales en los países desarrollados, pero está claro que esa mejora a corto plazo se debe a factores materiales como el éxodo rural y la globalización económica (hay menos gente en las zonas rurales y se extraen menos recursos de los montes porque la mayoría de lo que se consume actualmente en países como España viene de otras zonas del mundo donde, allí sí, los ecosistemas se están degradando a pasos agigantados para abastecer el consumo de los países desarrollados más el aumento de nivel de vida de las poblaciones locales). Es decir, que la recuperación parcial de ciertos espacios o especies (incluida su protección legal) en los países desarrollados se debe a factores materiales y no a una ética de la tierra ni nada por el estilo. De hecho, la ideología ecologista o medioambientalista se ha extendido entre la población de los países desarrollados precisamente por esos factores materiales que lo han propiciado. No es casualidad que ese cambio de mentalidad se haya producido ahora y no hace 100 años (aunque hace 100 años ya había voces que hablaran sobre el valor de la Naturaleza salvaje, como precisamente Aldo Leopold)
U.R.: ¿Cuándo rechazó Leopold (y sus seguidores) el desarrollo tecnológico? Creo que tienes una idea demasiado benevolente de Leopold. Una cosa es decir que el industrialismo ha dañado la Naturaleza (es un hecho histórico que cualquiera reconoce) y otra que sea malo en sí, que vaya a dañar siempre la Naturaleza porque está en su esencia (necesita hacerlo para existir) y que haya que acabar con él. Esto último la mayoría de los conservacionistas no lo ven ni lo aceptan. Leopold creía, como casi todos los conservacionistas, que el desarrollo industrial puede compatibilizarse con la conservación de la Naturaleza. Era un reformista que creía que la industrialización podría hacerse “bien”, sin dañar la Naturaleza. Lo que Leopold tiene de valioso es que valoraba la Naturaleza por sí misma y que promovía su conservación y recuperación (que no es poco). Pero lo demás: su ética de la tierra, su idealismo y su creencia en la coexistencia del progreso tecnológico y la Naturaleza, es en realidad un error.
Creo que la ética de la tierra de Leopold está equivocada. Yo siempre he visto un gran defecto de base en ella: es una mera extrapolación de los patrones éticos comúnmente aplicados a las relaciones entre seres humanos (compasión o empatía, intereses, solidaridad, igualdad, etc.). Él defendía que había que ampliar los círculos a los que aplicar esos mismos patrones incluyendo más objetos de consideración moral que meramente los seres humanos (ir ampliando los círculos de consideración moral de los allegados a los desconocidos, de los desconocidos a toda la humanidad, de toda la humanidad a otras especies y de otras especies a toda la biosfera). Y además creía que en dicha ampliación había un progreso moral, ya que efectivamente los círculos se han ido expandiendo a medida que las sociedades se desarrollaban. Yo simplemente veo que esos patrones éticos humanos no son aplicables a una ética referente a nuestras relaciones con lo salvaje. En el caso de dicha ética, hacen falta otros patrones o esquemas, algo completamente distinto. Es una ética o moral porque plantea que hay cosas malas y cosas valiosas y de ahí se infieren unos deberes, pero es completamente diferente a las éticas aplicadas comúnmente a las relaciones entre seres humanos, no sólo por la amplitud y naturaleza de su objeto, sino por su propia estructura y esencia, por sí misma. Por desgracia, muchos de los críticos del antropocentrismo y de los defensores del ecocentrismo que toman a Leopold como referencia, toman también este defecto y lo repiten acríticamente, intentando aplicar a la ética ecocéntrica conceptos como ‘interés’, ‘derecho’, ‘igualdad’, ‘empatía’ o incluso ‘justicia’ (aparte de valores como ‘vida’ o ‘bienestar’). O sea, que la ética de la tierra es lo que se llama un extensionismo ético (extender la ética intraespecífica convencional, y hasta cierto punto natural, humana a las relaciones entre los seres humanos y los seres no humanos y entre los seres humanos y la biosfera), y yo no creo que esa sea una buena solución. La mayoría de los conservacionistas parecen aceptar y tratar de aplicar este extensionismo, aunque algunos hay que lo critican.
En cuanto al medioambientalismo, como ya he dicho más arriba, no hay que confundir la educación ambiental en particular y la propaganda medioambientalista, ecologista o “verde” en general con las ideas a favor de la Naturaleza. Y creo que la mayoría de la gente no las diferencia suficientemente. Como ya he dicho, el medio ambiente no es necesariamente lo mismo que la Naturaleza. El medio ambiente es el entorno, todo lo que rodea al ser humano. Y hoy en día eso, en muchos casos y en lo más inmediato, es principalmente un entorno artificial o, como mínimo, artificializado. La Naturaleza en cambio es sólo la parte no artificial del entorno, el medio natural. Por desgracia, la inmensa mayoría de la gente (incluidos muchos de los propios “verdes” o ecologistas) confunde ambas cosas: el medio ambiente y la Naturaleza. Y no se debería caer dicha confusión. Ya lo dice Dave Foreman (uno de los pocos ecologistas que ven la diferencia): el medioambientalismo no es lo mismo que el conservacionismo y los conservacionistas no deberían ni siquiera hablar de defender el medio ambiente, sólo de defender lo salvaje. Yo añadiría que no sólo los conservacionistas deberían tener en cuenta esto, sino todos aquellos que amamos la Naturaleza salvaje.
Por supuesto, tienes razón en que la propaganda, el pregonar ideas, el tratar de cambiar mentalidades, etc. no sirve a no ser que se cambien principalmente los factores materiales que hacen que la sociedad siga el rumbo que sigue. Por muy bien planteada que estuviese la propaganda (por ejemplo, defendiendo lo salvaje en lugar del medio ambiente), seguiría sin funcionar si los factores materiales que determinan el rumbo del desarrollo social no cambian, es decir, si sigue necesitándose crear, usar y desarrollar tecnología moderna, si la población mundial sigue siendo miles o decenas de miles de veces superior a lo que debería y si sigue consumiendo cada vez más.
Además, la propaganda sólo funciona a la hora de cambiar mentalidades y comportamientos si es aplicada por un aparato propagandístico enormemente poderoso, cosa que sólo podrían hacer los estados u organizaciones muy grandes. Y aún así sólo funciona hasta cierto punto y en ciertas condiciones: cuando beneficia al sistema tecnoindustrial porque fomenta comportamientos necesarios para su subsistencia, como el reciclaje, y lo que viene a ser lo mismo, cuando empuja a favor de las tendencias materiales e ideológicas ya existentes en el propio sistema. Si no, no funciona en la práctica. Aunque llegue a tener cierta influencia en las ideas, no modifica los comportamientos y menos aún el funcionamiento de la sociedad. Puede llegar a hacer que a la gente le suenen ciertas ideas o conceptos e incluso que hablen de ellos, pero nada más. Por ejemplo, si por un lado se dice que no hay que contaminar, pero por el otro se necesita e incluso se promueve el uso de procesos y tecnologías industriales que inevitablemente generan residuos, lo de no contaminar, por mucho que se repita y suene a todo el mundo, no es más que palabrería. Es algo parecido a promover el cristianismo y, a la vez, defender y hacer la guerra, algo que ha pasado habitualmente a lo largo de muchos siglos en los países europeos y sus colonias. Por mucho que el cristianismo hablase, entre otras cosas, de amor al prójimo e incluso a los enemigos y de bobadas por el estilo y que entonces prácticamente todos fuesen cristianos convencidos, siguieron matándose unos a otros igual o con más saña aún que cuando eran paganos, porque las sociedades de esas épocas necesitaban la guerra para expandirse, obtener materia y energía, regular la población, etc. y porque nuestra naturaleza no es precisamente cristiana (tendemos a vengarnos, a defendernos si nos agreden, a atacar si nos vemos en la necesidad física, a odiar a los enemigos, a competir con los rivales por el estatus o los recursos, etc.). O sea, porque los factores materiales o físicos (incluidos los biológicos) siempre son lo principal a la hora de determinar los comportamientos individuales y la forma y dirección del desarrollo de la sociedad. Y con el medioambientalismo pasa lo mismo. Igual que con el izquierdismo (que, por cierto, deriva del cristianismo en el fondo). Sólo funcionan si (y hasta donde) los factores materiales hacen que la sociedad vaya en la misma dirección que ellos promueven. Si no, no funcionan en realidad.
Así que sí, los conservacionistas son prácticamente todos unos idealistas (los que hablan de cambiar mentalidades, que son casi todos) que creen que van a lograr cambiar la forma de pensar de la gente y, sólo o principalmente con ello, frenar o incluso revertir el impacto de la sociedad tecnoindustrial en la Naturaleza salvaje. Y los que no, hablan sólo de proteger áreas mediante leyes, cosa que, aunque suponga una actitud más pragmática, a la larga tampoco funcionará por otros motivos (básicamente debido a la expansión física del sistema tecnoindustrial).







Último Reducto










[1] © Copyright 2019, Último Reducto, para los fragmentos originalmente escritos por U.R.
[2] Adaptación del intercambio de correspondencia entre P. y U.R. ocurrido entre los días 11 y 13 de mayo del 2018. Las cartas originales estaban escritas en inglés.
[3] A lo largo de todo este post, cuando U.R. usa el término “política” entrecomillado, se refiere simplemente a aquello que está orientado a conseguir realizar cambios en una sociedad. Nota añadida por U.R. para este post.
[4] Adaptación del intercambio entre M.V. y U.R. ocurrido los días 24 y 25de junio del 2018. Las cartas originales estaban escritas en español.
[5] Adaptación del intercambio ocurrido el 13 de enero del 2019. Las cartas originales estaban escritas en español.