Cuenta
la historia que al principio, cuando La Gran Fuerza que da forma al mundo hizo
surgir a los primeros animales, uno de ellos llamado Erk, tras observar las
cosas que sucedían a su alrededor, se dirigió angustiado a la Gran Fuerza y le
lanzó estas preguntas: “¿Por qué ha de ser todo tan duro, tan difícil, tan
doloroso...? ¿Por qué es necesario que unos sufran y mueran para que otros
vivan? ¿Por qué hemos de luchar unos contra otros? ¿Por qué hay que invertir
tantos esfuerzos para conseguir lo necesario para poder seguir viviendo? ¿Por
qué no hiciste un mundo más sencillo, más fácil, donde todo fuese más
accesible, cómodo y agradable? ¿Qué sentido tiene tanto sufrimiento, tanta
incomodidad, tanta muerte?”.
La
Gran Fuerza sabía la respuesta, pero también sabía que Erk sólo la entendería
mediante la experiencia directa. Por eso, tras escuchar las quejas de Erk, y
aunque La Gran Fuerza sabía que no se había equivocado al diseñar el Mundo, lo
cambió para que Erk y su compañeros descubriesen por sí mismos el sentido de
las cosas.
En
un primer momento La Gran Fuerza pensó que con unos pequeños cambios bastaría para
que se diesen cuenta de la verdad. Así pues, suavizó las condiciones de vida de
los seres vivos: moderó el clima para que fuera más benigno para la vida;
facilitó el acceso al alimento a los animales; evitó las muertes de los
individuos más jóvenes; redujo el número de accidentes, enfermedades y
catástrofes así como el sufrimiento que habían de soportar las víctimas... Pero
Erk y sus compañeros, tras un breve periodo de euforia, comenzaron de nuevo a
quejarse de que en esa nueva versión del Mundo seguía habiendo dolor, de que
aún existía la muerte, de que era todavía un mundo hostil, un lugar demasiado
duro y difícil para la vida.
Al
ver esto, La Gran Fuerza decidió actuar de forma drástica para abrir los ojos a
Erk y sus compañeros. Desde ese momento, todo fue fácil, cómodo, sencillo y
agradable. Nadie sufría ni moría, ni necesitaba esforzarse por conseguir lo
necesario para vivir. Aquello que se necesitaba se obtenía al instante, sin
esfuerzo. Tampoco había que estar alerta ya que no había peligros de los que
protegerse, ni daños que temer. No había conflictos ni agresiones ni
enfrentamientos de ningún tipo entre los animales, ni entre éstos y su entorno.
El mundo estaba en paz. Parecía maravilloso.
Pero tras la alegría inicial, comenzó a surgir un nuevo sentimiento muy desagradable, síntoma de un gran problema allá donde no había problemas, un profundo malestar en medio de aquél
bienestar: el aburrimiento. Debido a la falta de motivación, de iniciativa, de metas, de alicientes, de retos, de actividades..., a causa de la indolencia imperante en esas condiciones idílicas, los animales se aburrían. Como no necesitaban esforzarse por nada, preocuparse por nada... no tenían nada que mereciese 1a pena, no tenían nada que hacer, nada que les motivase, que les empujase a levantarse de su sopor y actuar. Pero, sin embargo, seguían siendo animales y por eso sentían en su interior una imperiosa necesidad de actuar. Y por tanto, resultó que al poco tiempo, los animales estaban tan aburridos y asqueados de ese estado de inactividad que, con tal de poder hacer algo y desfogar su instintiva necesidad de acción, comenzaron a desarrollar conductas absurdas y que nada tenían que ver con las que en un principio desarrollaban antes de que Erk hablase con La Gran Fuerza. Como tenían todo lo que necesitaban comenzaron a desear otras cosas que no necesitaban sólo para poder actuar y esforzarse en conseguirlas. Comenzaron así a construir, destruir, excavar, comer, copular, correr, agredirse… de forma compulsiva y frenética y, como consecuencia, muchos vieron seriamente entorpecida su capacidad de actuación, sufrieron daños graves y alteraron profundamente su hábitat; pero no dejaron de comportarse así, ya que, sencillamente, preferían sufrir todas esas consecuencias antes que soportar el aburrimiento de no tener nada que hacer; al menos esos efectos negativos les proporcionaban estímulos y sensaciones que mantenían en funcionamiento sus cuerpos y mentes y les servían a su vez de impulso para actuar de nuevo con la excusa de intentar paliarlos.
Pero tras la alegría inicial, comenzó a surgir un nuevo sentimiento muy desagradable, síntoma de un gran problema allá donde no había problemas, un profundo malestar en medio de aquél
bienestar: el aburrimiento. Debido a la falta de motivación, de iniciativa, de metas, de alicientes, de retos, de actividades..., a causa de la indolencia imperante en esas condiciones idílicas, los animales se aburrían. Como no necesitaban esforzarse por nada, preocuparse por nada... no tenían nada que mereciese 1a pena, no tenían nada que hacer, nada que les motivase, que les empujase a levantarse de su sopor y actuar. Pero, sin embargo, seguían siendo animales y por eso sentían en su interior una imperiosa necesidad de actuar. Y por tanto, resultó que al poco tiempo, los animales estaban tan aburridos y asqueados de ese estado de inactividad que, con tal de poder hacer algo y desfogar su instintiva necesidad de acción, comenzaron a desarrollar conductas absurdas y que nada tenían que ver con las que en un principio desarrollaban antes de que Erk hablase con La Gran Fuerza. Como tenían todo lo que necesitaban comenzaron a desear otras cosas que no necesitaban sólo para poder actuar y esforzarse en conseguirlas. Comenzaron así a construir, destruir, excavar, comer, copular, correr, agredirse… de forma compulsiva y frenética y, como consecuencia, muchos vieron seriamente entorpecida su capacidad de actuación, sufrieron daños graves y alteraron profundamente su hábitat; pero no dejaron de comportarse así, ya que, sencillamente, preferían sufrir todas esas consecuencias antes que soportar el aburrimiento de no tener nada que hacer; al menos esos efectos negativos les proporcionaban estímulos y sensaciones que mantenían en funcionamiento sus cuerpos y mentes y les servían a su vez de impulso para actuar de nuevo con la excusa de intentar paliarlos.
Al
ver todo aquello, Erk finalmente comprendió. Volvió a dirigirse a La Gran
Fuerza y le dijo: “He entendido cual era el sentido del mundo tal y como lo
creaste en un principio. He entendido que así debe ser y no del modo que a mí
me parecía más agradable, porque realmente ese es el mejor modo en que puede
ser. He comprendido que cuando yo no le veía sentido a ese mundo era a causa de
mi propia debilidad e ignorancia, a que no miraba de la forma adecuada ni
pensaba correctamente. Me he dejado arrastrar por un espejismo y he renegado de
lo que realmente soy y del mundo al que realmente pertenezco. Ahora lo sé, soy
más fuerte y jamás volveré a caer en ese error. Gracias, he aprendido la
lección, pero ahora, por favor, devuelve el mundo a su ser original
Viendo que ya había logrado su objetivo, La Gran Fuerza hizo que todo volviese a ser como al principio.
Viendo que ya había logrado su objetivo, La Gran Fuerza hizo que todo volviese a ser como al principio.
Así
fue como Erk entendió cual era su lugar
en el mundo y en la vida, así como el sentido de los mismos. Desde entonces,
los animales salvajes mantenemos vivo el recuerdo de aquel suceso, generación
tras generación para que, como Erk, recordemos cuál es nuestro lugar y nuestra
función y no caigamos en su mismo error.
Y
aun así, a pesar de todo, muchos seres humanos han olvidado completamente la
historia de Erk y viven cegados por su mismo error, tratando de crear el Paraíso
y hundiéndose, ellos y el mundo, cada vez más en el Infierno.
[1] Cuento extraído de Historias desde el Lado Oscuro (E=m.c2,2004). © 2004, E=m.c2.