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sábado, 20 de febrero de 2021

SOBRE LA IDEALIZACIÓN PRIMITIVISTA DE LOS PUEBLOS PRIMITIVOS



Nota importante de Último Reducto

SOBRE LA IDEALIZACIÓN PRIMITIVISTA DE LOS PUEBLOS PRIMITIVOS[1]

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Mitos del primitivismo: una entrevista con Ted Kaczynski.

Veganarsý: Según parece, al principio eras matemático y en aquella época no pensabas lo mismo que ahora. ¿Qué te hizo cambiar de ideas? ¿Cuándo comenzaste a pensar que el problema era la civilización? ¿Puedes contar en pocas palabras por qué rechazas la civilización? ¿Cómo y cuándo decidiste irte a vivir a los bosques y dedicarte a poner bombas?

Ted Kaczynski: Una respuesta completa a estas preguntas sería demasiado larga y complicada, pero diré lo siguiente:

El proceso por el cual llegué a rechazar la modernidad y la civilización comenzó cuando yo tenía once años. A esa edad comencé a sentirme atraído por el modo de vida primitivo a consecuencia de leer acerca de la vida del hombre de Neanderthal. A lo largo de los años siguientes, hasta mi ingreso en la universidad de Harvard a la edad de dieciséis años, solía soñar con escapar de la civilización e irme a vivir a algún lugar salvaje. Durante el mismo periodo, mi desagrado hacia la vida moderna fue creciendo mientras me iba haciendo cada vez más consciente de que en la sociedad industrial las personas estaban reducidas a la condición de meros engranajes de una maquinaria, de que carecían de libertad y estaban a merced de grandes organizaciones que controlaban las condiciones en las que vivían.

Tras ingresar en la universidad de Harvard me apunté a algunos cursos de antropología, que me enseñaron más acerca de los pueblos primitivos e hicieron que anhelase adquirir algunos de los conocimientos prácticos que les permitían vivir en la naturaleza. Por ejemplo, deseaba tener sus conocimientos acerca de plantas comestibles. Pero no tuve idea de dónde adquirir ese conocimiento hasta un par de años más tarde, cuando descubrí, para mi sorpresa, que había libros acerca de plantas silvestres comestibles. El primero de tales libros que compré fue Stalking the Wild Asparagus, de Euell Gibbons, y a partir de entonces cuando volvía a casa durante los veranos, iba varias veces a la semana a la Reserva Forestal del Condado de Cook cerca de Chicago a buscar plantas comestibles. Al principio me parecía intimidante y extraño meterme totalmente solo en el bosque, lejos de cualquier carretera o camino. Pero a medida que fui conociendo el bosque y muchas de las plantas y animales que lo habitaban, el sentimiento de extrañeza fue desapareciendo y me fui sintiendo cada vez más a gusto en zonas boscosas. También fui teniendo cada vez más claro que no quería pasar toda mi vida en la civilización y que quería irme a vivir a algún lugar salvaje.

Al mismo tiempo, se me daban bien las matemáticas. Era entretenido resolver problemas matemáticos, pero en el fondo las matemáticas eran algo aburrido y vacío ya que para mí carecían de finalidad real alguna más allá del placer que obtenía de ellas. En otras palabras, eran una actividad sustitutoria. Si hubiese trabajado en matemáticas aplicadas habría contribuido al desarrollo de esa misma sociedad tecnológica que tanto odiaba, así que trabajaba únicamente en matemáticas puras. Pero las matemáticas puras eran sólo un juego. Entonces no podía entender, y sigo sin entenderlo, cómo los matemáticos pueden estar contentos dedicando toda su vida a un simple juego. Yo me sentía completamente insatisfecho con ese tipo de vida. Sabía lo que quería: irme a vivir a algún lugar salvaje. Pero no sabía cómo hacerlo. En aquellos días no existía el movimiento primitivista, ni gente aficionada a la supervivencia y cualquiera que abandonase una prometedora carrera de matemáticas para irse a vivir a los bosques o a las montañas habría sido tomado por estúpido o por loco. No conocía ni siquiera una sola persona que hubiese podido entender por qué yo quería hacer tal cosa. Así que, en el fondo de mi alma, estaba convencido de que nunca sería capaz de escapar de la civilización.

Dado que encontraba la vida moderna absolutamente inaceptable, me fui sintiendo cada vez más descorazonado hasta que, a la edad de 24 años, sufrí una especie de crisis: me sentía tan desgraciado que me daba igual vivir que morir.

Pero, al llegar a ese punto, tuvo lugar un cambio repentino: me di cuenta de que si me daba igual vivir que morir, entonces no tenía por qué temer las consecuencias de nada de lo que hiciese. Por tanto podía hacer lo que quisiese. ¡Era libre! Ése fue el gran punto de inflexión en mi vida, porque fue entonces cuando adquirí un coraje que no me ha abandonado desde entonces. Fue en esa época también cuando llegué a estar seguro de que pronto me iría a vivir a la naturaleza, fueran cuales fueran las consecuencias.

Pasé dos años impartiendo clases en la Universidad de California para ganar dinero, después abandoné mi plaza de profesor y me fui a buscar un lugar boscoso donde vivir.


[Este texto es mucho más largo, para seguir leyéndolo haz click aquí].

[1] Traducciones a cargo de Último Reducto de:

·      “Myths of Primitivism: an interview with Ted Kaczynski”. Entrevista realizada por el grupo turco Veganarsý y publicada en Anarchy: A Journal of Desire Armed, nº 61, Primavera-Verano, 2006. (La traducción de las preguntas es aproximada ya que el inglés de Veganarsý no es demasiado bueno).

·      Carta de Kevin Tucker en respuesta a “Myths of primitivism”. La carta original fue publicada en Anarchy: A Journal of Desire Armed, nº 62, Otoño-Invierno, 2006, páginas 72-73. Kevin Tucker es el redactor de la revista anarcoprimitivista estadounidense Species Traitor. (La presente traducción es sólo aproximada. La ineptitud tipográfica de los redactores de Anarchy unida al enrevesado estilo de expresión de Tucker hacen que realizar una traducción fiable no resulte fácil. Último Reducto recomienda a aquellos lectores que sepan inglés y tengan acceso al número correspondiente de la revista Anarchy que revisen por su cuenta el original de este texto)

·    Carta de Ted Kaczynski en respuesta a Kevin Tucker. Carta original publicada en Anarchy: A Journal of Desire Armed, nº 63, Primavera-Verano, 2007, Páginas 81-82. N. del t.