En 1999 solicité a Theodore J. Kaczynski una entrevista para Blackfoot Valley Dispatch, a lo cual él amablemente accedió. La entrevista tuvo lugar ese mismo año en el Centro Penitenciario de Máxima Seguridad de Florence, Colorado, Estados Unidos.
Blackfoot Valley Dispatch: Bueno...
Theodore John Kaczynski: Vamos allá...
BVD: Bien, ¿Por qué abandonaste tu trabajo en Berkeley
y tu carrera como matemático?
TJK: Cuando acepté el trabajo en Berkeley, ya había decidido que lo mantendría como mucho dos años y después me iría a vivir a los bosques. El hecho es que nunca, en ningún momento, me sentí satisfecho con la idea de pasar mi vida trabajando exclusivamente como matemático, sin más. Incluso ya en mi adolescencia soñaba con escapar de la civilización -en cosas como irme a vivir a una isla desierta o a cualquier otro lugar salvaje.
TJK: Cuando acepté el trabajo en Berkeley, ya había decidido que lo mantendría como mucho dos años y después me iría a vivir a los bosques. El hecho es que nunca, en ningún momento, me sentí satisfecho con la idea de pasar mi vida trabajando exclusivamente como matemático, sin más. Incluso ya en mi adolescencia soñaba con escapar de la civilización -en cosas como irme a vivir a una isla desierta o a cualquier otro lugar salvaje.
El problema era
que no sabía cómo conseguirlo y me resultaba tremendamente difícil recabar el
coraje y la determinación necesarios para liberarme de las ataduras que me
encadenaban a la civilización y huir a los bosques. Es algo muy difícil porque
a veces no somos conscientes de en qué medida las decisiones que tomamos vienen
determinadas por las expectativas de la gente que nos rodea y por el hecho de
que lo que queramos hacer sea algo que otros considerarían una locura. Es muy
difícil conseguir dar ese paso. Es más, yo ni siquiera sabía a dónde ir
realmente.
Pero más o
menos al principio de mi último año en la Universidad de Michigan experimenté
una especie de crisis. Se podría decir que las cadenas psicológicas con que la
sociedad nos ata se rompieron de algún modo en mi caso. Tras esto, tuve claro
que tenía valor para romper con el sistema, para escapar a algún lugar salvaje
y tratar de vivir allí. Cuando fui a Berkeley, no tenía la intención de
continuar allí indefinidamente. Acepté el trabajo en Berkeley sólo para ganar
algo de dinero para empezar, para poder comprar un pedazo de tierra.
BVD: Dices que cuando eras adolescente soñabas con irte
a vivir a un lugar desierto. ¿Recuerdas algo que te llevase a tener ese sueño?
¿Algo que viste o experimentaste?
TJK: Algunas cosas que leí me guiaron en esa dirección.
Robinson Crusoe, por ejemplo. Y cuando tenía quizá 11 ó 12 años aproximadamente,
leí algunos libros de antropología acerca del hombre de Neanderthal; teorías
acerca de cómo vivían y cosas así. Comencé a mostrar un gran interés por leer
acerca de este tipo de cosas y llegó un momento en que me pregunté por qué
quería seguir leyendo más acerca de estas materias. Llegado a este punto, me di
cuenta de que lo que yo quería realmente no era leer más acerca de estas cosas,
sino en realidad vivir de ese modo.
BVD: Es interesante que estas cosas te impactaran tanto
como para llevarte a actuar en base a ellas. ¿Qué piensas que fue lo que te
atrajo de las vidas o modos de vida de Crusoe y del neandertal?
TJK: Entonces no creo que supiese por qué me sentía
atraído por esos modos de vida. Ahora pienso que tenía mucho que ver con la libertad
y la autonomía personales.
BVD: Este tipo de cosas deben atraer a mucha gente. Así
que, ¿por qué no todos ellos tratan de vivir así?
TJK: Creo que a muchas personas les atraen estos temas,
pero que carecen de la determinación suficiente para romper sus ataduras y
lanzarse a hacer algo así realmente. Robinson Crusoe es considerado uno de los
libros más leídos en todo el mundo. Así que obviamente resulta atractivo para
mucha gente. Una investigadora de mi caso me dijo que a ella misma le
interesaba mucho el modo de vida que adopté en Montana y que mucha gente con la
que había hablado de mi caso estaba también muy interesada en ello. Y también
que mucha gente con la que habló me envidiaba. Por ejemplo, uno de los agentes
del FBI que me arrestaron me dijo: “envidio realmente su modo de vida aquí
arriba”. Así que, hay muchas personas que reaccionan de ese modo, pero sólo se
revuelven en sus ataduras, sin llegar nunca a romperlas.
BVD: Cuando te fuiste, llegaste a Lincoln, Montana.
¿Por qué a Lincoln?
TJK: Bueno, al principio solicité una parcela de tierra
de la Corona en la Columbia Británica [Canadá]. Después, creo que al cabo de
más de un año, me la denegaron. Pasé el siguiente invierno, el de 1970-1971, en
casa de mis padres en Lombard, Illinois. En esa misma época, mi hermano se
había ido a vivir a Great Falls, Montana, donde eventualmente había conseguido
un trabajo en la fundición de la Anaconda Company. En algún momento durante
aquel invierno él mencionó en una carta a mi madre que si yo quería comprar un
trozo de tierra en la parte del país en que él estaba, él estaría interesado en
ir a medias conmigo. Así que en la primavera fui a Great Falls, me presenté en
su apartamento y acepté su oferta. Con la pasividad que le caracteriza, él dejó
en mis manos la tarea de encontrar un terreno.
No se me
ocurrió más que hacer que dirigirme al oeste por la Autopista 200, que en
aquella época creo recordar que se llamaba Autopista 20, para ver qué me
encontraba por el camino. Al pasar por Lincoln vi una pequeña caseta, casi un
kiosko, al lado de la carretera, con el cartel de una inmobiliaria. Paré y
pregunté al vendedor, un anciano llamado Ray Jensen, si podría mostrarme algún
terreno tranquilo y apartado. Me enseñó un lugar en la subida del puerto de
Stemple. Me gustó. Llevé a mi hermano a verlo y también a él le gustó, así que
lo compramos. Pagamos 2.100$ en efectivo -en billetes de veinte dólares- al
dueño, Cliff Gehring, Padre.
BVD: Así que podría haber sido cualquier otro lugar, en
realidad.
TJK: Sí.
BVD: ¿Cómo era Lincoln cuando te mudaste allí?
TJK: El pueblo en sí no me parece muy distinto de como
lo vi la primera vez. No lo noto muy cambiado. Aunque haya habido algún cambio,
como la escuela nueva, la biblioteca y unos pocos negocios nuevos. Quizá habría
notado más cambios en el pueblo de haber estado más atento a ello, cero como no
lo he estado, no he notado muchos de
esos cambios.
Lo que me
interesaba eran los espacios naturales de alrededor, y estos han cambiado
mucho, porque además de la explotación maderera y la construcción de
carreteras, una tremenda cantidad de gente se ha instalado allí. Por ejemplo,
en el puerto de Stemple. Antes había muy pocos edificios a lo largo de la
carretera del puerto y la mayoría no eran más que cabañas de troncos. No como
las cabañas de troncos modernas, sino unas que debían de haber sido construidas
muchas décadas antes. Y los pocos residentes permanentes que había eran gente
antigua, no gente moderna. El puerto de Stemple en esa época parecía un poco
como sacado de los tiempos del Antiguo Oeste.[2]
Si bajas hoy en
día por el puerto de Stemple, verás esas caprichosas, presuntuosas y modernas
construcciones que ciertamente parecen fuera de lugar en el bosque. Pero las
pocas cabañas que había antes no eran presuntuosas. No eran modernas. De hecho,
una vez que mis padres vinieron a visitarme a principios de los 70, pasamos en
el coche por el puerto de Stemple y mi madre, que es burguesa hasta la médula a
pesar de sus orígenes, preguntó con tono despectivo: “¿Qué tipo de gente vive
aquí? ¿Vagabundos o qué?” No eran vagabundos, sino viejos lugareños retirados y
asentados. Sólo que a ellos no les importaba el estatus ni la apariencia de sus
casas. Eran lo bastante anticuados como para no preocuparse de si sus casas
guardaban la apariencia que la clase media considera respetable. Y por eso, a
los ojos de mi madre, sus hogares parecían miserables.
BVD: Tu cabaña parece estar justo en su sitio -en
armonía con su entorno en el bosque. ¿Usaste planos confeccionados por otros a
la hora de construirla o tú mismo planificaste su edificación?
TJK: La planeé yo mismo.
BVD: ¿Y la construiste tú mismo?
TJK: Me ayudó un poco mi hermano, pero muy poco. La ayuda que me prestó fue
insignificante. En su mayor parte la construí yo mismo.
BVD: ¿Cuánto tardaste en construirla?
TJK: Me llevó desde principios de julio hasta, me
parece que, finales de noviembre de 1971. Pero interrumpí varias veces el
trabajo porque tuve que viajar a Great Falls por varios motivos. Y lo que es aún
peor, tuve que parar cuando me escaldé el pie. El 1 de agosto de 1971 fui tan
torpe como para golpear sin querer un puchero con sopa hirviendo. Se derramó
justo sobre mis zapatillas y me abrasó
el pie de tal modo que, siguiendo las instrucciones del médico, tuve que permanecer
inactivo unas 5 semanas o 5 semanas y media.
BVD: Tengo curiosidad por saber si tenías suficiente
luz en tu cabaña. ¿Estaba el interior suficientemente iluminado?
TJK: ¿En invierno?
BVD: En cualquier momento.
TJK: Sí. Había suficiente luz. Salvo cuando caía la
noche en el exterior, por supuesto.
BVD: ¿Quiénes fueron las primeras personas que te
encontraste cuando viniste a Lincoln y quiénes eran tus vecinos?
TJK: Bueno, obviamente, el primero fue el vendedor de
la inmobiliaria. Pero las primeras personas con quienes entablé contacto social
cuando me mudé a mi propiedad fueron Glen y Dolores Williams, quienes aún
poseen la cabaña más próxima a la mía. No permanecían todo el año allí, era
sólo su residencia de vacaciones. Siempre mantuve una relación amistosa con
ellos, aunque nunca llegamos a intimar. Y también conocí a Irene Preston y
Kenny Lee. Eran lo que podríamos llamar personajes peculiares. Él solía contar
historias interesantes...
BVD: ¿Y cuándo
conociste a los Lundberg?
TJK: Me parece que
la primera vez que entablé contacto con Dick Lundberg fue más o menos en 1975, porque antes de esa
época yo tuve primero un coche y más tarde una vieja camioneta. Pero después de
1975 no tenía ya ningún vehículo a motor y fue entonces cuando comencé a ir a
Helena con Dick en su coche, de vez en cuando.
Creo que conocí a Eileen a finales de los 70 o principios de los 80.
BVD: Así que esa gente que conociste era la gente
que vivía en los alrededores de tu cabaña.
TJK: Sí, Glen y su esposa, como ya sabes, vivían justo
un poco más abajo de donde vivía yo. Y también conocí a Bill Hull y a algunos miembros de su
familia. A excepción de los dependientes de los comercios y similares, esa fue
la única gente que conocí hasta... ummmmm... probablemente bien entrados los
80. Cuando Sherri (Wood) se encargó de la biblioteca, entablé contacto con
ella. Y en algún momento conocí a Theresa y a los Garland. Les terminé
conociendo a cuenta de ir a su tienda a comprar. Así que no conocí demasiada
gente durante los diez primeros años, o más.
BVD: ¿Qué hay de Chris Waits?
TJK: La primera vez que le vi fue probablemente a
mediados de los 80. No lo recuerdo. Solía adelantarme en la carretera. Puede
que me recogiese una o dos veces -no estoy seguro de que lo hiciese siquiera. Pero
sí recuerdo que solía pasar de largo por la carretera y saludarme. Y ése es el
único contacto que tuve con él, salvo una vez que estaba en el comercio de
Leora Hall y hablé brevemente con él. La verdad es que sobre todo pasaba mi
tiempo solo en los bosques y, por tanto, realmente no tuve ocasión de
encontrarme con nadie, salvo con quienes vivían en las inmediaciones.
BVD: Ya veo. Ciertamente, él no vivía en las
inmediaciones de tu casa. A propósito de la tienda de Leora Hall, donde
hablaste brevemente con él: En su libro, Waits asegura que tú compraste allí
cubertería de plata o bañada en plata. Pero Leora Hall me ha asegurado que tú
no compraste ningún objeto de plata o bañado en plata, ya que ella no vendía
ninguno. Sin embargo, ella recuerda haberte visto por allí e incluso recuerda
qué cosas compraste concretamente. ¿Tienes algo que decir?
TJK: Nunca le he comprado ningún objeto de plata o
bañado en plata ni a Leora Hall ni a ninguna otra persona.
BVD: Bueno, dejémoslo entonces. ¿Seguías algún tipo de
rutina en tu vida?
TJK: La verdad es que no había rutina, pero sí ciertas
actividades -como cocinar o recoger leña para el hogar- que tendían a
convertirse en pautas rutinarias.
BVD: ¿Cómo era un día normal para ti en Lincoln?
TJK: Es una pregunta muy difícil de contestar ya que no
había ningún día igual a otro. Mis actividades variaban mucho según la estación
y según las tareas que necesitase realizar cada día. Pero te describiré un día
típico.
Bueno, tomemos
como ejemplo un día de enero y supongamos que me despierto más o menos a las
3:00 de la madrugada y veo que está nevando. Prendo fuego en mi estufa de leña
y pongo un puchero con agua sobre el fogón. Cuando el agua empieza a hervir le
añado unos cuantos copos de avena y los remuevo durante unos pocos minutos
hasta que estén hechos. Entonces aparto el puchero del fuego, añado un par de
cucharadas de azúcar y algo de leche -obtenida a partir de leche en polvo.
Mientras la avena se enfría, como un trozo frío de carne de liebre hervida.
Después me como la avena. Me quedo sentado durante unos minutos frente a la
portezuela abierta de la estufa mirando cómo se consume el fuego. Entonces me
vuelvo a quitar la ropa, me meto en la cama de nuevo y me quedo dormido.
Cuando me
despierto está justo comenzando a clarear. Salgo de la cama y me visto
rápidamente porque hace frío dentro de la cabaña. Para cuando ya estoy vestido,
hay un poco más de luz y puedo ver que ya no nieva y que el cielo está despejado. Debido a que
la nieve es reciente, será un buen día para cazar liebres. Así que agarro mi
viejo y destartalado rifle de un sólo disparo calibre 22 y lo descuelgo de los
ganchos de la pared. Meto en el bolsillo mi pequeña cartuchera de madera, con
16 cartuchos; además meto un par de paquetes de cerillas envueltos en bolsas de
plástico y me engancho un cuchillo con su funda al cinturón, por si acaso
tuviese que prender fuego en caso de emergencia. Entonces me pongo las raquetas
para la nieve y salgo afuera.
Al principio
subo un duro repecho hasta llegar a lo alto de la cumbre, entonces camino por
un tramo llano durante más o menos una milla[3], hasta llegar al bosque
abierto de pinos “lodgepole”[4] donde pretendo cazar.
Un pequeño
paseo entre los pinos y encuentro las huellas de una liebre de raquetas[5]. Sigo el rastro paso a
paso a lo largo de su enrevesada trayectoria durante aproximadamente una hora.
Entonces, de repente, veo el ojo negro y las puntas negras de las orejas de una
liebre de raquetas que por lo demás es totalmente blanca. Lo que primero
percibes suele ser el ojo y las puntas negras de las orejas. El “conejito” me
mira desde detrás de las ramas enmarañadas y de las agujas verdes de un pino
desplomado no hace mucho. La liebre está a unos 40 pies[6] de distancia, pero está
alerta y mirándome así que no podré acercarme más. Por tanto, tengo que buscar un ángulo de tiro desde
el cual pueda disparar limpiamente a través del montón de ramas -incluso la más
fina ramita puede desviar una bala del 22 lo suficiente como para errar el
tiro. Para conseguir ese disparo certero tengo que tumbarme en la nieve en una
postura rara y usar mi rodilla como apoyo para el cañón del rifle. Alineo el
punto de mira con un punto de la cabeza de la liebre situado justo detrás del
ojo... mantengo el pulso... ¡bang! La liebre ha sido alcanzada en la cabeza. Un
tiro así normalmente mata a la liebre de forma instantánea, pero las patas
traseras del animal con frecuencia patalean violentamente durante unos pocos
segundos, lo cual hace que rebote sobre la nieve.
Cuando la
liebre deja de patalear, me acerco a ella y compruebo que está bien muerta.
Entonces digo en voz alta, “gracias, Abuelo Liebre” -el Abuelo Liebre es una
especie de semidiós que yo me inventé y que sería el espíritu guardián de todas
las liebres de raquetas.
Me quedo de pie
por unos minutos observando la blancura inmaculada de la nieve y el sol
filtrándose a través de los pinos, en torno a mí. Formo parte del silencio y la
soledad. Es magnifico estar aquí. A veces he encontrado rastros de trineos a
motor en la cresta de la cumbre principal, pero en estos bosques en que me
encuentro en estos momentos, una vez pasada la temporada de caza mayor, en
todos los años que he pasado en esta zona, nunca he visto otras huellas de
seres humanos más que las mías propias. Saco un cordón con un lazo corredizo de
mi bolsillo.
Para facilitar
su transporte, aprieto el lazo en el cuello de la liebre y enrollo el otro
extremo del cordón en el guante que cubre mi mano. Entonces sigo buscando las
huellas de otra liebre.
Cuando he
conseguido tres liebres me encamino de vuelta a casa.
Para cuando
llego a casa, hace ya unas seis o siete horas que salí de allí. Mi primera
labor es desollar y destripar las liebres. Sus hígados, corazones, riñones,
sesos y algunos otros despojos los meto en una lata. Cuelgo los animales
muertos en un lugar seguro y luego bajo a mi almacén de raíces para coger
algunas patatas y un par de chirivías[7]. Tras lavarlas y llevar a
cabo otras tareas -quizá partir algo de leña, o recoger nieve para fundirla y
obtener agua potable- pongo el puchero al fuego y a su debido tiempo le añado
algunas verduras silvestres secas, las chirivías, las patatas y los hígados y
demás vísceras de las liebres.
Para cuando
está todo en su punto, ya está comenzando a anochecer. Como mi estofado a la
luz de mi quinqué de keroseno. O, si quiero ahorrar, quizá abra la portezuela
de la estufa y coma a la luz de la lumbre. Como postre como un puñadito de
pasas.
Estoy cansado
pero estoy en paz. Me siento durante un rato frente a la portezuela abierta de
la estufa observando fijamente las llamas. Puede que lea un poco. Pero,
probablemente, simplemente me tumbe en la cama durante un rato mirando la
oscilación de la luz del fuego sobre las paredes. Cuando me entra sueño me
quito la ropa, me meto bajo las mantas y me quedo dormido.
BVD: Yo también te envidio. Si realmente es así, suena
maravilloso. Libertad y autonomía. Sin tener que moverse a golpe de reloj.
Pero ya que
hablas de dormir, ¿era cómoda tu cama o litera?
TJK: Bueno, era lo bastante cómoda para mí.
BVD: Respeto y aprecio tu costumbre de dar gracias al
Abuelo Liebre. Me lleva a pensar en el origen del ritual o costumbre de
bendecir la mesa antes de comer: expresar solemnemente la consciencia del
sacrificio, del hecho de que toda vida acaba entregándose a sí misma para que
otra pueda ser vivida...
¿Crees en el
destino?
TJK: No.
BVD: ¿Crees en Dios?
TJK: No. ¿Y tú?
BVD: ¿En el destino o en Dios?
TJK: En ambos.
BVD: Quizá...
Recuerdo haber
leído que tus padres eran ateos y que, por tanto, tú fuiste criado en un hogar
ateo.
TJK: Es cierto.
BVD: ¿Recuerdas que tus padres hablasen alguna vez
acerca de Dios? ¿Decían alguna vez cosas como: “Esto es lo que alguna gente
cree...”?
TJK: Oh, a veces lo hacían. Por ejemplo, si mi madre
estaba leyéndome un libro y en él aparecía algo sobre Dios, me explicaba:
“Bueno, alguna gente cree esto o aquello, pero nosotros no lo creemos”. Cosas
de ese tipo.
BVD: Ya veo.
Bueno,
volviendo a tu vida cotidiana, has mencionado algunas de las cosas que comías.
¿Cómo era tu dieta en general? ¿Qué comías un día cualquiera?
TJK: Eso variaba mucho según la época... Entre 1975 y
1983 compré harina, arroz, copos de avena, azúcar, harina de maíz, aceite,
leche en polvo y una cierta cantidad de fruta y/o tomate enlatados para el
invierno. Solía comer una lata de vez en cuando a lo largo de la estación fría.
Además, comía pequeñas cantidades de pescado enlatado y de fruta desecada.
Aparte de esto casi todo lo que comía era silvestre o cultivado en mi propio
huerto. Comía ciervo[8], wapití[9], liebre de raquetas,
ardilla[10], tres tipos de gallos de
bosque[11], puercoespín[12] y a veces patos, marmotas[13], ratas almizcleras[14], ratas de paquete[15], comadrejas, coyotes, un
búho que maté accidentalmente -yo nunca mataría un búho intencionadamente-,
ratones ciervo[16]
y saltamontes, varias especies de arándanos[17], “soapberries”[18], “twinberries” rojas[19], “twinberries” negras[20], uvaespinas[21], dos tipos de grosellas
negras[22], frambuesas[23], fresas, uvas de Oregón[24], cerezas “choke”[25] y escaramujos[26]. Las raíces feculentas
que comía eran “camas”[27], “yampa”[28], “bitterroot”[29] y Lomatium[30] así como “spring beauty”[31]. También comía unos pocos
tipos de raíces más pequeñas y un par de docenas de tipos de verduras
silvestres. En mayo y junio, antes de cada comida, comía una ensalada, a menudo
una ensalada bastante grande, simplemente dándome una vuelta por mi finca,
recogiendo un poco de esto y otro poco de aquello y llevándomelo directamente a
la boca. En algunos casos recogía semillas comestibles para hacer pan. Pero
molerlas requería demasiado tiempo. No tenía un molinillo de mano y las molía
en una roca. En mi huerto cultivaba patatas, chirivías, remolachas y acelgas,
cebollas, dos tipos de zanahorias, espinacas, rábanos, brécol y en alguna
ocasión armuelles[32], aguaturmas[33] y nabos.
Secaba verduras silvestres y cultivadas y a
veces bayas, para poder usarlas en invierno. Pero como alimentos ricos en
almidón dependía sobre todo de las patatas y de otros alimentos comprados en la
tienda, como la harina, el arroz, etc. Las raíces feculentas silvestres escasean en las zonas altas de
las montañas. El “bitterroot” y el “camas” abundan en algunos lugares llanos
del fondo de los valles, pero éstos son en su mayoría tierras privadas y es de
suponer que a sus dueños no les gustaría verme por allí escarbando en sus
prados para obtener esos alimentos. Durante el invierno, solía hacer té con
agujas de abeto de Douglas[34] como fuente de vitamina
C.
Mi último invierno en Montana, 1995-1996,
estaba sin blanca. Cuando has de prescindir de las cosas que el sistema aporta,
es sorprendente lo bien que puedes llegar a apañarte improvisando por tu
cuenta. No tenía frutas ni verduras compradas, ni frescas ni secas ni en lata,
pero tenía un montón de mis propias verduras secas, tenía algunas grosellas
negras y ruibarbo[35] secos, además de ardillas
y liebres como fuente de carne. Las únicas materias que compré eran harina
-integral y blanca-, aceite, azúcar y me parece que un poco de arroz. No
recuerdo si llegué a comprar algo de copos de avena o de harina de maíz. Sé que
la poca leche en polvo que tenía pronto se me acabó y estuve usando polvo
dentífrico -que contiene yeso- como fuente de calcio. Cuando se me acabó
también estuve planeando usar incluso cenizas de huesos de liebre molidos o
roca caliza pulverizada. Pero me las arreglé bien, disfruté de mis comidas y
fue un buen invierno.
BVD: ¿Cuál era tu alimento silvestre favorito?
TJK: Probablemente el alimento silvestre más sabroso de
la zona de Lincoln sean las bayas de perdiz[36], una minúscula baya perteneciente
a una especie del género Vaccinium -el
género de los arándanos- que crece en cotas elevadas. Las bayas son tan
pequeñas que puede llevar toda una hora recoger sólo una taza de ellas, pero el
sabor es soberbio. Además de ellas, mis alimentos preferidos eran los
arándanos, la “yampa” y los hígados de ciervo, de liebre de raquetas y de
puercoespín.
BVD: ¿Había algún plato favorito que te gustase
preparar?
TJK: No tenía ningún plato fijo, ya que usaba para
cocinar lo que tenía más a mano en cada momento. Hablando en general, mis
mejores comidas eran los estofados que contenían carne, verduras y algún tipo
de alimento feculento como patatas, arroz, macarrones o raíces como la “yampa”.
BVD: ¿Comías en el exterior?
TJK: Pocas veces. Normalmente comía dentro de la
cabaña, en la mesa... Cuando acababa de comer, a veces, me recostaba sobre el
respaldo de la silla con los pies sobre la mesa y simplemente me quedaba
mirando un rato por la ventana.
BVD: ¿Podías ver a través de la ventana?
TJK: ¿Perdona?
BVD: Que si podías ver a través de la ventana.
TJK: Sí claro. Para eso se supone que son las
ventanas...
BVD: ¿Cómo aprendiste qué plantas eran comestibles y el
modo de preparación, si es que lo necesitaban?
TJK: Durante años antes de dejar Berkeley me había
interesado la vida al aire libre y estuve aprendiendo habilidades tales como
reconocer plantas silvestres comestibles y cosas por el estilo. Aprendí a
reconocerlas con libros acerca del tema, tales como Edible Wild Plants of Eastern North America de Fernald y Kinsey y Wild Edible Plants of the Western United
States de Donald Kirk. Estos libros ofrecían alguna información acerca de
la preparación de las plantas, pero sobre todo aprendí a prepararlas mediante
el procedimiento de “ensayo y error”. Conocí algunas plantas comestibles
experimentando. Puede ser peligroso experimentar con ciertas familias de
plantas, como la de la zanahoria[37] o la familia del lirio[38], ya que incluyen algunas
especies que resultan mortales. Pero es seguro experimentar con la familia de
la mostaza[39]
y la familia de las compuestas y la de la remolacha[40], por lo que yo sé, no
poseen especies mortales, aunque algunas puedan ser más o menos tóxicas. Hay un
par de especies miembros de la familia de la mostaza que usé como verdura a
menudo sin llegar a saber nunca sus nombres. Hubo una especie de la familia de
las compuestas que estuve comiendo durante años antes de enterarme de que era
una especie de falso diente de león. Y hubo otra planta de la familia de la
remolacha que a menudo comía pero jamás conseguí identificar.
BVD: ¿Eras autosuficiente?
TJK: No, qué va; no era totalmente autosuficiente.
Necesitaba comprar en la tienda ciertas materias tales como harina, arroz,
copos de avena y aceite. Compraba la mayoría de mi ropa, aunque también me hice
yo mismo algunas prendas. En un principio, la autosuficiencia total era una
meta que quería llegar a alcanzar algún día, pero debido al creciente deterioro
de las tierras salvajes y a la progresiva aglomeración de gente por los
alrededores, llegué a sentir que ya no tenía sentido seguir intentando
conseguir esa meta y mi interés se centró en otros asuntos.
BVD: ¿Hasta qué punto el modo de vida, que elegiste
satisfizo tus sueños, deseos o motivaciones originarias, esto es, tus sueños de
juventud y tus planes tras decidir abandonar Berkeley? ¿Y qué fue lo más
satisfactorio de tu vida en Lincoln?
TJK: Mi vida en los bosques me aportó algunas
satisfacciones que yo había esperado obtener, como la libertad personal, la
independencia, un cierto componente de aventura y un modo de vida sosegado.
También obtuve
algunas satisfacciones que no había entendido o anticipado previamente, o que
incluso me pillaron por sorpresa. Cuanto más íntima se vuelve tu relación con
la naturaleza, más aprecias su belleza. Es una belleza que no consiste sólo en
captar imágenes y sonidos sueltos sino en una percepción de... toda ella en su
conjunto. No sé cómo expresarlo. Lo más
importante es que cuando vives en los bosques, en vez de simplemente visitarlos
de forma esporádica, la belleza entra a formar parte de tu vida en lugar de ser
algo que simplemente se observa desde el exterior.
En estrecha
relación con esto último, una parte de esa relación íntima con la naturaleza
que vas forjando, es la agudización que llegan a adquirir tus sentidos. No es
tanto que tu oído o tu vista se vuelvan más agudos, sino que te das más cuenta
de las cosas. Con la vida en la ciudad, tiendes a encerrarte en ti mismo, en
cierto modo. Tu entorno está atestado de imágenes y sonidos irrelevantes y te
acostumbras a apartar la mayor parte de ellos de tu consciencia. En los
bosques, tu atención se dirige hacia afuera, hacia tu entorno, de ahí que seas
mucho más consciente de lo que sucede a tu alrededor. Por ejemplo, notas cosas
en el suelo, tales como plantas comestibles o huellas de animales que suelen
pasar desapercibidas para otra gente. Si un ser humano ha pasado por allí y ha
dejado el más mínimo rastro o una pisada, probablemente lo notarás. Sabes qué
sonidos son los que llegan a tus oídos: esto es el canto de un pájaro, esto el
zumbido de un tábano, esto es un ciervo asustado que huye corriendo, esto es el
golpe de una piña el caer sobre un tronco tras ser arrancada por una ardilla.
Si oyes un sonido que no puedes identificar, inmediatamente capta tu atención,
incluso si es tan débil que apenas es audible.
Otra cosa que
aprendí fue la importancia de tener trabajos con sentido que llevar a cabo. Me
refiero a tareas con un verdadero sentido -cuestiones de supervivencia. No me
di cuenta totalmente de lo que suponía vivir en la naturaleza hasta que mi
situación económica fue tal que tuve que cazar, recoger plantas y cultivar un
huerto para poder comer. Durante parte de mi vida en Lincoln, especialmente
entre 1975 y 1978, si no
tenía éxito en la caza, no tenía carne para comer. No tenía verduras a no ser
que las recolectase o que las cultivase yo mismo. No hay nada más satisfactorio
que la plenitud y la confianza en uno mismo que aporta este tipo de
autosuficiencia. Y en estrecha relación con esto uno pierde casi totalmente su
miedo a la muerte.
Al vivir en la
naturaleza, uno descubre que la felicidad no consiste en maximizar el placer.
Consiste en la tranquilidad. Una vez que has disfrutado de la tranquilidad
durante el suficiente tiempo, realmente desarrollas aversión hacia la mera idea
de cualquier forma de placer intenso -un placer excesivo estropearía tu
tranquilidad.
Por ultimo, uno
aprende que el aburrimiento es una enfermedad propia de la civilización. Pienso
que el aburrimiento ante todo consiste en que las personas sienten la necesidad
de mantenerse entretenidas y ocupadas, ya que si no lo hacen, sus diversas
ansiedades, frustraciones, descontento y demás comienzan a aflorar a la
superficie y eso les hace sentirse incómodas. El aburrimiento es prácticamente
inexistente una vez que te has adaptado a la vida salvaje. Si no tienes ninguna
tarea realmente importante que necesite ser realizada, te puedes sentar durante
horas y horas sin hacer nada en absoluto, sólo escuchando a las aves, el viento
o el silencio, viendo las sombras moverse a medida que el sol se desplaza o,
simplemente, observando objetos familiares. Y no te aburres. Simplemente estás
en paz.
BVD: ¿Cuál fue la parte más dura de tu vida en Lincoln?
TJK: Lo peor de mi vida en los bosques fue observar el
inexorable avance de la civilización moderna. Había cada vez más casas a lo
largo del puerto de Stemple o en cualquier otro lugar. Más pistas a través de
los bosques, más zonas deforestadas, más aviones y helicópteros volando por encima.
Radiocollares en los wapitíes, fumigación con herbicidas, etc.
BVD: ¿Cuáles son algunos de tus más añorados recuerdos
de tu vida en los bosques?
TJK: Dar paseos por las montañas, temprano en
primavera, cuando la nieve se había derretido lo suficiente como para
permitirlo, disfrutando de la nueva
libertad física que suponía el hecho de no tener que seguir calzando
las raquetas para la nieve, y
volver a casa con un montón de verduras frescas y tiernas, tales como cebollas
silvestres[41],
dientes de león[42],
“bitterroot” y Lomatium, con uno o
dos gallos de monte -cazados ilegalmente, lo admito. Trabajar en el huerto de
madrugada. Cazar liebres de raquetas en invierno. El tiempo que pasaba en mi
escondite secreto durante el invierno. Ciertos lugares donde acampaba durante
la primavera, el verano y el otoño. Los estofados de otoño con carne de ciervo,
patatas y otras verduras de mi huerta. Todas las ocasiones en las que
simplemente me sentaba o tumbaba quieto in hacer nada, sin ni siquiera pensar
demasiado, simplemente impregnándome de paz.
BVD: Muchas gracias.
TJK: Ha sido un placer.
(Nota de la entrevistadora: A pesar de
ciertas afirmaciones publicadas que aseguran que el escondite secreto de
Kaczynski había sido hallado, jamás fue encontrado. En otra ocasión hablaremos
de ello).
[1] Traducción a
cargo de Último Reducto de “An Interview with Ted”, publicada en el boletín Blackfoot Valley Dispatch Vol. 19, nº 1,
2, 3 y 4, enero 2001, Lincoln, Montana, Estados Unidos. Original cedido por Ted
Kaczynski con permiso de la entrevistadora. Nota
del traductor.
[2] “Old frontier days” en el original. La
traducción literal sería: “Los viejos tiempos de la frontera”. “La frontera”
(“the frontier”) era el modo en que denominaban los estadounidenses del siglo
XIX a las tierras del Oeste y del norte de Norteamérica que estaban sólo a
medio explorar o colonizar, en las cuales la civilización del “hombre blanco”
aún no había conseguido afianzarse y en las cuales los blancos (y a veces
negros y amarillos asiáticos) que se adentraban o pretendían instalarse se
enfrentaban no ya a peligros tales como los ataques de los indios, las fieras o
los desastres naturales, sino a un modo de vida basado inevitablemente en la
autosuficiencia y la improvisación a la hora de resolver los asuntos y necesidades
de la vida cotidiana.
Aquí
se ha traducido “old frontier days” por “tiempos del Antiguo Oeste” ya que así
resultaría más sencilla su comprensión para la mayoría de los lectores
hispanoparlantes, aunque no sea realmente exacta (los “días de la frontera”
fueron solamente una época y una situación muy concreta y especial en la
historia de la colonización el Oeste estadounidense por parte de la
civilización moderna. En concreto, el principio de la misma). N. del t.
[3] 1 milla = 1,6 km. aprox. N. del t.
[4] “Lodgepole pine” en el original. Corresponde
a la especie Pinus contorta. N. del t.
[5] “Snowshoe hare” en el original. “Snowshoe” significa
“raqueta para la nieve”. “Estas liebres son de las especies Lepus americanus y otras especies
estrechamente afines con ésta [...]” (Ted Kaczynski en carta a Último Reducto
del 30 de abril del 2004. Original en castellano). La liebre de raquetas se
llama así porque sus anchas patas traseras le sirven a modo de raquetas para
correr sobre la nieve sin hundirse. N.
del t.
[6] 40 pies = 12,19 metros. N. del t.
[7] “Parsnips” en el original. Corresponde a la
especie Pastinaca sativa. [Nota del
traductor].
[8] “Los ‘deer’ [ciervos] que comía eran de la especie
Odocoileus hemionus y se llaman ‘mule
deer’ [ciervo mula]”. (Carta de Ted Kaczynski a Último Reducto del 7-10-2004.
Original en castellano). N. del t.
[9] “Elk” en el original. La traducción de “elk”
al castellano es, en principio, “alce”. Pero en Norteamérica se llama “elk”
sólo al ciervo wapití (Cervus canadensis),
mientras que al alce o anta (Alces
americana) se le llama “moose”. Por tanto, Kaczynski no cazaba alces sino
wapitíes. N. del t.
[10] Probablemente Tamasciurus hudsonicus o ardilla roja americana. N. del t.
[11] “Grouse” en el original. “Grouse” es un término que
los angloparlantes aplican a varias especies y géneros de la familia de aves
galliformes conocidas como tetraónidas.
En el caso de
Kaczynski, los “grouse” que cazaba en Montana, eran lo que en castellano se han
dado en llamar, de forma genérica, “gallos de bosque” o “gallos de monte”,
nombre aplicado a varias especies de tetraónidas norteamericanas. En concreto,
Kaczynski cazaba:
-Dendragapus obscurus, “Blue grouse” en
inglés. “Gallo de las Rocosas” o “perdiz oscura” en castellano.
-Bonasa Umbellus, “Ruffed grouse” en inglés. En castellano se suele llamar grévoles a las especies del género Bonasa. En este caso se trata del grévol engolado.
-Bonasa Umbellus, “Ruffed grouse” en inglés. En castellano se suele llamar grévoles a las especies del género Bonasa. En este caso se trata del grévol engolado.
-Canachites canadensis, “Spruce grouse” o
“Franklin grouse” en inglés. La traducción literal al castellano de “Spruce
grouse” sería “gallo de los abetos”.
Nota del traductor
basada en datos aportados por el propio Ted Kaczynski.
[12] Roedores con púas de la familia de los
eretizodóntidos. Probablemente Erethizon
dorsatum. N. del t.
[13] “Rockchuck” en el original. Probablemente Marmota flaviventris. N. del t.
[14] “Muskrats” en el original. Corresponde a la
especie Ondatra zibethica. N. del t.
[15] “Packrats” en el original. Roedores del
género Neotoma. N. del t.
[16] “Deer mice” en el original. Corresponde a la
especie Peromyscus maniculatus. N. del t.
[17] Género Vaccinium.
Las distintas especies de Vaccinium son
designadas en inglés con distintos nombres comunes los cuales, a su vez varían
según la zona. Kaczynski, por ejemplo, utilizaba en este caso el término
“huckleberries”, para referirse a cierta especie de Vaccinium. Sin embargo, ese mismo nombre, “huckleberry”, se usa en
otros lugares para designar a otras plantas del género Gaylussacia (perteneciente a la misma familia que Vaccinium, las ericáceas). Nota del traductor basada en datos aportados
por el propio Ted Kaczynski.
[18] Género Sepherdia.
N. del t.
[19] Las “twinberries” rojas pertenecen a la
especie Lonicera utahensis. N. del t.
[20] Corresponde a la especie Lonicera involucrata. N. del
t.
[21] “Gooseberries” en el original. Corresponde a
la especie Ribes uva-crispa. También
llamada R. grossularia. N. del t.
[22] “Black currants” en el original. Género Ribes. N. del t.
[23] “Raspberries” en el original. Corresponde al
género Rubus. N. del t.
[24] “Oregon grapes” en el original. Género Mahonia. N. del t.
[25] “Choke cherries” en el original. Prunus virginiana. N. del t.
[26] “Rose hips” en el original. Frutos de rosal
silvestre (género Rosa). N. del t.
[27] Género Camassia.
Probablemente C. quamash. N. del t.
[28] Género Carum.
Probablemente C. gairdneri o C. kellogi. N. del t.
[29] Corresponde a la especie Lewisia rediviva. N. del t.
[30] Género perteneciente a la familia de las
umbelíferas. N. del t.
[31] Probablemente Claytonia virginica. N. del
t.
[32] “Orach” en el original. Corresponde a la
especie Atriplex hortensis. N. del t.
[33] “Jerussalem artichokes” en el original. Helianthus
tuberosum. N. del t.
[34] Corresponde a la especie Pseudotsuga menziesii. N. del t.
[35] Corresponde a la especie Rheum rhabarbarum. N. del t.
[36] “Partridge berries” en el original.
Pertenecen al género Vaccinium. Nota del traductor basada en datos aportados
por el propio Ted Kaczynski.
[37] Familia de las umbelíferas. N. del t.
[38] “Lily” en el original. Kaczynski se refiere
al género Lilium y, por tanto, a la
familia de las liliáceas. Nota del
traductor basada en datos aportados por el propio Ted Kaczynski.
[39] Familia de las crucíferas. N.
del t.
[40] Familia de las quenopodiáceas. N. del t.
[41] Género Allium.
N. del t.
[42] Géneros Leontodon
o Taraxacum. N. del t.