ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA X: sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, y las dinámicas del sistema tecnoindustrial mundial.
A: ¿Qué piensa usted sobre
la actual guerra entre Ucrania y Rusia?
Para mí, esta guerra es una prueba del argumento que Ted
Kaczynski da en el capítulo 2 de Anti-Tech Revolution, que
dice que la selección natural favorece a los sistemas autopropagantes que
persiguen el beneficio a corto plazo sin preocuparse por las consecuencias a
largo plazo. Y tanto Ucrania como Rusia son dos sistemas tecnológicos que deben
ser eliminados tan pronto como sea posible.
Sin embargo, yo creo que Rusia es menos mala en este caso y
estoy a favor de Rusia. No tengo buenas razones para apoyar a Rusia.
Simplemente odio el hecho de que las grandes compañías tecnológicas de Estados
Unidos estén apoyando a Ucrania y la propaganda pro-ucraniana de todos los
medios occidentales. Y por lo menos Rusia está destruyendo las infraestructuras
tecnológico-industriales de Ucrania.
UR: En realidad no tengo
mucho interés en este conflicto y no he buscado mucha información sobre él. Así que no conozco esta guerra muy en detalle. De todos modos, puedo
decirle algunas cosas acerca de ella:
· Es
difícil saber la verdad acerca de los sucesos que se están produciendo. Hay
desinformación y propaganda sesgada por ambas partes.
· La
competencia y la selección darwinista entre sistemas autoperpetuantes y
expansivos (lo que Kaczynski llama “sistemas autopropagantes”) puede tomar
muchas formas y ser muy compleja. Las guerras son sólo una de las más
ostentosas de dichas formas. Sin embargo, la principal competencia en este
caso, en esta guerra, se está produciendo entre los Estados Unidos, la UE y la
mayoría de los países “occidentales”
industrializados por un lado y Rusia y algunos de sus aliados (algunas de las
antiguas repúblicas soviéticas, por ejemplo) por el otro (y quizá China como
una tercera parte; véase más adelante), no sólo ni principalmente entre Rusia y
Ucrania.
· Inclinarse
a favor de Rusia sólo porque uno odia la postura protecnológica de los Estados
Unidos o porque los Estados Unidos, la UE y otros países “occidentales” muy
industrializados apoyan a Ucrania, es similar a apoyar el derechismo sólo
porque uno odia el izquierdismo. No me parece una actitud muy racional (por
decirlo cortésmente). Los enemigos de nuestros enemigos no siempre son nuestros
amigos. Nuestro enemigo es el sistema tecnoindustrial y todos esos países,
independientemente del lado en que se sitúen en la guerra, son parte de este
sistema.
Y algo semejante podría decirse de la presente
tendencia generalizada a posicionarse a favor de Ucrania sólo porque
aparentemente es la víctima en este conflicto. Ser
una víctima no es siempre necesariamente lo mismo que ser bueno, tener la razón
o merecer simpatía o compasión. Los motivos para posicionarse a favor de una de
las partes (o de ninguna) deberían ser mucho más racionales y prácticos que
meramente las emociones cultural y subjetivamente sesgadas.
· El
sistema tecnoindustrial mundial está constituido por un montón de subsistemas
llamados países, pero no todos los países son igualmente poderosos o
importantes en la competencia por el poder (“poder” en el sentido de capacidad
de influir y controlar las circunstancias) y los recursos (“recursos”
en el sentido más amplio del término, es decir, espacio, poblaciones, energía y
materiales) dentro del sistema tecnoindustrial mundial. Hoy en día son
básicamente tres los bloques que tienen la hegemonía y pueden ser considerados
superpotencias mucho más influyentes e importantes que el resto de países:
1) EE.UU., la UE y el resto de países altamente
industrializados, llamados “occidentalizados” (Corea del Sur, Japón, Canadá,
Reino Unido, Australia, Israel, etc.).
2) Rusia y sus aliados.
3) China.
Y muy probablemente son
los que influirán principalmente en el desarrollo futuro del sistema tecnoindustrial mundial. Al menos
en el futuro cercano.
· Esta
guerra, como todas las guerras que implican a superpotencias, viene causada en
última instancia por la competencia por los recursos y por los intentos de
controlar el acceso a ellos o el comercio y la distribución de los mismos (o de
los productos fabricados con ellos). No deberíamos dejarnos engañar por las
pantallas de humo idealistas basadas en supuestas causas románticas de la
guerra (como los ideales humanitarios, patrióticos o nacionalistas, por
ejemplo). Este tipo de ideas románticas e idealistas son sólo un barniz para
cubrir las causas materiales reales de las guerras (o los motivos para tomar
parte en ellas). Mucho menos deberíamos creernos las explicaciones basadas en
la voluntad, la psicología o la personalidad de algunos de los líderes de las
partes implicadas (ya sabe, cosas como “Putin es un megalómano” o “Putin es un
psicópata”). De nuevo no son más que pantallas de humo. Deberíamos recordar
siempre que los sistemas socioculturales funcionan y evolucionan, sobre todo a
largo plazo y gran escala, siguiendo en
gran medida dinámicas mecánicas, ciegas, impersonales y no conscientes, fuerzas
objetivas que son en su mayor parte independientes de las voluntades
individuales. Incluso de las voluntades individuales de sus líderes.
Los líderes
han de seguir esas dinámicas y han de adaptar su comportamiento a los límites y
las restricciones impuestas por esos procesos ciegos y automáticos, y no tanto
al revés. Y si no lo hacen, acaban siendo descartados y eliminados y
reemplazados por otros líderes más funcionales que se adapten mejor y sigan las
dinámicas del sistema –la selección darwinista también actúa aquí.
En el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania,
sospecho que la guerra tiene mucho que ver con los gaseoductos que traen el gas
ruso desde Rusia a Europa occidental. Como ya he dicho, no conozco muy en detalle
la situación, de modo que no puedo explicar exactamente y detalladamente cómo
el gas está causando e influyendo en esta guerra, pero no dudo que lo esté
haciendo, y mucho. Las causas estratégicas también podrían tener un gran peso
en este conflicto (por ejemplo, para contrarrestar la supuesta expansión de la
OTAN hacia el este), pero en el fondo una causa estratégica es también una
causa material y está muy relacionada con obtener o preservar el control sobre
los recursos y el comercio.
Una hipótesis explicativa bastante posible
podría ser que la guerra de Ucrania podría ser una maniobra geopolítica
orquestada por EE.UU. con el fin de forzar a los países de la Unión Europea a
cortar su comercio (especialmente de gas natural) con Rusia para que EE.UU.
pudiese ocupar el lugar de Rusia como proveedor (es decir, vendedor) y así
mantener a la UE en gran medida dependiente económica y físicamente (es decir,
en lo que respecta a los recursos) de EE.UU. Para lograr esto, y dado que
EE.UU. sabía que Rusia no permitiría que Ucrania se uniese a la OTAN, EE.UU.
incitó a la OTAN a comenzar las negociaciones para incluir a Ucrania en su
seno, de modo que Rusia acabó invadiendo Ucrania y, entonces, EE.UU. se ha
salido con la suya en lo referente a impedir las relaciones comerciales (o al
menos obstaculizarlas en gran medida) entre los países europeos y Rusia y que
así la UE aumentase aún más su dependencia de EE.UU. al menos de momento. Ya veremos en qué acaba todo al final.
· No
se puede predecir exactamente el resultado de esta guerra, dado que el
desarrollo de los sistemas y procesos complejos es en gran medida impredecible
más allá de un horizonte de sucesos muy restringido, pero creo que es probable
que debido a este conflicto:
a) La UE, y Europa en general, acabe perdiendo
acceso a recursos, peso político y económico internacional, etc. No sólo debido
a su ubicación geográfica –los países europeos están mucho más cerca de Rusia
que los EE.UU., así que se verían directamente afectados si la guerra se
expandiese hacia el oeste-, sino sobre todo porque Europa prácticamente carece
de recursos propios, depende del comercio mundial para casi todo, de modo que
Europa está en una situación muy subordinada (de hecho lo lleva estando cada
vez más desde hace muchas décadas; al menos desde finales de la era
colonial) y si los canales comerciales
internacionales cambian debido a la guerra o si los precios suben, etc.
entonces Europa estará en una situación muy difícil. Los subsistemas (es decir,
en este caso los países o grupos de países) del sistema tecnoindustrial
mundial, sobre todo aquellos que no son superpotencias, son en la actualidad
demasiado dependientes de los demás países como para cortar real y
completamente la mayoría de sus relaciones mutuas. Las relaciones entre ellos
pueden cambiar a lo largo del tiempo, inclinándose hacia un lado u otro
dependiendo del país y de la situación, pero ningún país puede ser
completamente autosuficiente. En concreto, la relación de la UE con Rusia está
empeorando debido a la actual postura proucraniana de la mayoría de sus
miembros (aunque esto podría cambiar con el tiempo y probablemente lo haga) y
ello afectará negativamente al acceso de éstos a los recursos y mercado rusos.
La UE es demasiado dependiente materialmente de otros países o superpotencias
como para permitirse posicionarse demasiado estrictamente a favor de ninguno de
los bandos en esta guerra (me refiero a los EE.UU. y a Rusia), pero al mismo
tiempo la UE no puede mantenerse completamente neutral precisamente por la
misma razón (ya es demasiado dependiente de los Estados Unidos y muchos de sus
miembros forman parte de la OTAN). De hecho, la propia UE no es ya una
superpotencia, sólo un aliado subordinado de una superpotencia real: los EE.UU.
Visto lo visto, la postura proucraniana y antirrusa de la UE y sus sanciones
contra Rusia, si realmente son puestas en práctica y mantenidas en el tiempo y
llegan a ser algo más que gestos simbólicos y vacíos, muy probablemente
resultarán contraproducentes y acabarán dañando más a la propia UE que a Rusia.
En resumidas cuentas, Rusia necesita a
la UE mucho menos de lo que la UE necesita a Rusia (o por la misma razón, a los
EE.UU. o a China).
b) China acabe ganando acceso a recursos, peso
político y económico internacional, etc. Si el comercio y las relaciones directas
entre EE.UU. o la UE y Rusia se cortan, entonces Rusia probablemente aumente su
comercio y relaciones con China, y China a su vez comerciará con el resto del
mundo, incluidos EE.UU. y la UE, de modo que China siempre saldrá ganando, bien directamente o indirectamente, actuando
como intermediario.
c) El funcionamiento y desarrollo del sistema tecnoindustrial (mundial) tomado en su conjunto probablemente no se vea muy afectado. Al menos no de forma lo suficientemente negativa como para debilitarse profundamente o colapsar.
· Deberíamos
tener siempre muy en cuenta el trasfondo general y permanente: el desarrollo
general del sistema tecnoindustrial (mundial), y no deberíamos permitir que los
sucesos concretos, coyunturales y geográficamente/temporalmente restringidos
nos distraigan demasiado. Siempre deberíamos situar los sucesos concretos
dentro del panorama general y no centrar nuestra atención en ellos más de lo
estrictamente necesario. No deberíamos dejar que los árboles nos impidan ver el
bosque. De hecho, deberíamos ver tanto el bosque como los árboles, pero no principalmente ni sólo los árboles, sino siempre
también el bosque.
· Y
en lo que respecta a “que persiguen el beneficio a corto plazo sin preocuparse
por las consecuencias a largo plazo”, ya he comentado en otra parte que veo
algunos puntos demasiado flojos en el modo en que Kaczynski formuló y presentó
su teoría acerca de la competencia y la selección darwinistas entre los
llamados “sistemas autopropagantes” en Anti-Tech Revolution; y
éste podría ser uno de ellos. Por un lado, dada la gran impredecibilidad
inherente a los sistemas y dinámicas complejos, es en realidad imposible que
sus gestores y dirigentes actúen tomando en cuenta las consecuencias a largo
plazo, aun cuando quisiesen intentarlo, ya que nunca podrán saber exactamente
cuáles serán muchas de esas consecuencias a largo plazo. E incluso si hiciesen pronósticos acerca de las consecuencias más
probables, sus previsiones acerca de ellas fuesen acertadas e intentasen
tenerlas en cuenta, no tendrían mucho éxito, ya que la impredecibilidad
inherente a los sistemas y procesos complejos también conlleva que sean
inherentemente incontrolables en gran medida. Además del hecho, señalado por Kaczynski y
otros (como Steven LeBlanc y Katherine Register) de que, en principio, aquellos sistemas cuyos
gestores y dirigentes (o miembros en general) tuviesen en cuenta las futuras
consecuencias de su actual funcionamiento con objeto de restringirlo, se
pondrían a sí mismos en una situación de inferioridad inmediata en comparación
con aquellos sistemas cuyos líderes (o miembros) no tuviesen en cuenta las
consecuencias a largo plazo y actuasen
sólo centrándose en los beneficios a corto plazo. Por otro lado, en principio, podría haber situaciones
en las que esta regla de que los sistemas tienden a no tener en cuenta las
consecuencias a largo plazo no funcione, ya que todas las partes implicadas en
la competencia podrían ser conscientes de que podría haber probables
consecuencias negativas para todas ellas y por tanto podría ser que todas
estuviesen de acuerdo en tenerlas en cuenta y evitar que sucediesen. Y, por ejemplo, esto podría llevar ocurriendo
desde hace décadas en lo referente al uso de armas nucleares por parte de las
superpotencias y de otros países que las poseen: saben que usarlas
probablemente signifique el suicidio, o al menos resulte en un daño enorme e
inaceptable para sí mismas, de modo que tratan de no usarlas y sólo muestran
ostensiblemente que las poseen para disuadir al resto de países que también las
poseen de usar las suyas. Esta es la razón por la que digo más arriba que una
guerra mundial, aunque de hecho es posible, no es tan probable como algunos
parecen creer: no sería buena para ninguno de los subsistemas que compiten
entre sí dentro del sistema tecnoindustrial mundial. De
hecho, sería bastante mala para todos ellos y, por tanto, para el sistema
tecnoindustrial mundial en su conjunto.