El ecofascismo: Una rama aberrante del izquierdismo[1]
Por Ted Kaczynski
Los
“ecofascistas”, tal como yo entiendo ese término, comparten, como mínimo, dos
rasgos:
I.
No
abogan por el rechazo total de la tecnología moderna, sino que quieren crear
una sociedad en la que la tecnología sea “limitada” y se utilice “sabiamente”
de forma que se garantice la salud ecológica de nuestro planeta.
II.
Apoyan,
si no el supremacismo blanco, al menos el separatismo blanco.
Tomemos
primero el rasgo I. En esencia, los ecofascistas quieren una sociedad
planificada, lo que significa, dicho de forma bastante simple, que son
socialistas, ya que la idea fundamental del socialismo es la de una sociedad
planificada.[2] La ilusión de una sociedad planificada se originó en la Ilustración, cuando
ciertos filósofos, engañados por el éxito en la aplicación de la racionalidad
científica al mundo físico, se imaginaron que la racionalidad científica podría
aplicarse con igual éxito al desarrollo de las sociedades humanas. Todo lo que llevamos
aprendido desde el siglo XVIII debería haber disipado esta ilusión hace ya
mucho tiempo; pero los izquierdistas de hoy, incluidos los ecofascistas,
persisten en aferrarse a ella.
A
finales de los años 90 y principios de este siglo, mucha gente de la izquierda hacía
referencia a mis escritos como si yo fuese su camarada ideológico. Lograban
hacerlo gracias a que realizaban una lectura
selectiva: no eran capaces de percibir o de recordar aquellas partes de mi
obra que eran radicalmente incompatibles con su ideología. Esos ecofascistas
que hoy citan mi obra, o que afirman que yo soy su inspiración, están
igualmente llevando a cabo una lectura
selectiva: pasan completamente por alto partes cruciales de mi obra; por
ejemplo, el capítulo uno de Anti-Tech
Revolution,[3]
en el que se demuestra que el desarrollo de una sociedad nunca puede estar
sujeto a una dirección racional por parte de los seres humanos. Ya sólo en base
a esto, se puede predecir con perfecta certeza que cualquier intento por parte
de los ecofascistas -o de quien sea- de establecer y mantener un equilibrio
estable y mundial entre la tecnología y la salud ecológica fracasará.
Ahora
veamos el rasgo II. El verdadero movimiento antitecnológico rechaza toda forma
de racismo o etnocentrismo. Esto no tiene nada que ver con la “tolerancia”, la “diversidad”,
el “pluralismo”, el “multiculturalismo”, la “igualdad” o la “justicia social”.
El rechazo del racismo y del etnocentrismo es, pura y simplemente, un punto
cardinal de la estrategia.
Cualquier
movimiento que pretenda limitar la tecnología tiene que ser mundial, porque si se frena el progreso
tecnológico en una parte del mundo mientras otra parte del mundo sigue por la
senda del desarrollo tecnológico desenfrenado, entonces la parte del mundo que
sea completamente protecnológica tendrá una enorme preponderancia sobre la
parte menos tecnológica en cuanto al poder se refiere. Antes o después la parte
totalmente protecnológica tomará el control de la otra parte para explotar sus
recursos. Por mencionar sólo el ejemplo más obvio, si se frena el progreso
tecnológico en Estados Unidos mientras China continúa por su actual camino
tecnológico, entonces China dominará el mundo y tomará lo que quiera de los
recursos naturales de Estados Unidos, independientemente de los deseos de los
estadounidenses.[4]
Por
razones obvias, un movimiento que sea supremacista blanco no puede ser mundial.
Aun cuando un movimiento no reivindicase la superioridad de ninguna raza o
cultura, sino que se limitase a insistir en mantener separadas y diferenciadas
las distintas razas o culturas del mundo, dicho movimiento no podría mantener a
raya la tecnología, porque su actitud separatista promovería inevitablemente la
rivalidad y/o el recelo entre las distintas razas o grupos étnicos. Cada raza o
grupo étnico, en aras de su propia seguridad, trataría de asegurarse de tener
más poder -y, por tanto, más tecnología- que otras razas o grupos étnicos. De
ello se deduce que cualquier movimiento que pretenda limitar la tecnología debe
hacer todo lo posible por minimizar divisiones o diferencias entre razas o
grupos étnicos.[5] Por pura cuestión de estrategia, hay que
promover la mezcla racial y cultural.
Los
ecofascistas deberían leer CUIDADOSAMENTE “Industrial Society and Its Future”, Technological
Slavery[6] y Anti-Tech Revolution. Hacerlo no cambiará sus creencias -que se
basan únicamente en la emoción, no en la razón- pero al menos puede que evite
que me consideren una “inspiración” y citen mis obras como apoyo de su
ideología. Eso debería demostrarles que soy su adversario.
La
fijación de los ecofascistas con la raza los emparenta con los izquierdistas,
que también tienen una fijación con la raza. La diferencia entre ambos es sólo
que para los ecofascistas la raza “blanca” es el héroe de la historia, mientras
que la izquierda común convierte a esa misma raza en el villano. Los
ecofascistas y los izquierdistas comunes son sólo dos caras de la misma (falsa)
moneda.
NOTA IMPORTANTE: Véase en Último Reducto: “Comentarios críticos a ‘El Ecofascismo: una rama aberrante del izquierdismo’”(https://ultimoreductosalvaje.blogspot.com/2022/09/comentarios-criticos-el-ecofascismo-una.html).
[1] Traducción a cargo de Último Reducto de “Ecofascism:
An Aberrant Branch of Leftism”. Copyright © 2019 Theodore John Kaczynski, para
el original. Copyright © 2022 Último Reducto para la traducción. N. del t.
[2] Los socialistas modernos sofisticados no contemplan
la eliminación de toda la empresa privada; simplemente quieren que la empresa
privada se limite y se controle de tal manera que desempeñe el papel que se le
asigna en su plan general para la sociedad.
[3] Fitch &
Madison, 2016. N. del t.
[4]Véase “Industrial
Society and Its Future”, párrafo 195 (Technological
Slavery, Volume One: Revised and Expanded Edition, Fitch &
Madison, 2019). [Existe edición en
castellano del ensayo: La sociedad
industrial y su futuro, Isumatag, 2011. N.
del t.].
[5]
Véase ISAIF, párrafos 191 y 192, así como Technological Slavery, página 178.
[6] Aquí Kaczynski podría estar haciendo referencia tanto a la edición ya citada como a Technological Slavery: The Collected Writings of Theodore J. Kaczynski, Feral House, 2010. N. del t.