Nota importante de Último Reducto
GOLPEAD DONDE DUELA[1],[2]
Por Ted Kaczynski
1) EL PRÓPOSITO DE ESTE ARTÍCULO.
El
propósito de este artículo es señalar un principio muy simple que rige los
conflictos humanos, un principio que los oponentes en contra del sistema
tecnoindustrial parecen estar pasando por alto. El principio es que en un
conflicto de cualquier tipo, si quieres ganar, has de golpear a tu adversario
donde le duela.
Es
preciso explicar que cuando hablo de “golpear donde duela” no estoy
necesariamente refiriéndome a golpes físicos o a ninguna otra forma de
violencia física. Por ejemplo, en un debate oral, “golpear donde duela”
significaría dirigir la discusión hacia dónde la posición de tu oponente sea
más vulnerable. En las elecciones presidenciales, “golpear donde duela”
significaría arrebatar a tu oponente los estados que aporten más votos en las
elecciones. De todos modos, para discutir este principio usaré la analogía con
el combate físico porque ilustra claramente y de manera gráfica lo que quiero
expresar.
Si
un hombre te lanza un puñetazo, no puedes defenderte golpeando su puño porque
no podrás hacerle daño de ese modo. Para ganar la pelea, tienes que golpearle
donde le duela. Eso significa que tienes que ir más allá de su puño y golpear
las partes más sensibles y vulnerables del cuerpo de ese hombre.
Supón
que un buldózer perteneciente a una compañía maderera ha estado arrasando los
bosques cerca de tu casa y tú quieres pararlo. Es la pala del buldózer la que
arranca la tierra y tira los árboles, pero sería una pérdida de tiempo golpear
la pala con una maza. Si te dedicases a golpear con fuerza la pala con la maza
durante todo un día, puede que consiguieses dañarla lo suficiente como para que
quedara inservible, pero, en comparación con el resto del buldózer, la pala es
relativamente barata y fácil de sustituir por otra nueva. La pala es sólo “el
puño” con el que el buldózer golpea la tierra. Para estropear definitivamente
la máquina debes ir más allá del “puño” y atacar las partes vitales del buldózer.
El motor, por ejemplo, puede ser arruinado con una inversión de tiempo y
esfuerzo muy pequeña mediante ciertos métodos bien conocidos por muchos
radicales.
Llegados
a este punto, he de aclarar que no estoy recomendando a nadie que dañe un buldózer
(a menos que sea de su propiedad). Nada en este artículo debería ser
interpretado como una recomendación de la realización de actividades ilegales
de ningún tipo. Soy un preso y si estuviese animando a realizar actividades
ilegales nunca hubiesen permitido que este artículo saliese de prisión. Uso la
analogía con el buldózer sólo porque es clara y gráfica y será apreciada por
los radicales.
2)
LA TECNOLOGIA ES EL OBJETIVO.
Es
algo ampliamente reconocido que “la variable básica que determina el proceso
histórico contemporáneo viene dada por el desarrollo tecnológico” (Celso
Furtado en Latin American Radicalism,
editado por Irving Louis Horowitz, Josué de Castro y John Gerassi, en Vintage
Books, 1969, página 64). La tecnología, por encima de cualquier otra cosa, es
responsable de la situación general del mundo y controlará su futuro
desarrollo. Por consiguiente, el buldózer que hemos de destruir es la
tecnología moderna en sí misma. Muchos radicales son conscientes de ello y, por
tanto, se percatan de que su tarea es eliminar el sistema tecnoindustrial en su
conjunto. Pero, desafortunadamente, prestan poca atención a la necesidad de golpear
al sistema donde le duela.
Destrozar un McDonald‘s o un Starbuck’s es algo absurdo. Y no lo digo porque a
mí me importen un bledo McDonald’s o Starbuck’s. No me preocupa si alguien los
destroza o no. Sin embargo, esa no es una actividad revolucionaria. Incluso si
todas las cadenas de comida rápida del mundo fuesen arrasadas, el sistema
tecnoindustrial sufriría unos daños mínimos como resultado de ello y podría
sobrevivir fácilmente sin cadenas de comida rápida. Cuando atacas un McDonald’s
o un Starbuck’s, no estás golpeando donde duele.
Hace unos meses recibí una carta de un joven de Dinamarca que creía que el
sistema tecnoindustrial tenía que ser eliminado porque, como muy bien señalaba,
“¿qué pasará si seguimos por este camino?”. Sin embargo, su forma de entender
la actividad “revolucionaria” parece que era atacar granjas peleteras. Como
forma de debilitar el sistema tecnoindustrial esa actividad es completamente
inútil. Incluso si los liberadores de animales tuviesen éxito en su intento de
eliminar completamente la industria peletera no causarían ningún daño al
conjunto del sistema, ya que el sistema puede apañárselas perfectamente sin
usar pieles. Estoy de acuerdo en que mantener animales salvajes en jaulas es
intolerable y en que poner fin a tales prácticas es una noble causa. Y hay
otras muchas causas nobles, tales como prevenir los accidentes de tráfico, dar
cobijo a los “sintecho”, reciclar, o ayudar a los ancianos a cruzar la calle.
Pero nadie es tan tonto como para tomarlas por actividades revolucionarias, ni
como para imaginar que al llevarlas a cabo está haciendo algo que debilite el
sistema.
3)
LA INDUSTRIA MADERERA ES UN ASUNTO SECUNDARIO.
Veamos
otro ejemplo, nadie en su sano juicio cree que algo como los ecosistemas
salvajes vaya a sobrevivir durante mucho más tiempo si el sistema tecnoindustrial
continúa existiendo. Muchos ecologistas radicales están de acuerdo en esto y
desean el hundimiento del sistema. Pero en la práctica todo lo que hacen es atacar
la industria maderera.
Ciertamente,
no tengo nada que objetar a su ataque contra la industria maderera. De hecho, ése
es un asunto que siento en el alma como propio y me alegraré enormemente con
cada uno de los éxitos en contra de la industria maderera que los radicales
puedan conseguir. Además, por razones que no vienen al caso, considero que la
oposición a la industria maderera debería ser un elemento que formase parte de
la lucha por destruir el sistema.
Pero, por sí mismo, atacar a la industria maderera no es un modo eficaz de
luchar contra el sistema, porque incluso en el improbable caso de que los
radicales consiguiesen parar todas las talas en todos los lugares del mundo,
eso no derrumbaría el sistema. Y no salvaría de un modo definitivo las zonas
salvajes. Antes o después la situación política cambiaría y las talas se
reanudarían. Incluso si las talas no se reanudasen, habría otras vías a través
de las cuales los ecosistemas salvajes serían destruidos, o si no destruidos,
al menos sometidos y domesticados. La minería y la prospección minera, la
lluvia ácida, los cambios climáticos y la extinción de especies destruyen las
tierras salvajes; la vida salvaje es subyugada y domesticada mediante las actividades
e infraestructuras de recreo, los estudios científicos y la gestión de
recursos, que incluyen entre otras cosas, el seguimiento de animales mediante
dispositivos electrónicos, la repoblación de los ríos y arroyos con peces de
criadero y la plantación de árboles genéticamente modificados.
Las
tierras salvajes sólo pueden ser salvadas de modo definitivo mediante la
eliminación del sistema tecnoindustrial. Y no se puede eliminar el sistema
atacando la industria maderera. El sistema podría fácilmente sobrevivir a la
muerte de la industria maderera, ya que los productos de la madera, a pesar de
ser muy útiles para el sistema, podrían ser reemplazados por otros materiales
si fuese necesario.
Por
consiguiente, cuando se ataca la industria maderera, no se está golpeando al
sistema donde le duela. La industria maderera es sólo el “puño” (o uno de los
muchos) con que el sistema destruye los ecosistemas salvajes y, como en una
pelea a puñetazos, no se puede ganar golpeando el puño del adversario. Hay que ir
más allá del puño golpear en los órganos más
sensibles y vitales del sistema. Usando medios legales, tales como
protestas pacíficas, por supuesto.
4)
POR QUÉ EL SISTEMA ES PERSISTENTE.
El
sistema tecnoindustrial es excepcionalmente persistente debido a su estructura
llamada “democrática” y a la consiguiente flexibilidad que ésta le otorga.
Debido a que los sistemas dictatoriales tienden a ser rígidos, las tensiones y
la resistencia sociales pueden surgir y desarrollarse en ellos hasta el punto
de dañar y debilitar el sistema y provocar la revolución. Pero en un sistema
“democrático”, cuando la tensión y resistencia sociales crecen peligrosamente,
el sistema cede lo suficiente, se amolda lo justo para reducir la intensidad de
esas tensiones hasta un nivel que le resulte seguro.
Durante
los años 60 la gente comenzó a hacerse consciente de que la contaminación
ambiental era un serio problema, sobre todo porque la mala calidad del aire en
nuestras principales ciudades era tal que incluso podía verse y olerse y comenzaba
a incomodar físicamente a las personas. Se elevaron las suficientes protestas
como para que se estableciera la Agencia de Protección Medioambiental y se
tomasen medidas para aliviar el problema. Por supuesto, todos sabemos que
nuestros problemas de polución están muy, pero que muy lejos de haber sido
resueltos. Pero se hizo lo suficiente como para acallar las protestas públicas
y que así el nivel de presión que soportaba el sistema se mantuviese bajo por
unos cuantos años.
Así
que, atacar al sistema es como golpear un trozo de goma. Un golpe con un
martillo puede hacer pedazos el hierro templado, porque éste es rígido y
frágil. Pero se puede golpear un trozo de goma sin dañarlo en absoluto, ya que
es flexible: cede ante el martillo y recupera su forma original en cuanto se
agota la fuerza del golpe. El sistema industrial “democrático” es así: cede
ante las protestas, sólo lo suficiente para que éstas pierdan su fuerza e
ímpetu. Y después recupera su forma original de nuevo.
Por
tanto, para golpear al sistema donde le duela, se necesita seleccionar aspectos
en los cuales el sistema no pueda ceder, en los que se vea obligado a luchar
hasta el final. Por consiguiente, lo que se necesita no es buscar la
negociación con el sistema sino una lucha a vida o muerte en su contra.
5)
ES INUTIL ATACAR AL SISTEMA BASÁNDOSE EN SUS PROPIOS VALORES.
Es
absolutamente esencial atacar al sistema, no basándose en sus propios valores
favorables a la tecnología, sino en valores que sean incompatibles con los
valores del sistema. Mientras se ataque al sistema basándose en sus propios
valores, no se le golpeará dónde le duele y se permitirá que el sistema desarme
las protestas cediendo, amoldándose a ellas.
Por
ejemplo, si se ataca la industria maderera tomando como base principal que los
bosques son necesarios para conservar los recursos hídricos y como zonas de
recreo, entonces el sistema puede ceder terreno para desactivar la protesta sin
poner en peligro sus
propios valores: la conservación de los recursos hídricos y de las zonas de
recreo es totalmente compatible con los valores del sistema y, si el sistema
cede, si restringe las extracciones madereras para conservar el agua y las
zonas de esparcimiento, lo que está haciendo en este caso sólo es una retirada
táctica para que así su código de valores no sufra una derrota estratégica.
Si
se promueve la lucha contra la victimización (las luchas contra el racismo, el
sexismo, la homofobia o la pobreza, por ejemplo) no se están poniendo en
peligro los valores del sistema, ni siquiera se está forzando al sistema a
ceder o pactar. Se está ayudando directamente al sistema. Todos los expertos y
gestores del sistema están de acuerdo siempre en que el racismo, el sexismo, la
homofobia y la pobreza son dañinos para el sistema y ésta es la razón por la
cual el propio sistema se esfuerza en combatir éstas u otras formas de
victimización.
La
explotación laboral, con sus bajos salarios y sus condiciones de trabajo
miserables, puede beneficiar a ciertas empresas, pero los expertos y gestores
del sistema saben muy bien que el sistema en su conjunto funciona mejor cuando
los trabajadores son tratados dignamente. Al luchar contra la explotación
laboral se está ayudando al sistema, no debilitándolo.
Muchos
radicales caen en la tentación de centrarse en luchar contra problemas no
esenciales tales como el racismo, el sexismo y la explotación laboral porque es
fácil hacerlo así. Toman un asunto respecto del cual el sistema pueda
permitirse negociar y con el cual podrán obtener el apoyo de los políticos
progres, de los sindicatos y de los demás reformistas “rojillos”. Quizá el
sistema, bajo esa presión, ceda un poco y los activistas obtengan algunos
resultados visibles como premio a sus esfuerzos, además de la satisfactoria
ilusión de haber conseguido algo. Pero en realidad no habrán conseguido nada en
absoluto en lo que respecta a la eliminación del sistema tecnoindustrial.
El
tema de la globalización no es completamente ajeno al problema de la
tecnología. El conjunto de medidas económicas y políticas llamado globalización
promueve el crecimiento económico y, consecuentemente, el progreso tecnológico.
Pero aun así, la globalización es un tema marginal de importancia secundaria y
no es un objetivo acertado para que los revolucionarios lo combatan. El sistema
puede permitirse ceder terreno en lo referente a la globalización. Sin
abandonar la globalización como tal, el sistema puede dar ciertos pasos para
mitigar las consecuencias negativas ambientales y económicas de la
globalización para así calmar las protestas. Y si no tuviese otro remedio, el
sistema podría incluso permitirse parar la globalización por completo. El
desarrollo y el progreso continuarían de todos modos, sólo que a un ritmo
ligeramente menor. Y cuando se combate la globalización, no se están atacando
los valores fundamentales del sistema. La oposición a la globalización lo que
busca es conseguir sueldos dignos para los trabajadores y proteger el entorno,
cosas ambas completamente compatibles con los valores del sistema (el sistema,
para su propia supervivencia, no quede permitirse que la degradación del
entorno pase de cierto límite). En consecuencia, al combatir la globalización
no se está golpeando al sistema donde realmente le duele. Los esfuerzos
realizados en este sentido pueden promover reformas, pero son inútiles para
conseguir la destrucción del sistema tecnoindustrial.
6) LOS RADICALES DEBERÍAN ATACAR AL SISTEMA EN SUS PARTES VITALES.
Para trabajar de un modo efectivo en la eliminación del sistema
tecnoindustrial, los revolucionarios deben atacar al sistema en aspectos en los
que no pueda permitirse ceder terreno. Han de atacar los órganos vitales del
sistema. Por supuesto, cuando uso el término “atacar”, no me refiero al ataque
físico, sino solamente a las formas legales de protesta y resistencia.
Algunos
ejemplos de órganos vitales del sistema son:
A) La industria de la energía eléctrica. El sistema es totalmente dependiente de su
red de energía eléctrica.
B) La industria de las comunicaciones. Sin comunicaciones rápidas, por ejemplo, por
medio del teléfono, de la radio, de la televisión, del correo electrónico y
similares, el sistema no podría sobrevivir.
C) La industria informática. Todos sabemos que sin ordenadores el sistema
se vendría abajo rápidamente.
D) La industria de la propaganda. La industria de la propaganda incluye la
industria del entretenimiento, el sistema educativo, el periodismo, la
publicidad, las relaciones públicas y gran parte de la política y de la
industria de la salud mental. El sistema no puede funcionar a no ser que la
gente sea lo suficientemente dócil y se conforme y adopte las actitudes que el
sistema necesita que tenga. La función de la industria de la propaganda es
educar a la gente en ese tipo de pensamiento y comportamiento.
E) La industria de la biotecnología. El sistema no es aún (al menos por lo que yo
conozco) físicamente dependiente de la biotecnología avanzada. Sin embargo, el
sistema no puede permitirse ceder respecto al asunto de la biotecnología, ya
que es un tema de importancia capital para él, tal y como mostraré enseguida.
Insisto: Cuando se atacan estos órganos
vitales del sistema, es esencial no atacarlos en base a los propios valores del
sistema sino en base a valores incompatibles con ellos. Por ejemplo si se ataca
la industria de la energía eléctrica en base a que contamina el entorno, el
sistema puede desarmar la protesta desarrollando métodos más limpios de
producir electricidad. Y si aun así las cosas se le pusiesen feas, el sistema
podría incluso funcionar completamente con energía eólica y solar. Esto podría
suponer una reducción de los daños ambientales, pero no pondría fin al sistema
tecnoindustrial. Ni tampoco supondría una derrota de los valores fundamentales
del sistema. Para conseguir algo en contra del sistema habría que atacar toda producción de energía eléctrica en
sí misma, en base a que la dependencia de la electricidad hace a la gente
dependiente del sistema. Este es un fundamento básico incompatible con los
principios del sistema.
7)
LA BIOTECNOLOGIA PUEDE SER EL MEJOR OBJETIVO PARA EL ATAQUE POLÍTICO.
Probablemente
el objetivo más prometedor para el ataque “político” sea la industria de la
biotecnología. Aunque las revoluciones son por lo general llevadas a cabo por
minorías, es muy útil obtener cierto grado de apoyo, simpatía o al menos
aceptación por parte de la población en general. Obtener este tipo de apoyo o
aceptación es una de las metas de la actividad política. Si se concentrase el
ataque político en, por ejemplo, la industria de la energía eléctrica, seria extremadamente
difícil obtener algún apoyo más allá del de una minoría radical, ya que la
mayoría de la gente se resiste a cambiar su modo de vida, especialmente si
considera que ese cambio le supondrá inconvenientes. Por eso pocos estarían
dispuestos a vivir sin electricidad.
Pero
la gente no se siente aún tan dependiente de la biotecnología avanzada como lo
es de la electricidad. Eliminar la biotecnología no cambiará radicalmente sus
vidas. Al contrario, debería ser posible mostrar a la gente que de continuar el
desarrollo de la biotecnología, su modo de vida se vería transformado y que
desaparecerían por completo ciertos antiguos valores humanos. Así que, al
combatir la biotecnología, los radicales deberían ser capaces de movilizar en
su propio favor la resistencia natural del ser humano a los cambios.
Y
la biotecnología es un asunto respecto al cual el sistema no puede permitirse
perder. Es una lucha en la que el sistema tiene que pelear hasta el final, que
es precisamente lo que necesitamos. Pero -lo repito una vez más- es esencial
atacar la biotecnología no en base a los propios valores del sistema sino en
base a valores incompatibles con ellos. Por ejemplo, si se ataca la
biotecnología basándose principalmente en que puede dañar el entorno, o en que
los alimentos genéticamente modificados pueden ser dañinos para la salud, el
sistema puede amortiguar esos ataques, y lo hará, cediendo terreno o negociando
-por ejemplo, aumentando la vigilancia y el control sobre las investigaciones
genéticas y obligando a que los cultivos genéticamente modificados se sometan a
unas pruebas y regulaciones más rigurosas. Así la preocupación de la gente
disminuirá y, junto con ella, las protestas.
8)
LA BIOTECIOLOGÍA, EN CUALQUIERA DE SUS FORMAS, DEBE SER ATACADA EN SÍ
MISMA.
Así
que, en lugar de protestar contra una u otra consecuencia negativa de la
biotecnología, hay que atacar toda la biotecnología moderna en sí, basándose en
cosas tales como: (a) que es un insulto a todos los seres vivos; (b) que pone
demasiado poder en manos del sistema; (c) que transformará radicalmente valores
humanos fundamentales que han existido durante miles de años; y otros
fundamentos que sean incompatibles con los valores del sistema.
En
respuesta a este tipo de ataque el sistema ha de dar la cara y luchar. No puede
permitirse amortiguar el ataque cediendo lo más mínimo, porque la biotecnología
es algo imprescindible para el conjunto del proyecto del progreso tecnológico y
porque, en lo referente a su código de valores, si cediese el sistema no estaría
llevando a cabo una retirada táctica, sino que estaría sufriendo una derrota
estratégica. Esos valores estarían siendo socavados y se abriría la puerta a
otros posteriores ataques políticos que podrían desmontar los fundamentos del
sistema.
Veamos
un ejemplo: La Cámara de los Representantes[3]
de los Estados Unidos votó recientemente a favor de prohibir la clonación de
seres humanos, y al menos algunos congresistas explicaron por qué lo hicieron
dando razones del tipo adecuado. Las razones que yo leí se enmarcaban en
términos religiosos, pero sea lo que sea que se piense acerca de las creencias
religiosas, esas razones eran inaceptables
para el sistema tecnoindustrial. Y eso
es lo que importa.
Por
tanto, el voto de los congresistas en contra de la clonación humana supuso una
auténtica derrota para el sistema. Pero fue sólo una muy, muy pequeña derrota, debido a
lo restringido de la prohibición -sólo una minúscula parte de la biotecnología
se vio afectada- y debido a que, en un futuro cercano, la clonación de seres
humanos tendrá poca utilidad para el sistema de todos modos. Pero la actuación
de la Cámara de los Representantes sugiere que éste puede ser un punto en el
cual el sistema es vulnerable y que un ataque más amplio contra la
biotecnología en su conjunto podría inflingir graves daños al sistema y a sus
valores.
9)
LOS RADICALES AÚN NO ESTÁN ATACANDO LA BIOTECNOLOGIA EFICAZMENTE.
Algunos
radicales atacan la biotecnología, bien políticamente bien físicamente, pero,
por lo que yo sé, explican su oposición a la misma basándose en los valores del
propio sistema. Esto es, su mayor preocupación son los riesgos de daño
ambiental y de perjuicios para la salud.
Y
así no están golpeando a la industria biotecnológica donde le duele. Usando de
nuevo la analogía con el combate físico, supongamos que alguien se tuviese que
defender de un pulpo gigante. No sería capaz de contraatacar eficazmente si
sólo cortase las puntas de los tentáculos. Tendría que darle en la cabeza. Por
lo que yo he leído acerca de sus actividades, los radicales que luchan contra
la biotecnología aún no hacen más que cortar las puntas de los tentáculos del
pulpo. Intentan persuadir a los granjeros convencionales, individualmente, de
que se abstengan de sembrar semillas genéticamente manipuladas. Pero hay muchos
miles de granjas en el mundo, así que persuadir a los granjeros individualmente
es un modo tremendamente ineficaz de combatir la ingeniería genética. Sería
mucho más eficaz persuadir a científicos relacionados con investigaciones
biotecnológicas, o a ejecutivos de compañías como Monsanto, de que abandonen la
industria biotecnológica. Los investigadores científicos de alto nivel son
gente que tiene aptitudes especiales y una elaborada formación, por lo que son
difíciles de reemplazar. Lo mismo sucede con los ejecutivos de alto nivel de
las multinacionales. Persuadiendo sólo a unos pocos de estos individuos de que
abandonasen la biotecnología se causaría más daño a la industria biotecnológica
que persuadiendo a un millar de granjeros de que no cultivasen semillas
genéticamente manipuladas.
10) GOLPEAD DONDE DUELA.
Es
discutible si tengo razón al pensar que la biotecnología es el mejor campo en
el cual atacar al sistema políticamente. Pero está más allá de toda duda que
los radicales, hoy en día, están desperdiciando sus energías en luchas que
tienen poca o ninguna relevancia para la supervivencia del sistema tecnológico.
E incluso cuando eligen los temas adecuados, los radicales no golpean donde
duele. Así que en lugar de ir corriendo a la próxima cumbre sobre comercio
mundial a tener otra furiosa pataleta en contra de la globalización, los
radicales deberían dedicar algún tiempo a pensar cómo golpear al sistema donde
realmente le duela. Por medios legales, claro.
[1] Traducción a cargo de Último Reducto del texto
original “Hit Where It Hurts”, extraído de Green
Anarchy, nº 8, Primavera 2002. N.
del t.
[2] Kaczynski es un autor estadounidense y, en este
artículo, escribe para el público estadounidense. Debido a ello en el texto se
hace referencia a diversas circunstancias propias de EE.UU. que en muchos casos
no se dan del mismo modo (o no se producen en absoluto) en otros países. El
lector inteligente debería ser capaz de establecer, cuando sea necesario y
posible, las analogías necesarias con las circunstancias e instituciones de su
propio país sin demasiado esfuerzo. N. del t.
[3] La Cámara de los Representantes es una de las dos
cámaras que forman el Congreso de los Estados Unidos de América. La otra es el
Senado. N. del t.