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miércoles, 20 de septiembre de 2017

EN DEMASIADOS LUGARES Y NO SÓLO DE LA MANCHA


En demasiados lugares, y no sólo de La Mancha[1]
   En esto descubrieron treinta o cuarenta generadores eólicos que hay en aquel monte y así como Don Silvestre los vio, dijo a su guía turístico:
-La desventura va guiando nuestras cosas peor de lo que acertábamos a temer; porque ves allí, Vicente, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados demonios-robot, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las pilas, con cuyos despojos comenzaremos a ser libres; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de la Naturaleza quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué robots?- dijo Vicente Masa.
-Aquellos que allí ves- respondió Don Silvestre -con brazos de un color verde sostenible, tan limpio que parecen blancos, que suelen poder verse algunos desde casi dos leguas.
-Mire vuesa merced- respondió Vicente -que aquellos que así parecen no son demonios mecánicos, sino molinos de viento y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento, hacen andar el generador eléctrico del molino.
-Bien parece- respondió Don Silvestre- que no estás cursado en esto de la lucha antitecnológica: ellos son robots; y si tienes miedo quítate de ahí y ponte a navegar por el ciberespacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de pedales a su bicicleta, sin atender a las voces que su guía turístico Vicente le daba, advirtiéndole de que sin duda alguna aquellos que iba a acometer no eran malvados robots, sino generadores eólicos que prometían resolver todos nuestros problemas facilitando con su producción eléctrica inmaculada e inagotable el desarrollo, el progreso y la producción y consumo ilimitados de bienes y servicios y, por tanto, la comodidad y la felicidad universales. Pero él iba tan puesto en que eran robots que amenazaban con convertirnos a todos en esclavos de su señor Don Sistema, que ni oía las voces de su guía turístico Vicente, ni dejaba de ver, aunque él también había sido bien adoctrinado en la fe progresista y la educación medioambiental y en valores, y estaba ya bien entrado el siglo XXI, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:
-Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que ya sólo un caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento, y lo que parecían sólo grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por Don Silvestre, dijo:
-Pues aunque mováis los brazos como si fuesen aspas y tratéis de engatusarme con vuestro murmullo para hacerme creer que sólo sois molinos neutros e inofensivos, no conseguiréis engañarme como al resto.
Y en diciendo esto, encomendándose de todo corazón a su señora la Virgen Naturaleza, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con lanza en ristre, arremetió a toda la velocidad de su destartalada bicicleta y embistió con el primero de lo que parecían simples molinos ecológicos, que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, aparecieron un montón de iracundos bienintencionados tecnófilos, ecosolidarios y progres que al ver cómo atacaba su panacea sin ningún respeto por los tabúes y dogmas políticamente correctos dictados por los medios de comunicación, los programas educativos y los movimientos sociales, tomáronlo por un malvado autoritario inmovilista de derechas, arremetiendo unitaria y democráticamente contra él con tal furia que le hicieron la lanza pedazos llevándose tras sí a la bici y al ciclista, que fue rodando muy maltrecho por el campo.
Por suerte, el microchip multimedia de telecomunicación que al igual que el resto de sus semejantes llevaba Vicente implantado en el cerebro se puso automáticamente en contacto con la policía, los bomberos y el servicio de ambulancias. Hecho esto, Vicente Masa, acudió él mismo a socorrerle, a todo el correr de su quad, y cuando llegó halló que no se podía menear: tales fueron los golpes que le dieron los bienintencionados y tolerantes ecojusticieros sociales al autodefenderse.
-¡Válame Internet!- dijo Vicente -¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino generadores eólicos de electricidad sostenible, limpia y buena, y no lo podía ignorar sino quien aún no llevase un microchip de telecomunicación, integración y contacto social implantado en la cabeza?
-Calla, amigo Vicente- respondió Don Silvestre -que las cosas de la Tecnología Moderna, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que pienso, y es así verdad, que Don Sistema que nos robó la libertad ha vuelto estos malvados robots en molinos de apariencia sostenible por tratar de encandilaros a todos para que bailéis a su son de buena gana, creyendo que hacéis el Bien defendiéndolos: tal es su grado de retorcimiento y complicación; mas al cabo, han de poder poco sus malas artes y la buena intención de sus fieles, contra la indiferencia y firmeza de mi cráneo y espalda.




[1] Adaptación de un fragmento de Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes, a cargo de E=m.c2. © 2017, E=m.c2