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jueves, 8 de septiembre de 2022

Comentarios críticos a “El ecofascismo: una rama aberrante del izquierdismo” de Ted Kaczynski

 

Comentarios críticos a “El ecofascismo: una rama aberrante del izquierdismo” de Ted Kaczynski

Por Último Reducto

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De nuevo Último Reducto se ve, muy a su pesar, obligado a criticar otro texto de Theodore John Kaczynski: “El ecofascismo: una rama aberrante del izquierdismo” (https://ultimoreductosalvaje.blogspot.com/2022/09/el-ecofascismo-una-rama-aberrante-del.html).

Antes de nada hay que dejar bien claro que Kaczynski tiene razón en repudiar ciertas corrientes autoritarias y racistas que se declaran supuestamente afines a sus ideas (él llama “ecofascismo” a dichas corrientes), sin embargo, del modo en que lo hace en este artículo, se está equivocando en ciertos aspectos importantes.

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Último Reducto 

Contacto: ultimo.reducto@hotmail.com

El ecofascismo: Una rama aberrante del izquierdismo

 El ecofascismo: Una rama aberrante del izquierdismo[1]

Por Ted Kaczynski

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Los “ecofascistas”, tal como yo entiendo ese término, comparten, como mínimo, dos rasgos:

I.  No abogan por el rechazo total de la tecnología moderna, sino que quieren crear una sociedad en la que la tecnología sea “limitada” y se utilice “sabiamente” de forma que se garantice la salud ecológica de nuestro planeta.

II.   Apoyan, si no el supremacismo blanco, al menos el separatismo blanco.

Tomemos primero el rasgo I. En esencia, los ecofascistas quieren una sociedad planificada, lo que significa, dicho de forma bastante simple, que son socialistas, ya que la idea fundamental del socialismo es la de una sociedad planificada.[2] La ilusión de una sociedad planificada se originó en la Ilustración, cuando ciertos filósofos, engañados por el éxito en la aplicación de la racionalidad científica al mundo físico, se imaginaron que la racionalidad científica podría aplicarse con igual éxito al desarrollo de las sociedades humanas. Todo lo que llevamos aprendido desde el siglo XVIII debería haber disipado esta ilusión hace ya mucho tiempo; pero los izquierdistas de hoy, incluidos los ecofascistas, persisten en aferrarse a ella.

A finales de los años 90 y principios de este siglo, mucha gente de la izquierda hacía referencia a mis escritos como si yo fuese su camarada ideológico. Lograban hacerlo gracias a que realizaban una lectura selectiva: no eran capaces de percibir o de recordar aquellas partes de mi obra que eran radicalmente incompatibles con su ideología. Esos ecofascistas que hoy citan mi obra, o que afirman que yo soy su inspiración, están igualmente llevando a cabo una lectura selectiva: pasan completamente por alto partes cruciales de mi obra; por ejemplo, el capítulo uno de Anti-Tech Revolution,[3] en el que se demuestra que el desarrollo de una sociedad nunca puede estar sujeto a una dirección racional por parte de los seres humanos. Ya sólo en base a esto, se puede predecir con perfecta certeza que cualquier intento por parte de los ecofascistas -o de quien sea- de establecer y mantener un equilibrio estable y mundial entre la tecnología y la salud ecológica fracasará.

Ahora veamos el rasgo II. El verdadero movimiento antitecnológico rechaza toda forma de racismo o etnocentrismo. Esto no tiene nada que ver con la “tolerancia”, la “diversidad”, el “pluralismo”, el “multiculturalismo”, la “igualdad” o la “justicia social”. El rechazo del racismo y del etnocentrismo es, pura y simplemente, un punto cardinal de la estrategia.

Cualquier movimiento que pretenda limitar la tecnología tiene que ser mundial, porque si se frena el progreso tecnológico en una parte del mundo mientras otra parte del mundo sigue por la senda del desarrollo tecnológico desenfrenado, entonces la parte del mundo que sea completamente protecnológica tendrá una enorme preponderancia sobre la parte menos tecnológica en cuanto al poder se refiere. Antes o después la parte totalmente protecnológica tomará el control de la otra parte para explotar sus recursos. Por mencionar sólo el ejemplo más obvio, si se frena el progreso tecnológico en Estados Unidos mientras China continúa por su actual camino tecnológico, entonces China dominará el mundo y tomará lo que quiera de los recursos naturales de Estados Unidos, independientemente de los deseos de los estadounidenses.[4]

Por razones obvias, un movimiento que sea supremacista blanco no puede ser mundial. Aun cuando un movimiento no reivindicase la superioridad de ninguna raza o cultura, sino que se limitase a insistir en mantener separadas y diferenciadas las distintas razas o culturas del mundo, dicho movimiento no podría mantener a raya la tecnología, porque su actitud separatista promovería inevitablemente la rivalidad y/o el recelo entre las distintas razas o grupos étnicos. Cada raza o grupo étnico, en aras de su propia seguridad, trataría de asegurarse de tener más poder -y, por tanto, más tecnología- que otras razas o grupos étnicos. De ello se deduce que cualquier movimiento que pretenda limitar la tecnología debe hacer todo lo posible por minimizar divisiones o diferencias entre razas o grupos étnicos.[5] Por pura cuestión de estrategia, hay que promover la mezcla racial y cultural.

Los ecofascistas deberían leer CUIDADOSAMENTE “Industrial Society and Its Future”, Technological Slavery[6] y Anti-Tech Revolution. Hacerlo no cambiará sus creencias -que se basan únicamente en la emoción, no en la razón- pero al menos puede que evite que me consideren una “inspiración” y citen mis obras como apoyo de su ideología. Eso debería demostrarles que soy su adversario.

La fijación de los ecofascistas con la raza los emparenta con los izquierdistas, que también tienen una fijación con la raza. La diferencia entre ambos es sólo que para los ecofascistas la raza “blanca” es el héroe de la historia, mientras que la izquierda común convierte a esa misma raza en el villano. Los ecofascistas y los izquierdistas comunes son sólo dos caras de la misma (falsa) moneda.


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NOTA IMPORTANTE: Véase en Último Reducto: “Comentarios críticos a ‘El Ecofascismo: una rama aberrante del izquierdismo’”(https://ultimoreductosalvaje.blogspot.com/2022/09/comentarios-criticos-el-ecofascismo-una.html). 



[1] Traducción a cargo de Último Reducto de “Ecofascism: An Aberrant Branch of Leftism”. Copyright © 2019 Theodore John Kaczynski, para el original. Copyright © 2022 Último Reducto para la traducción. N. del t.

[2] Los socialistas modernos sofisticados no contemplan la eliminación de toda la empresa privada; simplemente quieren que la empresa privada se limite y se controle de tal manera que desempeñe el papel que se le asigna en su plan general para la sociedad.

[3] Fitch & Madison, 2016. N. del t.

[4]Véase “Industrial Society and Its Future”, párrafo 195 (Technological Slavery, Volume One: Revised and Expanded Edition, Fitch & Madison, 2019). [Existe edición en castellano del ensayo: La sociedad industrial y su futuro, Isumatag, 2011. N. del t.].

[5] Véase ISAIF, párrafos 191 y 192, así como Technological Slavery, página 178.

[6] Aquí Kaczynski podría estar haciendo referencia tanto a la edición ya citada como a Technological Slavery: The Collected Writings of Theodore J. Kaczynski, Feral House, 2010. N. del t.

sábado, 20 de agosto de 2022

Comentarios críticos a “En defensa de la violencia” de Ted Kaczynski

 Comentarios críticos a “En defensa de la violencia” de Ted Kaczynski

Por Último Reducto

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El artículo “En defensa de la violencia” es importante a la hora de aclarar ciertos aspectos de la postura de Theodore John Kaczynski acerca del uso de la violencia y por eso Último Reducto (UR) lo ha publicado en este blog (https://ultimoreductosalvaje.blogspot.com/2022/08/en-defensa-de-la-violencia.html). Sin embargo, hay ciertos detalles en ese texto que conviene comentar.

[...] Cualquier lector asiduo del blog debería ya saber que UR evita usar ciertas palabras típicas del vocabulario de Kaczynski, por considerarlas inadecuadas para denominar aquello a lo que pretenden referirse. En concreto, en lo que se refiere a este caso, UR considera que el uso, por cierto bastante abundante, que Kaczynski hace de la palabra “revolución” para referirse a la actividad encaminada a la destrucción del sistema tecnoindustrial por parte de un movimiento no izquierdista, contrario a la tecnología moderna, y cuyo valor principal sea la Naturaleza salvaje, es inapropiado y poco aconsejable, meramente por motivos estratégicos y prácticos


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Último Reducto 

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En defensa de la violencia

 

En defensa de la violencia[1]

Por Ted Kaczynski

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Cuando escribí al New York Times ofreciendo desistir del terrorismo si mi escrito[2] era publicado, prometí que el manifiesto no abogaría explícitamente a favor de la violencia, ya que asumí que los medios de comunicación de masas convencionales rehusarían publicar cualquier cosa que defendiese la violencia.

Por esta razón, en “Industrial Society and Its Future” (ISIF),[3] quité importancia al probable papel de la violencia en la revolución. En realidad, es casi seguro que una revolución en contra del sistema tecnoindustrial tendrá que implicar violencia en algún momento. El uso de la fuerza y la violencia son el juez en última instancia. Cuando un conflicto social importante no puede ser resuelto mediante acuerdos, el asunto se resuelve mediante la fuerza física o la amenaza de ella. Como dije en ISIF, párrafos 125–135, si tratamos de pactar con la tecnología estaremos condenados a perder. El sistema no está nunca satisfecho con ninguna situación estable, y nunca lo estará -siempre busca expandir su poder y nunca tolerará permanentemente nada que quede fuera de su control (ISIF, párrafo 164). Por tanto, el conflicto entre nosotros y el sistema es irreconciliable y al final sólo podrá resolverse mediante la fuerza física. El sistema depende de la fuerza y de la violencia para mantenerse -ésa es la función de la policía y del ejército. Si los revolucionarios renunciamos totalmente a recurrir a la violencia, nos ponemos en una situación de desventaja aplastante respecto al sistema. No estoy defendiendo la violencia indiscriminada o automática; en muchas situaciones las tácticas no violentas son las más eficaces. Sin embargo, sostengo que la violencia forma parte importante del kit de herramientas del revolucionario y que deberíamos estar preparados para usarla cuando podamos obtener una ventaja importante haciéndolo.

La razón por la cual el sistema nos enseña a horrorizarnos ante la violencia es porque la violencia de cualquier tipo es peligrosa para él. El sistema requiere orden ante todo; necesita gente que sea dócil y obediente y que no dé problemas. Roger Lane ha señalado que antes de la Revolución Industrial, la sociedad estadounidense era mucho más tolerante con la violencia de lo que lo es hoy en día y que el énfasis en la no-violencia surgió en respuesta a la necesidad del sistema industrial de contar una ciudadanía ordenada y dócil. (Véase el capítulo 12 de Violence in America: Historical and Comparative Perspectives, editado por Hugh Davis Graham y Ted Robert Gurr). Salvo por algunas excepciones, los líderes del sistema son bastante sinceros a la hora de rechazar la violencia. Aunque el sistema tiene que usar la violencia para preservarse, trata normalmente de mantener el nivel de la violencia -incluida su propia violencia- lo más bajo posible, ya que la violencia intensifica las tensiones sociales que ponen en peligro al sistema. El “poli malo” que apalea a la gente es, a su irracional manera, un rebelde contra el sistema. Para los miembros más racionales y autodisciplinados de la tecnocracia, el policía ideal es aquel que usa justo la cantidad de fuerza imprescindible, y nada más que la imprescindible, con el fin de mantener el orden público y la disciplina social.

La mayoría de la gente que insiste en la no-violencia como principio fundamental cae en alguna de las tres categorías siguientes. Primero están los conformistas -aquellos que creen en la no-violencia porque el sistema ha conseguido lavarles el cerebro. En segundo lugar están los cobardes. Y en tercer lugar, están los santos -esas personas bastante escasas cuya creencia en la no-violencia viene motivada por una compasión genuina.

En lo referente a los conformistas y los cobardes, son totalmente despreciables y no necesitamos decir más sobre ellos. Los santos, por otro lado, merecen nuestro respeto. Si aceptásemos sus principios ciertamente deberíamos dejar a un lado la revolución, pero de todos modos puede que tengan un papel importante que jugar. Durante el desorden y la violencia que probablemente acompañarán a la revolución, ellos pueden ayudar a mantener vivo el ideal de la amabilidad y la compasión; y -¿quién sabe?- quizá algún día incluso lleguen a tener un efecto práctico a la hora de reducir la cantidad de crueldad en la sociedad humana. Sin embargo, por sí mismos no podrán ganar una revolución. Para eso hacen falta combatientes duros.

En vista de los modos en que las actitudes hacia la violencia varían según las circunstancias bajo las cuales ésta se lleve a cabo, resulta obvio que, en nuestra sociedad, la mayor parte de la oposición a la violencia es meramente una cuestión de conformidad o convención social. Cuando la violencia es llevada a cabo con la aprobación del sistema (como en la guerra, por ejemplo), la mayoría de la gente la acepta. Sólo se horrorizan ante la violencia cuando el sistema la desaprueba.

Mis abogados trajeron a un neuropsicólogo, un tal Dr. Watson, para hacerme unas pruebas que verificasen que yo no estaba loco. Después de hacerme las pruebas, el Dr. Watson me hizo algunas preguntas sobre mis atentados con bombas. Entre otras cosas, me preguntó cómo me sentía respecto al impacto de mis acciones sobre las “víctimas” y sus familias y parece que le chocó bastante el hecho de que un hombre inteligente como yo pudiese matar a personas sin sentir apenas culpa y sin que el impacto en las familias de los muertos le preocupase demasiado. Sin embargo, si yo hubiese sido un soldado que hubiese matado o herido gravemente a soldados enemigos en una guerra, al Dr. Watson ni siquiera se le habría ocurrido preguntarme cómo me sentiría acerca del impacto en las víctimas o en sus familias. Nadie espera que un soldado dude a la hora de matar soldados enemigos o se preocupe acerca de cómo se sienten las familias de los muertos, y a muy pocos soldados les preocupan esas cosas. Esto muestra que la actitud de la mayoría de las personas hacia la violencia no está gobernada por la compasión sino por la convención social.

El derrumbe del sistema tecnoindustrial implicará casi con toda seguridad privaciones físicas a nivel general. Si la caída es repentina, conllevará una verdadera hambruna, ya que no habrá pesticidas ni fertilizantes químicos, ni semillas híbridas de alta tecnología, ni combustible o piezas de repuesto para la maquinaria agrícola, ni camiones y trenes para llevar los productos a las ciudades. Incluso si el sistema se desintegra más o menos gradualmente a lo largo de unas pocas décadas, es casi inconcebible que la reducción de la población y la transición a una agricultura de subsistencia puedan ser llevadas a cabo de forma tranquila y ordenada. Mucha gente sufrirá debido a la falta de alimentos o de otros productos materiales necesarios, y en tales circunstancias es seguro que habrá un desorden social generalizado y por consiguiente luchas. ¡Miren ustedes la historia! La caída rápida de una civilización va casi siempre acompañada de violencia, y cuanto más avanzada es la civilización mayor es la violencia.

El grado en que la cultura de la clase media moderna trata de suprimir la agresión, la cual forma parte normal del repertorio conductual de los seres humanos y de la mayoría de los demás mamíferos, es algo inusitado. La mayoría de las sociedades a lo largo de la historia humana han sido más tolerantes con la agresión de lo que lo es la clase media actual. Es cierto que ha habido unas pocas culturas primitivas que eran estrictamente no violentas y que las ideologías de la pasividad y la no-violencia han tomado a dichas culturas como ejemplos para tratar de mostrar lo violenta que es la sociedad moderna en comparación con el buen salvaje. Sin embargo, sea su falta de honestidad consciente o inconsciente, ignoran completamente las mucho más numerosas culturas primitivas que permitían un grado de violencia mucho mayor del que actualmente permite la moralidad de la clase media moderna. Por ejemplo, Derrick Jensen, en Listening to the Land (Sierra Club Books, 1995, página 3) elogia a los indios okanagan de la Columbia Británica por el hecho de que nunca practicaban la violencia física, pero no dice ni una palabra que reconozca el hecho de que la mayoría de las tribus indias norteamericanas eran notablemente belicosas. Muchas de las tribus incluso fomentaban la guerra como algo noble y admirable y luchaban en guerras innecesarias simplemente porque los hombres jóvenes querían obtener gloria militar. (Para que las feministas no traten de culpar sólo a esas repugnantes bestias masculinas, debo señalar que los hombres eran incitados por las mujeres. En las tribus belicosas, todas las mujeres querían que sus hijos fuesen bravos guerreros y una de las razones por las que los hombres jóvenes querían obtener prestigio militar era porque éste les hacía populares entre las muchachas).

Por supuesto, la guerra primitiva era muy diferente de la guerra moderna. Hoy en día los soldados luchan para satisfacer la ambición de los políticos o los dictadores; en las principales guerras normalmente son reclutados a la fuerza e, incluso cuando se alistan voluntariamente, por lo general lo hacen porque les han lavado el cerebro con propaganda. El campo de batalla moderno es un matadero en el cual la habilidad y el coraje de un soldado tienen escaso efecto en su probabilidad de sobrevivir. Por el contrario, los indios americanos luchaban o bien para protegerse a sí mismos y a sus familias o bien porque querían luchar. Sus batallas se producían a pequeña escala, de modo que el guerrero individual no quedaba reducido a ser un insignificante trozo de carne de cañón. Y sus conflictos no tenían como resultado ninguno de los daños ecológicos masivos que acompañan a la guerra moderna. De hecho, dado que sus guerras mantenían bajo el tamaño de la población, las consecuencias ecológicas eran positivas.

Eliminar toda la violencia aumentaría nuestra esperanza de vida, pero si bien la esperanza de vida en la sociedad moderna es probablemente mayor de lo que lo ha sido jamás en cualquier otra sociedad, la sociedad moderna está profundamente desquiciada. Ha habido muchas otras sociedades en las que la esperanza de vida era mucho menor, pero en las cuales había mucho menos estrés, frustración, ansiedad u otras formas de sufrimiento psicológico. Esto muestra que la esperanza de vida no es de suma importancia para la felicidad humana; y menos aún lo es para la libertad humana.

No quiero dar la impresión de que considero que la violencia es deseable por sí misma. Más bien lo contrario. Preferiría ver que las personas viven juntas sin causarse unas a otras daño físico, económico, psicológico o de otro tipo. Sin embargo, la eliminación de la violencia no debería encabezar nuestra lista de prioridades. La primera prioridad es librarse del sistema tecnoindustrial.

 

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NOTA IMPORTANTE: Véase “Comentarios críticos a ‘En defensa de la violencia’ de Ted Kaczynski” en este mismo blog (https://ultimoreductosalvaje.blogspot.com/2022/08/comentarios-criticos-en-defensa-de-la.html).



[1] Traducción a cargo de Último Reducto de “In Defence of Violence” (Fecha desconocida). Copyright © Theodore John Kaczynski, para el original. Copyright © 2022 Último Reducto para la traducción. N. del t.

[2] Se refiere a Industrial Society and Its Future, popularmente conocido como “Manifiesto de Unabomber”. N. del t.

[3] El texto original revisado y mejorado está disponible en Technological Slavery, Fitch & Madison, 2019, págs. 21-106. Existe traducción en castellano de la versión original: La sociedad industrial y su futuro, Isumatag, 2011. N. del t.

lunes, 15 de agosto de 2022

Progreso versus Libertad

 

Nota importante de Último Reducto


Progreso versus Libertad[1]

Por Theodore John Kaczynski

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En estas páginas se argumenta que el progreso científico y técnico continuado tendrá como resultado inevitable la extinción de la libertad individual. Utilizo la palabra “inevitablemente” en el siguiente sentido: se podrían -posiblemente- imaginar ciertas condiciones de la sociedad en las que la libertad pudiese coexistir con la tecnología sin restricciones, pero estas condiciones no existen en realidad, y no conozco ninguna forma de lograrlas, de modo que, en la práctica, el progreso científico tendrá como resultado la extinción de la libertad individual. Hacia el final de este ensayo propongo algo que parece ser lo único que se guarda cierta semejanza con un remedio práctico para esta situación.

Espero que el lector tenga paciencia cuando recite argumentos y hechos con los que tal vez ya esté familiarizado. No pretendo ser original. Simplemente creo que los argumentos a favor de la tesis expuesta son convincentes, e intento exponer los argumentos, nuevos y antiguos, de la manera más clara posible, con la esperanza de que el lector se convenza de apoyar la solución aquí sugerida, que ciertamente es una solución muy obvia, pero bastante difícil de tragar para mucha gente.

El poder de la sociedad para controlar a las personas individuales se ha expandido recientemente con gran rapidez, y se espera que se expanda aún más rápidamente en un futuro próximo. Enumeremos algunos de los avances más ominosos como recordatorio.

1.  La propaganda y las técnicas de creación de imágenes. En este contexto, no debemos pasar por alto el papel del cine, la televisión y la literatura, los cuales comúnmente se consideran arte o entretenimiento, pero que a menudo adoptan deliberadamente ciertos puntos de vista y, por tanto, sirven como medios de propaganda. Incluso cuando no adoptan deliberadamente un punto de vista explícito, sirven para adoctrinar al espectador o al lector respecto a determinados valores. Veneramos a los grandes escritores del pasado, pero aquel que considere el asunto con objetividad debe admitir que las técnicas artísticas modernas se han desarrollado hasta el punto de que las películas, novelas, etc. más hábilmente construidas de hoy en día son mucho más potentes psicológicamente de lo que lo fue, por ejemplo, Shakespeare. Las mejores de ellas son capaces de atrapar e involucrar al lector de forma muy poderosa y, por lo tanto, es de suponer que son bastante eficaces a la hora de influir en sus valores. También hay que tener en cuenta que el ciudadano medio de hoy en día “vive en las películas”, como dice el refrán. La gente pasa una gran cantidad de tiempo, cada vez mayor, sometiéndose a entretenimientos enlatados en lugar de participar en actividades espontáneas. A medida que la aglomeración y las normas y regulaciones vayan reduciendo las oportunidades de desarrollar una actividad espontánea y que las técnicas de entretenimiento que se están desarrollando vayan haciendo que el producto enlatado resulte cada vez más atractivo, podemos suponer que la gente vivirá cada vez más en el mundo del entretenimiento de masas.

2.  Un énfasis creciente entre los educadores a la hora de “guiar” el desarrollo emocional del niño, junto con una actitud cada vez más científica respecto a la educación. Por supuesto, los educadores siempre han intentado en cierta medida moldear las actitudes de sus alumnos, pero antes sólo lograban un grado limitado de éxito, simplemente porque sus métodos no eran científicos. La psicología educativa está cambiando esto.

3.  El condicionamiento operante, a la manera de B.F. Skinner y sus amigos. (Por supuesto, esto no puede separarse totalmente del punto (2)).

4.  Control físico directo de las emociones a través de electrodos y “quimitrodos” insertados en el cerebro. (Véase el libro de José M. Rodríguez Delgado, Physical Control of the Mind).

5.  Entrenamiento de biorretroalimentación, a la manera de Joseph Kamiya y otros.

6.  Futuras “píldoras para la memoria” u otros fármacos diseñados para mejorar la memoria o aumentar la inteligencia. (El lector posiblemente asuma que los puntos (5) y (6) no presentan ningún peligro para la libertad porque se supone que su uso es voluntario, pero discutiré este punto más adelante).

7. Futura ingeniería genética, eugenesia y otras técnicas relacionadas.

8. Marvin Minsky, del MIT (uno de los principales expertos en informática del país) y otros informáticos predicen que dentro de quince años, o posiblemente mucho menos, habrá ordenadores sobrehumanos con capacidades intelectuales muy superiores a aquellas de las que los seres humanos son capaces. Hay que subrayar que estos ordenadores no se limitarán a realizar las llamadas operaciones “mecánicas”, sino que serán capaces de pensar de forma creativa. Mucha gente se muestra incrédula ante la idea de un ordenador creativo, pero recordemos que (a menos que se recurra a explicaciones sobrenaturales del pensamiento humano) el propio cerebro humano es un ordenador electroquímico que funciona según las leyes de la física y la química. Además, los hombres que han pronosticado estos ordenadores no son chiflados, sino científicos de primera categoría. Es difícil decir de antemano cuánto poder pondrán estos ordenadores en manos de lo que se llama vulgarmente el “establishment”, pero este poder será probablemente muy grande. Hay que tener en cuenta que estos ordenadores estarán totalmente bajo el control de la élite científica, burocrática y empresarial. El ciudadano medio no tendrá acceso a ellos. A diferencia del cerebro humano, los ordenadores no tienen prácticamente restricciones en cuanto al tamaño (y, lo que es más importante, no hay restricciones en cuanto al número de ordenadores que pueden conectarse a larga distancia para formar un único cerebro), por lo que no hay restricciones a sus memorias o a la cantidad de información que pueden asimilar y correlacionar. Los ordenadores no están sujetos a la fatiga, la distracción o a los problemas emocionales. Trabajan a una velocidad fantástica. Dado que un ordenador puede duplicar las funciones del cerebro humano, parece claro, a la vista de las ventajas enumeradas anteriormente, que posiblemente ningún cerebro humano podría competir con un ordenador de este tipo en ningún campo de trabajo.

9.  Diversos dispositivos electrónicos de vigilancia. Éstos se están utilizando ya. Por ejemplo, según los informes de los periódicos, la policía de la ciudad de Nueva York ha establecido recientemente un sistema de vigilancia por televisión durante las 24 horas del día en ciertas zonas problemáticas de la ciudad.


                          [Este texto es más largo, para seguir leyéndolo haz click aquí]

[1] Traducción a cargo de Último Reducto de “Progress vs. Liberty”. (Fecha desconocida, probablemente 1971 ó 1972). Copyright © Theodore John Kaczynski, para el original. Copyright © 2022 Último Reducto para la traducción. N. del t.

sábado, 30 de julio de 2022

INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA X: sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, y las dinámicas del sistema tecnoindustrial mundial.

 


ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA X: sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, y las dinámicas del sistema tecnoindustrial mundial.

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A: ¿Qué piensa usted sobre la actual guerra entre Ucrania y Rusia?

Para mí, esta guerra es una prueba del argumento que Ted Kaczynski da en el capítulo 2 de Anti-Tech Revolution, que dice que la selección natural favorece a los sistemas autopropagantes que persiguen el beneficio a corto plazo sin preocuparse por las consecuencias a largo plazo. Y tanto Ucrania como Rusia son dos sistemas tecnológicos que deben ser eliminados tan pronto como sea posible.

Sin embargo, yo creo que Rusia es menos mala en este caso y estoy a favor de Rusia. No tengo buenas razones para apoyar a Rusia. Simplemente odio el hecho de que las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos estén apoyando a Ucrania y la propaganda pro-ucraniana de todos los medios occidentales. Y por lo menos Rusia está destruyendo las infraestructuras tecnológico-industriales de Ucrania.

UR: En realidad no tengo mucho interés en este conflicto y no he buscado mucha información sobre él. Así que no conozco esta guerra muy en detalle. De todos modos, puedo decirle algunas cosas acerca de ella:

·      Es difícil saber la verdad acerca de los sucesos que se están produciendo. Hay desinformación y propaganda sesgada por ambas partes.

·      La competencia y la selección darwinista entre sistemas autoperpetuantes y expansivos (lo que Kaczynski llama “sistemas autopropagantes”) puede tomar muchas formas y ser muy compleja. Las guerras son sólo una de las más ostentosas de dichas formas. Sin embargo, la principal competencia en este caso, en esta guerra, se está produciendo entre los Estados Unidos, la UE y la mayoría de los países  “occidentales” industrializados por un lado y Rusia y algunos de sus aliados (algunas de las antiguas repúblicas soviéticas, por ejemplo) por el otro (y quizá China como una tercera parte; véase más adelante), no sólo ni principalmente entre Rusia y Ucrania.

·      Inclinarse a favor de Rusia sólo porque uno odia la postura protecnológica de los Estados Unidos o porque los Estados Unidos, la UE y otros países “occidentales” muy industrializados apoyan a Ucrania, es similar a apoyar el derechismo sólo porque uno odia el izquierdismo. No me parece una actitud muy racional (por decirlo cortésmente). Los enemigos de nuestros enemigos no siempre son nuestros amigos. Nuestro enemigo es el sistema tecnoindustrial y todos esos países, independientemente del lado en que se sitúen en la guerra, son parte de este sistema.

Y algo semejante podría decirse de la presente tendencia generalizada a posicionarse a favor de Ucrania sólo porque aparentemente es la víctima en este conflicto. Ser una víctima no es siempre necesariamente lo mismo que ser bueno, tener la razón o merecer simpatía o compasión. Los motivos para posicionarse a favor de una de las partes (o de ninguna) deberían ser mucho más racionales y prácticos que meramente las emociones cultural y subjetivamente sesgadas.

·   El sistema tecnoindustrial mundial está constituido por un montón de subsistemas llamados países, pero no todos los países son igualmente poderosos o importantes en la competencia por el poder (“poder” en el sentido de capacidad de influir y controlar las circunstancias) y los recursos (“recursos” en el sentido más amplio del término, es decir, espacio, poblaciones, energía y materiales) dentro del sistema tecnoindustrial mundial. Hoy en día son básicamente tres los bloques que tienen la hegemonía y pueden ser considerados superpotencias mucho más influyentes e importantes que el resto de países:

1) EE.UU., la UE y el resto de países altamente industrializados, llamados “occidentalizados” (Corea del Sur, Japón, Canadá, Reino Unido, Australia, Israel, etc.).

2) Rusia y sus aliados.

3) China.

Y muy probablemente son los que influirán principalmente en el desarrollo futuro  del sistema tecnoindustrial mundial. Al menos en el futuro cercano.

·    Esta guerra, como todas las guerras que implican a superpotencias, viene causada en última instancia por la competencia por los recursos y por los intentos de controlar el acceso a ellos o el comercio y la distribución de los mismos (o de los productos fabricados con ellos). No deberíamos dejarnos engañar por las pantallas de humo idealistas basadas en supuestas causas románticas de la guerra (como los ideales humanitarios, patrióticos o nacionalistas, por ejemplo). Este tipo de ideas románticas e idealistas son sólo un barniz para cubrir las causas materiales reales de las guerras (o los motivos para tomar parte en ellas). Mucho menos deberíamos creernos las explicaciones basadas en la voluntad, la psicología o la personalidad de algunos de los líderes de las partes implicadas (ya sabe, cosas como “Putin es un megalómano” o “Putin es un psicópata”). De nuevo no son más que pantallas de humo. Deberíamos recordar siempre que los sistemas socioculturales funcionan y evolucionan, sobre todo a largo plazo y gran escala, siguiendo  en gran medida dinámicas mecánicas, ciegas, impersonales y no conscientes, fuerzas objetivas que son en su mayor parte independientes de las voluntades individuales. Incluso de las voluntades individuales de sus líderes. Los líderes han de seguir esas dinámicas y han de adaptar su comportamiento a los límites y las restricciones impuestas por esos procesos ciegos y automáticos, y no tanto al revés. Y si no lo hacen, acaban siendo descartados y eliminados y reemplazados por otros líderes más funcionales que se adapten mejor y sigan las dinámicas del sistema –la selección darwinista también actúa aquí.

En el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania, sospecho que la guerra tiene mucho que ver con los gaseoductos que traen el gas ruso desde Rusia a Europa occidental. Como ya he dicho, no conozco muy en detalle la situación, de modo que no puedo explicar exactamente y detalladamente cómo el gas está causando e influyendo en esta guerra, pero no dudo que lo esté haciendo, y mucho. Las causas estratégicas también podrían tener un gran peso en este conflicto (por ejemplo, para contrarrestar la supuesta expansión de la OTAN hacia el este), pero en el fondo una causa estratégica es también una causa material y está muy relacionada con obtener o preservar el control sobre los recursos y el comercio.

Una hipótesis explicativa bastante posible podría ser que la guerra de Ucrania podría ser una maniobra geopolítica orquestada por EE.UU. con el fin de forzar a los países de la Unión Europea a cortar su comercio (especialmente de gas natural) con Rusia para que EE.UU. pudiese ocupar el lugar de Rusia como proveedor (es decir, vendedor) y así mantener a la UE en gran medida dependiente económica y físicamente (es decir, en lo que respecta a los recursos) de EE.UU. Para lograr esto, y dado que EE.UU. sabía que Rusia no permitiría que Ucrania se uniese a la OTAN, EE.UU. incitó a la OTAN a comenzar las negociaciones para incluir a Ucrania en su seno, de modo que Rusia acabó invadiendo Ucrania y, entonces, EE.UU. se ha salido con la suya en lo referente a impedir las relaciones comerciales (o al menos obstaculizarlas en gran medida) entre los países europeos y Rusia y que así la UE aumentase aún más su dependencia de EE.UU. al menos de momento. Ya veremos en qué acaba todo al final.

·    No se puede predecir exactamente el resultado de esta guerra, dado que el desarrollo de los sistemas y procesos complejos es en gran medida impredecible más allá de un horizonte de sucesos muy restringido, pero creo que es probable que debido a este conflicto:

a) La UE, y Europa en general, acabe perdiendo acceso a recursos, peso político y económico internacional, etc. No sólo debido a su ubicación geográfica –los países europeos están mucho más cerca de Rusia que los EE.UU., así que se verían directamente afectados si la guerra se expandiese hacia el oeste-, sino sobre todo porque Europa prácticamente carece de recursos propios, depende del comercio mundial para casi todo, de modo que Europa está en una situación muy subordinada (de hecho lo lleva estando cada vez más desde hace muchas décadas; al menos desde finales de la era colonial)  y si los canales comerciales internacionales cambian debido a la guerra o si los precios suben, etc. entonces Europa estará en una situación muy difícil. Los subsistemas (es decir, en este caso los países o grupos de países) del sistema tecnoindustrial mundial, sobre todo aquellos que no son superpotencias, son en la actualidad demasiado dependientes de los demás países como para cortar real y completamente la mayoría de sus relaciones mutuas. Las relaciones entre ellos pueden cambiar a lo largo del tiempo, inclinándose hacia un lado u otro dependiendo del país y de la situación, pero ningún país puede ser completamente autosuficiente. En concreto, la relación de la UE con Rusia está empeorando debido a la actual postura proucraniana de la mayoría de sus miembros (aunque esto podría cambiar con el tiempo y probablemente lo haga) y ello afectará negativamente al acceso de éstos a los recursos y mercado rusos. La UE es demasiado dependiente materialmente de otros países o superpotencias como para permitirse posicionarse demasiado estrictamente a favor de ninguno de los bandos en esta guerra (me refiero a los EE.UU. y a Rusia), pero al mismo tiempo la UE no puede mantenerse completamente neutral precisamente por la misma razón (ya es demasiado dependiente de los Estados Unidos y muchos de sus miembros forman parte de la OTAN). De hecho, la propia UE no es ya una superpotencia, sólo un aliado subordinado de una superpotencia real: los EE.UU. Visto lo visto, la postura proucraniana y antirrusa de la UE y sus sanciones contra Rusia, si realmente son puestas en práctica y mantenidas en el tiempo y llegan a ser algo más que gestos simbólicos y vacíos, muy probablemente resultarán contraproducentes y acabarán dañando más a la propia UE que a Rusia. En resumidas cuentas,  Rusia necesita a la UE mucho menos de lo que la UE necesita a Rusia (o por la misma razón, a los EE.UU. o a China).

b) China acabe ganando acceso a recursos, peso político y económico internacional, etc. Si el comercio y las relaciones directas entre EE.UU. o la UE y Rusia se cortan, entonces Rusia probablemente aumente su comercio y relaciones con China, y China a su vez comerciará con el resto del mundo, incluidos EE.UU. y la UE, de modo que China siempre saldrá ganando,  bien directamente o indirectamente, actuando como intermediario.

c) El funcionamiento y desarrollo del sistema tecnoindustrial (mundial) tomado en su conjunto probablemente no se vea muy afectado. Al menos no de forma lo suficientemente negativa como para debilitarse profundamente o colapsar.

·     Deberíamos tener siempre muy en cuenta el trasfondo general y permanente: el desarrollo general del sistema tecnoindustrial (mundial), y no deberíamos permitir que los sucesos concretos, coyunturales y geográficamente/temporalmente restringidos nos distraigan demasiado. Siempre deberíamos situar los sucesos concretos dentro del panorama general y no centrar nuestra atención en ellos más de lo estrictamente necesario. No deberíamos dejar que los árboles nos impidan ver el bosque. De hecho, deberíamos ver tanto el bosque como los árboles, pero no principalmente ni sólo los árboles, sino siempre también el bosque.

·   Y en lo que respecta a “que persiguen el beneficio a corto plazo sin preocuparse por las consecuencias a largo plazo”, ya he comentado en otra parte que veo algunos puntos demasiado flojos en el modo en que Kaczynski formuló y presentó su teoría acerca de la competencia y la selección darwinistas entre los llamados “sistemas autopropagantes” en Anti-Tech Revolution; y éste podría ser uno de ellos. Por un lado, dada la gran impredecibilidad inherente a los sistemas y dinámicas complejos, es en realidad imposible que sus gestores y dirigentes actúen tomando en cuenta las consecuencias a largo plazo, aun cuando quisiesen intentarlo, ya que nunca podrán saber exactamente cuáles serán muchas de esas consecuencias a largo plazo. E incluso si hiciesen pronósticos acerca de las consecuencias más probables, sus previsiones acerca de ellas fuesen acertadas e intentasen tenerlas en cuenta, no tendrían mucho éxito, ya que la impredecibilidad inherente a los sistemas y procesos complejos también conlleva que sean inherentemente incontrolables en gran medida. Además del hecho, señalado por Kaczynski y otros (como Steven LeBlanc y Katherine Register) de que, en principio, aquellos sistemas cuyos gestores y dirigentes (o miembros en general) tuviesen en cuenta las futuras consecuencias de su actual funcionamiento con objeto de restringirlo, se pondrían a sí mismos en una situación de inferioridad inmediata en comparación con aquellos sistemas cuyos líderes (o miembros) no tuviesen en cuenta las consecuencias a largo plazo  y actuasen sólo centrándose en los beneficios a corto plazo. Por otro lado, en principiopodría haber situaciones en las que esta regla de que los sistemas tienden a no tener en cuenta las consecuencias a largo plazo no funcione, ya que todas las partes implicadas en la competencia podrían ser conscientes de que podría haber probables consecuencias negativas para todas ellas y por tanto podría ser que todas estuviesen de acuerdo en tenerlas en cuenta y evitar que sucediesen.  Y, por ejemplo, esto podría llevar ocurriendo desde hace décadas en lo referente al uso de armas nucleares por parte de las superpotencias y de otros países que las poseen: saben que usarlas probablemente signifique el suicidio, o al menos resulte en un daño enorme e inaceptable para sí mismas, de modo que tratan de no usarlas y sólo muestran ostensiblemente que las poseen para disuadir al resto de países que también las poseen de usar las suyas. Esta es la razón por la que digo más arriba que una guerra mundial, aunque de hecho es posible, no es tan probable como algunos parecen creer: no sería buena para ninguno de los subsistemas que compiten entre sí dentro del sistema tecnoindustrial mundial. De hecho, sería bastante mala para todos ellos y, por tanto, para el sistema tecnoindustrial mundial en su conjunto.


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sábado, 25 de junio de 2022

INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA IX (Parte II): sobre evolución genética reciente en seres humanos, diferencias raciales en el cociente intelectual, materialismo y selección darwinista y competencia entre sistemas.

 




ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA IX (Parte II): sobre evolución genética reciente en seres humanos, diferencias raciales en el cociente intelectual, materialismo y selección darwinista y competencia entre sistemas.

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WR: ¿Cómo sabe usted que la psicología humana no ha cambiado en los últimos 12.000 años desde la invención de la agricultura? He oído decir que, dado que otras cosas han cambiado (altura/talla, color de la piel y de los ojos, cambios en la dieta como la tolerancia a la lactosa, inteligencia media) desde la introducción de la agricultura, también seríamos psicológicamente diferentes. Que, por razones biológicas, muchos aspectos de nuestra actual psicología no se aplicarían a los pueblos primitivos. Ahorrar para el futuro a largo plazo sería uno de esos teóricos cambios psicológicos. Este gran cambio implicaría que la vida primitiva ya no sería el estilo de vida psicológicamente más natural para los humanos actuales.

UR: Supongo que cuando habla usted de “cambios psicológicos” se refiere en realidad a cambios genéticos (es decir, cambios en el genotipo) que determinan cambios en los rasgos psicológicos (es decir, cambios en los fenotipos psicológicos o comportamientos). Esta es una buena pregunta.

También yo he visto defender a algunas personas que hemos cambiado genéticamente de forma sustancial durante los últimos 12.000 años, basándose en el hecho de que algunas de las poblaciones humanas han sufrido realmente algunos cambios genéticos durante este periodo de tiempo en lo que respecta a algunos rasgos (básicamente en lo que respecta a la capacidad de digerir la lactosa, y quizás cambios en el color de la piel y de los ojos hacia tonos más pálidos en las poblaciones del norte de Europa, y cosas similares). No estoy de acuerdo con ellos. Creo que no están teniendo en cuenta algunos detalles importantes. Los rasgos a los que se refieren o bien son rasgos físicos determinados genéticamente o bien rasgos físicos y psicológicos determinados grandemente por la cultura o el medio ambiente. La tolerancia a la lactosa, por ejemplo, está ciertamente determinada por cambios en un gen (es un rasgo monogénico), y es un ejemplo de evolución reciente por selección artificial/cultural debido a la cría de ganado y al uso de su leche como alimento. Pero muchos otros rasgos, especialmente los psicológicos, no suelen estar determinados por un solo gen, sino por la interacción de algunos genes (son rasgos poligénicos). En estos casos, la probabilidad de que se produzca una mutación en cada uno de los genes que determinan estos rasgos poligénicos es mucho menor, por simple matemática: la probabilidad de un suceso es un número entre 1 y 0, de modo que la probabilidad de que algunos sucesos ocurran simultáneamente (en este caso, que todos los genes implicados en un cambio psicológico muten) es el producto de las probabilidades de cada suceso individual (en este caso la probabilidad de mutación de cada gen). Y el producto de las cantidades entre 0 y 1 es siempre menor -a menudo mucho menor- que cada una de las cantidades multiplicadas. Esto implica que la probabilidad de un cambio psicológico, en el que todos o la mayoría de los genes implicados tienen que mutar, es mucho menor que la probabilidad de un cambio físico en el que esté implicado un solo gen. Y ésta es la razón por la que creo que no ha habido muchos cambios genéticos que hayan tenido efectos psicológicos importantes en los humanos durante los últimos 12.000 años. Además, la expresión de muchos de los rasgos psicológicos y físicos (fenotipos) a los que se refieren estas personas está muy influenciada por el entorno. Así que probablemente, si realmente ha habido algunos cambios en los fenotipos (tanto en algunos rasgos psicológicos como en muchos físicos) podrían estar causados por los cambios en la ideología de sus culturas y sociedades (para los rasgos psicológicos), y por los cambios en sus estilos y condiciones de vida, como la nutrición, el saneamiento, etc. (sobre todo para los rasgos físicos) y no tanto por cambios genéticos. Por ejemplo, la altura/talla está muy influenciada por la nutrición y no sólo por la genética, y la inteligencia probablemente también, al menos en cierta medida. Y otros rasgos como la tendencia a “ahorrar para el futuro”, son obviamente el tipo de comportamientos que pueden verse muy influenciados por las ideologías, valores y demás aspectos del entorno social de cada individuo. O simplemente por la tecnología o la estructura social. Pero los genotipos, es decir, los genes, muy probablemente sean prácticamente los mismos y no hayan cambiado mucho. Hoy en día, el comportamiento de las personas (fenotipo psicológico) en las sociedades tecnoindustriales puede tender a ser más pacífico, dócil, neurótico, cooperativo, gregario, etc., pero, como dije más arriba, es matemáticamente improbable que sea debido a mutaciones poligénicas, así que tiene que ser por cambios en su entorno. En la ideología social y en las condiciones de vida más exactamente.


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