Algunos
comentarios en referencia a los comunicados de Individualidades Tendiendo a lo
Salvaje.
Tras leer los cinco comunicados que Individualidades Tendiendo a lo Salvaje[2]
(I.T.S. en adelante) ha hecho públicos
en http://liberaciontotal.lahaine.org, Último Reducto (U.R. en
adelante) desea hacer algunos comentarios acerca de estos textos:[3]
U.R. no va a entrar
aquí en el manido y normalmente estéril debate acerca de lo adecuado de usar o
no la violencia como medio para combatir el sistema tecnoindustrial. Las
críticas de U.R. irán por otros derroteros.
1. Es
de lamentar la abrumadora cantidad de faltas de ortografía, errores de
sintaxis, fallos de concordancia, defectos de estilo, faltas de puntuación,
etc., que aparecen en sus cuatro primeros comunicados, ya que hacen que su
lectura resulte mucho más difícil y menos atractiva de lo que cabría desear.
Probablemente
algunos crean que esta crítica es algo superficial, que lo importante es el
contenido de los comunicados, no su forma. Y, en cierto modo, tienen parte de
razón. Pero, sin negar que lo fundamental es lo que se dice y que cómo se dice
es algo secundario, hay que señalar que cuidar las formas es también
importante, aunque sólo sea por motivos puramente prácticos. Una pésima gramática
y un mal estilo a la hora de expresarse dificultan no ya que muchos lectores
interpreten correctamente el texto sino que simplemente se tomen la molestia de
leerlo hasta el final. Si casi a cada renglón han de andar parando,
esforzándose por pasar por alto y/o corregir mentalmente las faltas
ortográficas, o releyendo una y otra vez las frases tratando de imaginar el
verdadero sentido de lo que leen a causa de los fallos de estilo y
sintaxis, la función del texto como medio de expresión y difusión se ve
muy mermada. Además, el que I.T.S. use tan mal el español en dichos
comunicados podría facilitar que ciertos tecnófilos (y demás gentes que se
escandalizan con los ataques, verbales o no, a la tecnología moderna, a los
valores izquierdistas y a la civilización) escurran el bulto realizando
críticas superficiales a las formas y evitando profundizar en el contenido de
los comunicados. Para muchos resultará más fácil tachar a I.T.S. de panda de incultos a causa de su
mala gramática, y desechar con ello de antemano la validez de todo lo que I.T.S. dice, que esforzarse por comprenderlo
y por trabajar una respuesta seria a sus ideas. Si quienes se posicionan en
contra del sistema tecnoindustrial y de la civilización desean que sus ideas
y/o actos sean tomados en serio, tanto por sus posibles aliados como por sus
enemigos (y es de suponer que por eso hacen públicas sus ideas mediante
textos), deberían dejar claro que no son un puñado de desgarramantas
irracionales, ignorantes y/o negligentes, esforzándose por realizar su labor de
la forma más competente posible (aunque ello implique tomarse la molestia de
aprender o ejercitar ciertas habilidades lingüísticas y revisar y corregir
adecuadamente los textos antes de hacerlos públicos; además de formarse,
documentarse, etc., en otros aspectos no lingüísticos).
Hay que
señalar, de todos modos, que en su 5º comunicado (aquel del 19-12-11, en el que
reivindican la autoría del ataque a Greenpeace,), se aprecia una notable
mejoría en este aspecto.
2. También en relación
al uso del lenguaje, cabe señalar que el tono excesivamente insultante y
despectivo que usa I.T.S. no sólo al referirse a los tecnófilos,
sino también al referirse a los izquierdistas, a los defensores de otras
versiones de la teoría contraria a la civilización y a la gente en general,
sobra. Y sobra, no porque muchos de ellos no merezcan desprecio, sino porque
expresarlo de un modo tan exagerado no aporta nada a la comprensión racional
del texto y puede dar la impresión (verdadera o no, a efectos prácticos eso da
igual) de que los miembros de I.T.S. sufren una carencia de autocontrol
sobre sus emociones y que la finalidad encubierta de sus comunicados es, ante
todo, desfogarse.[4] Y esto podría restar también respetabilidad a sus
comunicados.
3. Y, siguiendo con la
crítica práctica de las formas, hay que señalar que los comunicados de I.T.S. tienden
a ser excesivamente largos y a contener redundancias, digresiones y fragmentos
innecesarios (por ejemplo, Último Reducto todavía está
preguntándose a qué venía la supuesta formula matemática del principio de
causalidad en su 4º comunicado). Se podría decir lo fundamental con muchas
menos palabras, y ello favorecería la lectura y su comprensión por parte de los
lectores.
De hecho, el mero sentido común debería haber dictado a I.T.S. la conveniencia de medir las palabras
y ser breve y conciso a la hora de reivindicar sus acciones aunque sólo sea
para no dar pistas innecesariamente.
Esto es todo en lo que se refiere a la importancia práctica de cuidar las
formas. A continuación U.R. realizará algunas críticas acerca de los contenidos
de los comunicados de I.T.S.
4. Resulta
obvio que I.T.S. se ha
basado en las obras de Ted Kaczynski (alias Unabomber o
Freedom Club -F.C. en adelante-) y U.R., entre otros, a la hora de
expresarse.[5] Pero hay que señalar que I.T.S., en opinión de U.R.,[6] ha malinterpretado algunos aspectos
de las ideas de Kaczynski,
a pesar de ser evidente que I.T.S. ha entendido la mayor parte de las
mismas (cosa que no puede decirse de la mayoría de quienes se creen afines a
él; ni tampoco de la mayoría de sus críticos).
Así, en
el 2º comunicado, I.T.S. da a entender que Ted Kaczynski defiende
que hay que “educar a la gente sobre que la tecnología nos llevara [sic] a nuestra destrucción”,
cuando Kaczynski jamás
ha defendido tal cosa. De hecho, más bien ha manifestado que aquellos que
pretenden combatir el sistema tecnoindustrial no deberían perder el tiempo ni
las energías tratando de convencer a la mayoría de la gente de que tienen razón
ni de ponerla de su parte (véase, por ejemplo, La Sociedad Industrial y Su Futuro, párrafo 189 [7]).
También
en el 2º comunicado, dice I.T.S. que “[Kaczynski] dice también que un cambio de valores debería de ir de
la mano de esa educación impartida desde ahora, [y que] Kaczynski se ha basado en la
‘revolución’ francesa para poner el ejemplo de que durante el renacimiento [sic] nuevos valores empezaron a florecer
en Europa en la mente de muchxs [sic]
y justo después se suscitaba el levantamiento en Francia”, y de nuevo se
equivoca. En primer lugar, cuando Kaczynski habla
de un cambio de valores como preludio de una revolución, no se refiere a educar
a las masas para que acepten los nuevos valores, sino a que un requisito para
que las revoluciones se produzcan es que surjan unos valores e ideas nuevos que
desafíen a los viejos. No habla para nada de “educar” a la gente, ni que dichos
valores deban extenderse a toda la sociedad previa o simultáneamente mediante
la educación.[8] Y en segundo lugar, Kaczynski es lo suficientemente culto como para saber que
entre el Renacimiento y la revolución francesa mediaron varios siglos (¿“justo
después”?). Una cosa es la Ilustración (que es de lo que habla Kaczynski[9]) y otra el Renacimiento. Si
uno no sabe diferenciarlos, ¿cómo espera que le tomen en serio?
En el mismo comunicado, I.T.S. yerra al decir que Kaczynski ha dicho que “ahora
mucha gente esta [sic] cuestionándose
la utilización de la tecnología y que esta [sic]
pensando seriamente en abandonarla”. Lo que Kaczynski ha dicho es que cada vez es más la gente inteligente que
se cuestiona seriamente el progreso tecnológico,[10] lo cual no es para nada lo
mismo. Los individuos suficientemente inteligentes para poder cuestionar
seriamente el progreso tecnológico son y serán siempre una pequeña minoría.
Sólo que, dentro de esa minoría, cada vez son más quienes lo hacen.
I.T.S., en sus comunicados,
critica a Kaczynski por
defender el concepto de revolución. U.R. dejará para más adelante la discusión
sobre lo acertado de dicha crítica y se centrará aquí sólo en señalar que I.T.S. parecen no tener muy claro cuál es el
concepto de revolución[11] que defiende Ted Kaczynski, ya que, por ejemplo, dan a entender que toda
revolución busca no sólo destruir la sociedad preexistente, sino construir una
nueva. Pero en La Sociedad Industrial y Su Futuro, párrafos 104
(Cuarto Principio de la Historia) [12] y 182 [13], sin ir más lejos, F.C. deja
claro que no se debe tratar de crear una nueva sociedad, sino sólo de destruir
la preexistente.[14]
Dice también I.T.S., en ese
2º comunicado, que “[…] Kaczynski esta
[sic] en una cárcel de máxima
seguridad, aislada [sic] del mundo
que le rodea desde 1996; seguramente si saldría [sic] de la cárcel en este preciso momento, se daría cuenta de el [sic] error que ha cometido al escribir
esta declaración tan vaga […]”. Parece ser que algunos de quienes hablan
públicamente de Kaczynski sin
haber tratado antes siquiera realmente de tener contacto con él, creen y
pretenden hacer creer a otros que Kaczynski está
completamente incomunicado, aislado totalmente del exterior. Es preciso aclarar
que Ted Kaczynski no
sólo mantiene correspondencia con personas de diferentes países desde el
principio de su encarcelamiento, sino que tiene acceso a varias publicaciones
de la prensa escrita y a la biblioteca de la cárcel. Y, al menos hace unos
años, tenía contacto con otros presos y recibía visitas. En caso de estar mal
informado no sería principalmente a causa de su reclusión. De hecho, con
frecuencia en sus escritos y correspondencia demuestra estar mucho más enterado
de cómo funciona la sociedad industrial que muchos de quienes creen
erróneamente que está aislado del mundo.
5. El
rigor científico de las argumentaciones de I.T.S. a menudo deja
mucho que desear.
El ejemplo más evidente de esto, que no el único, es que I.T.S. da a entender en su 2º comunicado que
los terremotos son fruto de los desequilibrios provocados en la Tierra por el
sistema tecnoindustrial, sin apoyar dicha idea con datos empíricos, ni tan
siquiera citar referencias de investigaciones que puedan apuntar en esa
dirección.
De hecho, en muchas ocasiones, se echan en falta más referencias a
obras y estudios serios en los comunicados de I.T.S.
6. Si bien profundizar en discusiones filosóficas no suele
ser muy útil ni práctico a la hora de combatir eficazmente contra el sistema
tecnoindustrial, es preciso desarrollar y tener una base filosófica mínimamente
sólida sobre la cual construir una ideología y un discurso apropiados. Y las
contradicciones lógicas en el discurso no son precisamente muestra de solidez.
Por ejemplo, I.T.S. debería tener claro cuál es realmente
su postura ante la “verdad absoluta” (o, lo que viene a ser lo mismo, cuál es
su postura ante el relativismo) antes de manifestarse al respecto de una forma
tan obviamente chapucera y contradictoria como lo ha hecho en sus segundo y
cuarto comunicados. En el 2º comunicado (22-5-11), I.T.S. esgrime el
requetemanoseado cliché relativista consistente en acusar a otros de creer
“tener la verdad absoluta” para criticar a los “anticivilización” y
“primitivistas” que defienden el concepto de revolución, mientras que en el 4º
comunicado (21-9-11) I.T.S. trata de criticar el relativismo y
reconoce que considera “la Naturaleza Salvaje y la Autonomía Individual como
una verdad absoluta y objetiva”. Es decir, I.T.S., en su 2º comunicado, cae descaradamente en aquello que
critica en el 4º. Y viceversa, critica en el 2º comunicado lo que defiende en
el 4º. Esta incongruencia no deja en muy buen lugar la capacidad de
razonamiento lógico de I.T.S.;
o al menos su capacidad de expresar correcta y lógicamente sus ideas.
Pero hay algo más que decir acerca de todo este asunto de la defensa o negación
de la existencia de verdades absolutas. Es un debate fútil y nada práctico a la
hora de combatir eficazmente el sistema tecnoindustrial. Todo el tiempo y la
energía invertidos en dicho debate son un despilfarro. Evidentemente, quienes
están realmente en contra de la sociedad tecnoindustrial y la
civilización y aman realmente la Naturaleza salvaje, no creen
que todo sea relativo (y lo llamen como lo llamen y lo reconozcan o no, toman
siempre ciertas cosas como verdades absolutas). Pero una cosa es no ser
relativista y saber que el relativismo es señal de pseudointeligencia,
pseudorrebeldía y/o falta de honestidad y otra ir por ahí declarando explícita
y espontáneamente que existen verdades absolutas. Lo primero es imprescindible,
lo segundo superfluo (sólo nos conduce a digresiones y debates improductivos).
El objetivo no es combatir el relativismo. Es suficiente con no caer en él.
7. Si bien no se puede descartar que la nanotecnología quizá llegue a
suponer una amenaza seria (debido al riesgo de que se produzca la llamada
“marea gris” o algo similar), la distancia que media entre los nanotubos y
nanoestructuras similares de la actualidad y las nanomáquinas invasivas,
inteligentes, completamente autónomas y directamente autorreplicables a partir
de los materiales del entorno, que nos presentan las novelas de ciencia ficción
o las especulaciones futuristas de algunos tecnófilos, es enorme y
probablemente tardará mucho en ser recorrida, si es que alguna vez llega a
serlo. Existen amenazas mucho más inminentes como la progresiva hibridación de
sistemas artificiales con sistemas no artificiales (por ejemplo, la paulatina
hibridación entre seres humanos y sistemas informáticos y robóticos que, en
cierto modo y grado, ya se está produciendo en la actualidad: implantes en el
cerebro, implantación de miembros artificiales inteligentes, creciente
dependencia psicológica y física de Internet y de la telefonía móvil,
etc.), o la mera sustitución o eliminación de los segundos por parte de los
primeros (algo que se lleva produciendo de forma creciente desde hace miles de
años y que se extiende y se agrava con cada nuevo avance tecnológico). Puede
que, hasta cierto punto algunas ramas de la nanotecnología (aquellas aplicadas
a la ingeniería genética, por ejemplo) formen parte activa en estas amenazas
inminentes junto con otras muchas otras tecnologías modernas, pero ni constituyen
el núcleo principal de las amenazas, ni quizá sean imprescindibles para que
dichas amenazas se hagan realidad.
Si se tiene en cuenta todo lo anterior, quizá I.T.S. debería haber
elegido mejor el objeto inmediato de algunos de sus ataques.
8. En sus
comunicados, I.T.S. dice no ser derrotista. Si por
“derrotista” entendemos aquella actitud de abandonar la lucha por considerarla
perdida de antemano, I.T.S. no es derrotista, pues no ha
abandonado su lucha. Pero si entendemos por “derrotista” la actitud que niega
de antemano toda posibilidad de vencer cuando en realidad no está claro que no
exista alguna posibilidad, I.T.S. es derrotista, como indica su forma de
entender el concepto de revolución antitecnológica (o como se quiera llamar al
hipotético proceso de derrumbe del sistema tecnoindustrial, favorecido al menos
en parte por un movimiento).
Analicemos la forma que tiene I.T.S. de entender la lucha antitecnológica.
Según parece, para I.T.S. sólo hay dos posibilidades generales
de plantear la lucha contra el sistema tecnoindustrial: la ilusoria o
“revolucionaria”, consistente, según I.T.S., en creer que se debe crear un movimiento contrario a la
sociedad tecnoindustrial que sea capaz de destruirla por medio de su mera
actividad (además, según I.T.S.,
de construir una utópica nueva sociedad no industrial ni civilizada) y la
realista, consistente también según ellos, en atacar el sistema tecnoindustrial
con los medios disponibles, sin esperar ni buscar su destrucción y sin
organizar ningún movimiento. La segunda estrategia, por llamarla de algún modo,
sería la que sigue I.T.S.,
la primera, según I.T.S.,
la que siguen todos aquellos individuos y grupos contrarios al sistema
tecnoindustrial que son blanco de las críticas de I.T.S. en sus
comunicados. U.R. no negará que muchos de quienes se declaran contrarios al sistema
tecnoindustrial defienden[15] planteamientos excesivamente ingenuos,
ineficientes e irrealistas acerca de cómo llevar a cabo la lucha contra dicho
sistema y acerca de qué cabe esperar y buscar y qué no en lo que respecta a esa
lucha. Sin embargo, I.T.S. parece no darse cuenta de la excesiva
simpleza de la dicotomía que plantea. Entre luchar sin esperanza, sólo por no
dar el brazo a torcer y por morir con las botas puestas (lanzar ataques del
tipo de los de I.T.S.), y
luchar por una quimera sobreestimando las propias capacidades (creer en la
futura llegada de utopías no industriales o incluso no civilizadas y/o creer
que la mera actividad de un movimiento contra la sociedad tecnoindustrial provocará
el derrumbe de la misma), hay campo para otras posibilidades que I.T.S. pasa
completamente por alto.
Para empezar, ciertamente, el sistema tecnoindustrial en la actualidad es
demasiado fuerte como para poder ser destruido sólo o principalmente mediante
la actividad de quienes luchan contra él. Pero en otras circunstancias, la
situación podría ser distinta. En un futuro, el sistema tecnoindustrial podría
sufrir una crisis grave, un debilitamiento lo suficientemente grande como para
causar su propio derrumbe, o al menos como para hacerlo susceptible de ser
destruido con éxito por un movimiento que estuviese lo suficientemente fuerte y
bien organizado en ese momento. Es probable que esa crisis suceda antes o
después, ya que el sistema se enfrenta en la actualidad a diversas amenazas
graves a su supervivencia (desde problemas ecológicos globales a problemas de
mantenimiento de su funcionamiento y estructura internos) y no está claro que
vaya a poder superarlas todas fácilmente y sin debilitarse. Pero un movimiento
contrario al sistema tecnoindustrial lo suficientemente organizado y capaz no
caerá del cielo el día que suceda dicha crisis (si es que sucede), sino que es
algo que precisa ser creado previamente mediante un paciente y laborioso
proceso de reclutamiento y organización. Dicho movimiento, si llegase a
constituirse y se fortaleciese suficientemente, podría incluso favorecer la
llegada de la crisis. De hecho, debería intentar hacerlo, ya que cuanto más
tarde en llegar dicha crisis menos probable será que algo salvaje sobreviva al
derrumbe.
Por supuesto, todo esto es sólo una posibilidad. Puede que nunca se produzca
una crisis grave. Puede que, aunque se produzca, no lleve al colapso de la
sociedad tecnoindustrial y ésta la supere. Puede que nunca se cree un
movimiento lo suficientemente organizado y fuerte como para aniquilar el
sistema tecnoindustrial llegada la oportunidad… Pero también cabe la
posibilidad de que sí sucedan todas estas cosas y el sistema tecnoindustrial
sea destruido a tiempo. Y dicha posibilidad no debería ser descartada a la
ligera. No sólo porque ésa podría ser la única oportunidad de conseguir acabar
con el sistema tecnoindustrial sino porque no es descabellada. Puede llegar a
suceder. Y, en parte, el que tal posibilidad llegue a suceder depende de la
actitud que adopten frente a ella (derrotismo o esperanza) quienes hoy en día
se declaran contrarios al sistema tecnoindustrial.
Por otro lado, entre luchar sin esperanza de vencer, simplemente por no
rendirse, y luchar con la esperanza de conseguir la victoria (por muy pequeña
que sea la probabilidad de que eso suceda), hay una gran diferencia. Los seres
humanos normalmente se esfuerzan mucho más y con mayor tesón cuando esperan
vencer que cuando luchan sin esperanza. Y como hemos visto, existe una
esperanza, aunque sea remota.
En cuanto a la utopía no industrial y/o no civilizada, hay que señalar que la
utopía o el diseño y creación de una nueva sociedad (o mundo) posterior a la
destrucción de la sociedad (o el mundo) preexistente es algo completamente
ingenuo. Nunca sale como se esperaba. Soñar con que tras la caída de la
sociedad tecnoindustrial surgirá un nuevo mundo sin civilización ni dominación
es no entender en absoluto cómo funcionan el mundo, las sociedades y la
naturaleza humana. Que la sociedad tecnoindustrial se derrumbe a tiempo (de
modo que quede un entorno habitable para los seres humanos que probablemente
sobrevivan) es poco probable, pero posible. Que desaparezcan la civilización y
la dominación si, tras ese derrumbe, sobreviven seres humanos es completamente
imposible. Allá donde los ecosistemas lo permitiesen surgirían de nuevo
sociedades grandes y complejas con el tiempo (si es que hubiesen llegado a
desaparecer completamente en el colapso), y los seres humanos seguirían siendo
humanos y comportándose como tales en cualquier tipo de sociedad, nivel de
desarrollo tecnológico o entorno ecológico. En mayor o menor medida, mientras
el mundo sea mundo y los seres humanos sean humanos, seguirá habiendo
injusticias y abusos, seguirá habiendo jerarquías, seguirá habiendo al menos
ciertos tipos de imposición y sometimiento, etc. Siempre. Y sin embargo, ello
no es motivo para no tomar como referencia ciertas formas de sociedad, ciertos
modos de vida y ciertos niveles de desarrollo tecnológico que han sido los
menos dañinos para la autonomía de la Naturaleza salvaje (incluida la
naturaleza humana). Sabemos que la naturaleza humana es producto de la
adaptación evolutiva producida a lo largo de cientos de milenios de existencia
cazadora-recolectora nómada. Ése es el modo de vida para el que estamos
biológicamente programados. No se trata de soñar con que el mundo volverá a
estar poblado únicamente por cazadores-recolectores nómadas otra vez. Pero hay
que tener presente que, si la sociedad tecnoindustrial se derrumbase a tiempo,
algunos seres humanos podrían volver a vivir de ese modo (al menos durante
bastantes siglos).
9. I.T.S. acaban su 3er comunicado
con la frase: “La Naturaleza es el bien, la civilización es el mal”, y en su 4º
comunicado tratan de explicar a qué se referían. Éste, como el asunto del
relativismo, es otro ejemplo de los embrollos filosóficos en que la teoría y
los discursos realmente contrarios a la sociedad tecnoindustrial deberían
evitar caer. Discutir si la Naturaleza es el bien, si el sistema
tecnoindustrial es el mal, qué es el bien y qué es el mal, si existen valores
absolutos o intrínsecos, etc., es completamente fútil a la hora de combatir
eficazmente el sistema tecnoindustrial. Por supuesto que aquellos que realmente
aman la Naturaleza salvaje y rechazan el sistema tecnoindustrial y la
civilización tienen (lo reconozcan o no y lo llamen como lo llamen) una moral o
ética, es decir, tienen unos valores. Consideran, conscientemente o no, que
algunas cosas son más importantes o valiosas que todas las demás,[16] y que
algunas otras cosas son incompatibles con las importantes, es decir, son malas.
Y consideran que al menos algunas de las cosas malas lo son en sí mismas,
siempre e independientemente de todo lo demás (o sea, son intrínseca y
absolutamente malas). Y sus posturas ideológicas surgen, obviamente, de esa
base moral. Pero una cosa es tener una moral no relativista contraria a la
civilización y otra ir por ahí provocando innecesariamente discusiones sobre
moral y enredándose en ellas. Lo primero es imprescindible e inevitable, lo
segundo es superfluo y nada eficaz para avanzar en la lucha contra el sistema
tecnoindustrial.
10. Por lo que se puede inferir de sus comunicados, I.T.S. ha demostrado entender bastante bien
en qué consiste el izquierdismo a grandes trazos (lo cual es mucho más de lo
que puede decirse de la mayoría de radicales que se creen no izquierdistas)
pero algún que otro detalle hace sospechar que en algunos aspectos concretos
relativos a este tema (al igual que en lo referente a otros asuntos como el
rechazo del relativismo, la ortografía y el uso del lenguaje, la comprensión de
algunas de las ideas de Kaczynski,
la comprensión del concepto de revolución, etc.), I.T.S. está, de
todos modos, aún demasiado verde.
Quizá el detalle más significativo de su incompleto rechazo del izquierdismo
sea su “apuesta por el inmediatismo insurreccionalista” (2º comunicado). I.T.S. parece no ser consciente de que el
insurreccionalismo, al igual que casi cualquier otro tipo de anarquismo, es
izquierdismo; por mucho que numerosos insurreccionalistas despotriquen contra
los “izquierdistas”. El insurreccionalismo no ha roto en absoluto con sus
orígenes históricos. La base teórica, la terminología y los métodos insurreccionalistas
son herencia de ciertas ramas del anarquismo de épocas pasadas (y el anarquismo
ha sido casi siempre izquierdismo[17]). Esto, que es obvio en el
insurreccionalismo “puro”, sigue siendo también evidente en el insurreccionalismo
verde o antiindustrial.[18] Y entrar en sutilezas terminológicas y
conceptuales, como diferenciar entre “anarquía” y “anarquismo” (algo muy
propio del discurso insurreccionalista, por cierto) no invalida lo anterior. La
discusión sobre ambos términos/conceptos no interesa más que a los anarquistas
o libertarios, y éstos, casi sin excepción, son lo que son: izquierdistas y/o
descerebrados.
Otro detalle, aunque mucho menos importante (si la contaminación izquierdista
de I.T.S. se redujese sólo
a esto apenas sería un problema), lo constituye el uso de “x” para tratar de
evitar el género masculino en ciertas palabras. Dejando aparte que dicha
ridícula costumbre procede de ciertas disparatadas teorías feministas (y con
ello izquierdistas) acerca del carácter machista del lenguaje y que es propia
de buena parte del izquierdismo, hay que señalar que tratar de eliminar el
género masculino de las palabras denota una preocupación por el machismo (y por
la desigualdad, la opresión y la injusticia en general) que no es propia de
quienes hayan roto realmente con el izquierdismo y se hayan dado cuenta de qué
es realmente lo importante, aquello por (y/o contra) lo que merece la pena
luchar y qué es sólo un señuelo para mantener la rebeldía a buen recaudo. A
alguien que realmente le importe la Naturaleza salvaje y que realmente
rechace la sociedad tecnoindustrial le debería importar un bledo combatir
presuntos males sociales como el machismo (especialmente el imaginario
“machismo lingüístico”). Eso sin contar con que I.T.S., en consonancia con su deficiente uso de las reglas
gramaticales hispanas tradicionales, ni siquiera es capaz de usar la “x” de
forma adecuada (muchas veces no la pone donde se supone, según esta “gramática
antisexista”, que debería ponerla y otras veces la pone donde no debería -“lxs individuos”, por ejemplo-).
11. En
relación con el tema del izquierdismo, en su 5º comunicado, I.T.S. dicen que “la guerra en contra de
academicxs [sic] y tecnologxs [sic] está declarada (eso está más que
claro y lo hemos demostrado) pero también la guerra en contra del
izquierdismo”. U.R. está muy de acuerdo con que el izquierdismo es una seria
amenaza para aquellos que deseen dañar realmente al sistema tecnoindustrial, ya
que la verdadera función del izquierdismo es servir a dicho sistema como
mecanismo de autodefensa, autorreparación y autoperpetuación. Sin embargo,
declarar la guerra al izquierdismo, es decir, tomar como objetivo combatir el
izquierdismo, es un error táctico. Y es un error no porque el izquierdismo no
merezca ser desenmascarado y rechazado. De hecho, aquellos que realmente deseen
combatir seriamente y de forma eficaz el sistema tecnoindustrial deberían, en
primer lugar, tener muy claro qué es el izquierdismo y aprender a identificarlo
(en todas sus facetas y versiones, incluidas aquellas formas de izquierdismo
que se presentan a sí mismas como críticas con el izquierdismo a su vez); y, en
segundo lugar, marcar muy claramente las distancias con el izquierdismo y
mantenerse alejados de él y, viceversa, mantener al izquierdismo alejado de sus
ideas, discurso, entorno cercano y filas. Declarar la guerra al izquierdismo es
un error táctico porque el izquierdismo no merece copar la atención de aquellos
que pretenden combatir el sistema tecnoindustrial más allá de la mera crítica
necesaria para mantener las distancias con él. El objetivo en que han de
centrar sus limitadas energías, tiempo y recursos aquellos que realmente aman
la Naturaleza salvaje y odian el sistema tecnoindustrial y la civilización ha
de ser luchar contra el sistema tecnoindustrial, no contra el izquierdismo.
Toda oposición seria al sistema tecnoindustrial ha de tener como requisito
rechazar el izquierdismo y mantenerse separada de él si desea permanecer sana,
bien encaminada y eficaz, del mismo modo que es necesario que mantenga alejados
también a los, individuos vagos, irracionales, pusilánimes, carentes de autocontrol,
etc. Pero sería un desatino y un derroche de recursos declararles la guerra.
Como en el caso del relativismo, una cosa es preocuparse de no caer en él y
otra dedicarse a combatirlo.
Aquí acaba por ahora esta crítica.
Último Reducto
[2] De
fechas: 27-4-11, 22-5-11, 9-8-11, 21-9-11 y 19-12-11, respectivamente.
[3] Lo dicho en la mayoría de estos comentarios sirve también, en general, para
el comunicado de las Células Terroristas por el Ataque Directo – Facción
Anticivilizadora (C.T.P.A.D.-F.A.), de septiembre del 2011.
[4] Ciertamente, viendo los comunicados de I.T.S., hay indicios para dudar de cuál es la motivación profunda
de los actos de I.T.S. (o, dicho de otro modo, ¿es el amor
por lo salvaje, y el discurso desarrollado en base a dicho valor, la causa real
de los actos de I.T.S. o sólo su justificación?). Pero, a
falta de datos concluyentes, extraer conclusiones significaría entrar en el
reino de la especulación, así que al menos de momento, U.R. dejará abierta esta
importante cuestión.
[5] Buena parte del discurso y terminología usados en sus comunicados está
tomado de los escritos de Kaczynski y/o
U.R. (aunque, en los casos en que toma como referencia a U.R., I.T.S. no lo diga explícitamente). Por
ejemplo, expresiones como “actividad sustitutoria” o “proceso de poder” son
tomadas de La Sociedad Industrial y Su Futuro (Manifiesto de
Unabomber) y expresiones como “Sistema de Dominación” o “psicocultural” son
características de buena parte de la obra escrita de U.R.
[6] U.R. quiere aclarar que se basará aquí en su propia interpretación de las
ideas de Kaczynski para
criticar las malinterpretaciones de I.T.S. Lo ideal sería que el mismo Ted Kaczynski aclarase directamente
estos puntos, pero dadas las restricciones impuestas por su reclusión, es poco
probable que eso llegue a suceder. Sin embargo, tampoco es probable que la
interpretación que U.R. hace de las ideas de Kaczynski se desvíe mucho de las ideas originales de dicho
autor. Tras más de ocho años de intercambio de correspondencia con Kaczynski y numerosas
traducciones al castellano de sus textos originales (aprobadas por el
propio Ted Kaczynski; véase al respecto, Technological
Slavery, Feral House, 2010, página 13), U.R. cree estar suficientemente
capacitado para poder señalar y criticar las malinterpretaciones de I.T.S. De todos modos, U.R. es
el único responsable de cualquier error o desviación que aquí pudiese haber en
sus interpretaciones respecto del sentido original de las ideas de Kaczynski.
[7] Dada la mala calidad de la inmensa mayoría de ediciones en castellano de
esta obra que circulan por ahí, U.R. recomienda la siguiente edición: LaSociedad Industrial y Su Futuro, Ediciones Isumatag, Valladolid, 2011. En
concreto el párrafo 189 se halla en la página 131 de esta edición.
[8] Véanse, por ejemplo, “The Road to Revolution”, en Technological
Slavery, páginas 222-231 y “La Revolución que viene”, en Textos de Ted Kaczynski, Último Reducto (Ed.), Reedición Corregida, 2005, páginas 70-80.
[9] Ídem.
[10] Ídem .
[11] O como se quiera denominar al hipotético proceso por el cual el derrumbe
del sistema tecnoindustrial se vería favorecido gracias, al menos en parte, a
la labor de un movimiento contrario a dicho sistema.
[12] Página 76 de la edición señalada en la nota 7 del presente texto.
[13] Página 127 de la edición señalada en la nota 7 del presente texto.
[14] Probablemente, a la hora de sacar algunas de estas conclusiones
equivocadas, I.T.S. se ha basado, al menos en parte, en
los comentarios críticos publicados por U.R. en Textos de Ted Kaczynski. Sin embargo hay que
señalar que la interpretación y crítica que U.R. hizo de algunas de las ideas
de Kaczynski en
ciertas partes de dicha obra (especialmente en los “comentarios críticos”) no
fueron totalmente acertadas en algunos casos. El tiempo y la mayor
profundización en el conocimiento de las ideas de Kaczynski han hecho que la comprensión de las mismas por
parte de U.R. sea bastante más exacta en la actualidad que hace seis años.
Parece
también probable que I.T.S. haya tomado Textos de Ted Kaczynski y algunos otros textos antiguos de U.R. (Último Reducto nº 1 -primavera del 2002-, por ejemplo) como
referencia para sus críticas a los individuos y grupos contrarios al sistema
tecnoindustrial que defienden el concepto de revolución. Hay que señalar, sin
embargo, que si bien U.R. sigue considerando correctos los valores e ideas
fundamentales (respeto por la autonomía de lo salvaje, rechazo de la sociedad
tecnoindustrial y de la civilización y desprecio por el izquierdismo y el
hippismo) expresados en sus textos anteriores a Izquierdismo: Función de la
pseudocrítica y la pseudorrevolución en la sociedad tecnoindustrial (2007),
no se identifica ya con muchas otras de las ideas expresadas en ellos, por lo
que puede que I.T.S. estén, al menos en lo que se refiere a
U.R., criticando posturas obsoletas.
Por ejemplo, hoy en día U.R. sigue creyendo que es necesaria la construcción de
un movimiento serio que pueda aspirar a oponerse eficazmente al sistema
tecnoindustrial llegado el momento (punto que, como ya se ha dicho, se
discutirá más adelante), pero ya no cree que deba denominarse “revolucionario”
a dicho movimiento (ni, por tanto, que deba llamarse “revolución” a dicha
lucha), por motivos puramente prácticos: el término “revolución”, debido al uso
que se le ha dado a lo largo de la historia y a quiénes lo han usado, arrastra
inevitablemente una carga semántica que acarreará siempre más problemas que
beneficios a un movimiento contrario a la sociedad tecnoindustrial que
realmente pretenda ser eficaz. El mundo y la historia están llenos de
autodenominados “revolucionarios” y de “revoluciones” de todo tipo, y
prácticamente ninguno de ellos es realmente compatible con una oposición al
sistema tecnoindustrial seria y eficaz. Llamar “revolución” a la lucha contra
el sistema tecnoindustrial significa favorecer que los principios y fines de
quienes se oponen seriamente al sistema tecnoindustrial sean malinterpretados y
que muchos indeseables autoproclamados revolucionarios se sientan afines a
ellos cuando en realidad deberían ser mantenidos a distancia.
Ni mucho menos cree ya U.R. que la lucha contra la sociedad tecnoindustrial
pueda y deba ser llevada a cabo mediante la educación de la gente, la difusión
y argumentación racionales generalizadas de las ideas contrarias a
la sociedad tecnoindustrial o la civilización, el desarrollo de modos de vida y
modelos sociales coherentes con dichas ideas, etc.
Por tanto, siempre que los lectores encuentren contradicciones entre lo dicho
en diferentes obras de U.R., deberán considerar que la postura expresada en el
escrito más reciente es la que defiende actualmente U.R. (o al menos la más
cercana a ésta).
[15] Aquí cabría decir, “hemos defendido”. Véase la nota anterior.
[16] U.R. no cree en el concepto de bien y prefiere no utilizar el término
“bien” y sus derivados. Para profundizar algo más en los porqués de este
rechazo del concepto de bien y en la base moral de U.R. véase “El mito de la
superioridad e inferioridad absolutas como justificación de la dominación”, Último Reducto nº 1 B, nota 21, página 103.
[17] E
incluso en los raros casos en que no lo ha sido, como puede ser el caso de
Stirner y quizá algunos de sus seguidores (y sólo algunos), el hecho de
denominar a esas ideas con el término “anarquismo” no ha favorecido
precisamente que se las reconozca como algo aparte y completamente ajeno a las
corrientes anarquistas mayoritarias basadas siempre en diferentes versiones
libertarias del socialismo. Normalmente se mete a unas (individualistas) y
a otras (colectivistas), en el mismo saco y se da por sentado que existe una
mínima afinidad entre cualesquiera dos corrientes que se autodenominen
anarquistas.
Por otro lado, la mayoría de los supuestos anarcoindividualistas clásicos, al
igual que los insurreccionalistas contemporáneos que los toman como referencia,
estaban muy contaminados por posturas procedentes del socialismo (por
ejemplo, identificación con y defensa de grupos de presuntas víctimas -los
oprimidos, la clase obrera, los excluidos, los marginados, etc.-). Incluso los
anarcoindividualistas más recalcitrantes, como Stirner, que no pueden ser tan
fácilmente catalogados como izquierdistas, dejan mucho que desear como
referentes ideológicos, ya que gran parte de su obra está infestada de
actitudes pseudorrebeldes como el relativismo o el irracionalismo.
Visto el panorama, autodenominarse anarquista no sólo no aporta nada práctico a
la lucha contra el sistema tecnoindustrial sino que sugiere la existencia de
una serie de referencias y afinidades ideológicas funestas. Y esto es algo que
es mejor evitar.
[18] En
este sentido las C.T.P.A.D.-F.A. demuestran ser más realistas y honestas al
rechazar también el insurreccionalismo y reconocer que hacen público su
comunicado en una página web insurreccionalista sólo porque no existe una
infraestructura afín realmente no izquierdista a la que puedan recurrir para
hacerlo.