ADAPTACIONES DE
FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA VII:
sobre el izquierdismo y la COVID-19.[1]
A mi me seducen gran parte de los “básicos” de dicha
filosofía (los tuyos, los de Ted Kaczynski) pero los contemplo, como algo más romántico
o poético que como una teoría filosófica con la que las masas puedan identificarse
y que pueda materializar un cambio decisivo en el rumbo que lleva esta civilización.
Yo no puedo decir que sea anarquista, pero me identifico con dichas ideas, y paradójicamente
con lo que te he dicho hace un momento, con las más relacionadas con el
obrerismo y la lucha de clases. Y no es porque acepte y venere el progreso
humano, ni nada de eso. Pero sí acepto la división que de este mundo a generado
la lógica capitalista... Por otro lado desde siempre he asimilado como una vida
más que digna la economía de subsistencia y su “dureza”, y el tiempo para uno,
más allá de la comodidad y la falsa libertad de comprar mierdas impuestas. Desconfío
de la tecnología en gran medida.
U.R.: Yo no tengo nada que
ver con el primitivismo ni idealizo lo primitivo. Simplemente considero que la
vida primitiva, con todos sus problemas y dificultades, sería preferible a la
civilizada porque es la vida para la cual estamos adaptados genéticamente por
la selección natural y porque es la que menos dañaba la Naturaleza (aunque sólo
fuese porque al carecer de medios tecnológicos avanzados no solían poder causar
mucho daño). Nada más. No creo que fuese Jauja, ni el paraíso, ni que los
primitivos fuesen angelitos. Normalmente la mayoría de ellos eran tan capullos
como la mayor parte del resto de los seres humanos del resto de épocas. De
hecho, creo que, si se inventase una máquina del tiempo y a la mayoría de los
primitivistas (es decir, de los que idealizan a los primitivos) los mandasen a
la prehistoria, no durarían una mierda. Si no los matasen las condiciones del
medio salvaje lo harían los propios humanos primitivos a quienes tanto
idealizan.
Tienes razón en que mis ideas, o las de Kaczysnki, no son
para las masas. Pero es que no hace falta que lo sean. No se trata de cambiar
las ideas de las masas para que así cambie la sociedad. Lo que se trata es de
cambiar físicamente la sociedad (más en concreto, de destruirla). Y para
eso no hace falta cambiar la forma de pensar de nadie. Lo que hace falta son
algunas personas (una cantidad mínima, no necesariamente muchas) que ya tengan claras esas ideas y esa meta,
que tengan el suficiente coraje para esforzarse por conseguir los medios para
poder alcanzarla y que, llegado el momento, lo intenten. De hecho, cambiar la
forma de pensar y actuar de las masas es imposible sin usar un aparato
propagandístico y/o represivo enormemente poderoso y extenso, lo cual
inevitablemente conlleva la necesidad de una sociedad tecnoindustrial, que es
precisamente lo que se querría eliminar. O sea, que por ahí no van los tiros.
Creer que se puede cambiar la forma de pensar y actuar de las masas o que ellas
mismas verán la luz y cambiarán voluntariamente, por las buenas, sin engañarlas
ni obligarlas (lo que creen muchos anarquistas, por ejemplo) es estar en Babia,
ser un soñador. ¿Qué? ¿Sigues pensando que nuestras ideas son “románticas”?
¿Quién es el romántico, el que cree (o más bien prefiere creer) que las masas
despertarán y cambiarán voluntariamente o el que sabe y reconoce que eso no
pasará y, por tanto, busca otras vías?
No sé si entiendo bien todo lo que quieres decir con “Yo no
puedo decir que sea anarquista, pero me identifico con dichas ideas, y
paradójicamente con lo que te he dicho hace un momento, con las más
relacionadas con el obrerismo y la lucha de clases. Y no es porque acepte y
venere el progreso humano, ni nada de eso. Pero sí acepto la división que de
este mundo a generado la lógica capitalista...”, pero creo que más o menos capto
lo básico. No es tan paradójico, la mayoría de los izquierdistas (incluidos los
anarquistas) no reconocen serlo. Lo que está claro es que todo ese rollo del
anticapitalismo, la lucha de clases, el obrerismo, etc. es izquierdismo (de
hecho, es el izquierdismo clásico socialista de manual de toda la vida). Quizá
no tenga necesariamente que ver con cosas como el animalismo, la defensa de los
derechos de los homosexuales, la lucha contra el patriarcado, etc. porque es
más antiguo que estas otras tendencias (lo primero es el izquierdismo del siglo
XIX y primera mitad del XX y todo lo otro se ha ido desarrollando y
generalizando más tarde), pero es izquierdismo igualmente.[2]
M: ¿Cómo contemplas todo
este monotema del coronavirus y sus consecuencias a corto y largo plazo?
U.R.: Sobre el coronavirus
(SARS-CoV-2), cuanto más lo pienso, menos lo entiendo, la verdad. He visto y
oído tantos sinsentidos en el último año en relación a este tema que ya no sé a
qué atenerme. Pero bueno, en resumen te diré que:
§
El
origen del virus no lo tengo claro. Quizá no se aclare nunca. Pero sea creado
en laboratorio o sea de origen “natural”, el caso es que es en gran medida
producto del desarrollo tecnológico y social (en especial, demográfico) de la
sociedad actual. Porque, incluso si el origen fuese “natural”, en realidad no
sería nada natural (en el sentido de “no artificial”), sino algo debido a la
destrucción, degradación o explotación de los ecosistemas y especies salvajes
que hace que los animales salvajes tengan más contacto (directo o indirecto)
con los seres humanos y nos transmitan sus patógenos (la mayoría de las grandes
enfermedades infecciosas –epidemias y pandemias- humanas son zoonosis que tienen
su origen en este tipo de procesos); a la aglomeración de grandes cantidades de
personas en núcleos de población que posibilita o facilita que se produzcan y
perpetúen los contagios; y a los medios de transporte rápidos y a larga
distancia que posibilitan que los
patógenos se extiendan.[3] O
sea, que sea como sea, es culpa del desarrollo tecnológico y social.
§
Lo
de las medidas de contención, es un puñetero caos que no hay quien se aclare.
Igual que lo de las estadísticas de la evolución de la enfermedad. O son falsas
o están mal hechas, pero no tienen lógica alguna. En muchos casos tanto las
estadísticas como las medidas de contención tienen que ver mucho más con la
economía y la política que con la epidemiología. Y no me refiero sólo a España,
sino al mundo en general. En otros países es todo igual de ilógico, aunque
difieran en ciertos aspectos.
§
De
las vacunas contra la COVID-19 no me fío un pelo. Si tenemos en cuenta el
historial de efectos secundarios, indeseados, imprevistos y dañinos de las
tecnosoluciones (el desarrollo y aplicación de tecnologías para tratar de
solucionar problemas -normalmente creados o agravados por la tecnología a su
vez-) a lo largo de la historia, no hay razón para creer que estas vacunas vayan
a ser una excepción. Es muy probable que traigan más problemas que los que
arreglarán, sobre todo a largo plazo. Y más estando hechas a matacaballo, sin
un largo y concienzudo periodo de prueba (que es lo que se suele y debe hacer
con las vacunas, y aun así dan problemas a menudo).
§
Es
evidente que con el cuento de contener el virus, muchos gobiernos y políticos,
y seguramente también otros individuos y organizaciones poderosos (empresas
farmacéuticas, por ejemplo) han tratado de sacar provecho del asunto,
imponiendo medidas sociales autoritarias, desviando la atención de otros
asuntos, aprovechando el jaleo para hacer maniobras y jugarretas, vendiendo
tecnosoluciones, etc.
§
Y
lo peor: a largo plazo, es muy probable que esto refuerce el sistema
tecnoindustrial más que debilitarlo. Para empezar, aunque esto haya generado
una crisis económica no creo que ésta vaya a ser lo suficientemente grave a
nivel global como para debilitar demasiado el sistema. Y en lo que respecta al
número de muertos, tampoco es tan grande como para debilitar el sistema a nivel
global. Unos pocos millones de muertos entre 8.000 millones es algo
inapreciable en este aspecto. Sin embargo, mientras tanto, con confinamiento o
sin él, debido a las restricciones y al miedo al contagio, la gente pasa mucho
más tiempo encerrada en casa y enganchada a la tele y a Internet y, por tanto,
alejada no ya de la Naturaleza sino incluso de la realidad. Esto ayudará a
aclimatarles aún más a vivir una “realidad” cada vez más virtual en un entorno
cada vez más artificial y a tomar cada vez menos la realidad (y la Naturaleza)
como referencia, reforzando así su dependencia de la tecnología moderna. De
hecho, todo esto despejará el camino para que el desarrollo del sistema
tecnoindustrial avance aún más y lo haga más fácilmente. Cuantas menos
referencias no virtuales ni digitales tenga la gente, más fácilmente aceptarán
su gradual fusión con las máquinas y/o una vida en condiciones cada vez más
antinaturales, y menos les preocupará lo que se perderá por el camino (la
Naturaleza salvaje, la libre expresión de la naturaleza humana, la cultura
tradicional, la noción de qué es el ser humano, e incluso la propia biología y
el cuerpo humanos). Y, más en concreto, las vacunas, a corto plazo, y hasta que
se comiencen a ver sus muy probables contrapartidas a largo plazo (si es que se
llegan a ver y reconocer) reafirmarán la fe de la gente en la tecnología
moderna, en las tecnosoluciones, presentando al sistema tecnológico como a un
salvador, en lugar de como al causante del problema, que es lo que realmente
es. Sea como sea, todo esto no creo que traiga nada bueno. No huele nada bien.
[1]
Adaptación de un
fragmento del intercambio de correspondencia entre M. y Último Reducto (U.R.)
ocurrido el 16 de diciembre del 2020. © Copyright 2021, Último Reducto para los
fragmentos originalmente escritos por U.R.
[2] Para una discusión más
en profundidad de la evolución histórica del izquierdismo, véase por ejemplo:
Karaçam, “Izquierdismo, sistema tecnoindustrial y Naturaleza salvaje”, en
Naturaleza Indómita (https://www.naturalezaindomita.com/textos/crtica-de-la-civilizacin-y-del-sistema-tecnoindustrial/izquierdismo-sistema-tecnoindustrial-y-naturaleza-salvaje).
[3] Véase, por ejemplo,
David Quammen, Spillover (Norton
& company, 2018). [Existe traducción al castellano: Contagio, Debate, 2020].