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sábado, 30 de julio de 2022

INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA X: sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, y las dinámicas del sistema tecnoindustrial mundial.

 


ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA X: sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, y las dinámicas del sistema tecnoindustrial mundial.

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A: ¿Qué piensa usted sobre la actual guerra entre Ucrania y Rusia?

Para mí, esta guerra es una prueba del argumento que Ted Kaczynski da en el capítulo 2 de Anti-Tech Revolution, que dice que la selección natural favorece a los sistemas autopropagantes que persiguen el beneficio a corto plazo sin preocuparse por las consecuencias a largo plazo. Y tanto Ucrania como Rusia son dos sistemas tecnológicos que deben ser eliminados tan pronto como sea posible.

Sin embargo, yo creo que Rusia es menos mala en este caso y estoy a favor de Rusia. No tengo buenas razones para apoyar a Rusia. Simplemente odio el hecho de que las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos estén apoyando a Ucrania y la propaganda pro-ucraniana de todos los medios occidentales. Y por lo menos Rusia está destruyendo las infraestructuras tecnológico-industriales de Ucrania.

UR: En realidad no tengo mucho interés en este conflicto y no he buscado mucha información sobre él. Así que no conozco esta guerra muy en detalle. De todos modos, puedo decirle algunas cosas acerca de ella:

·      Es difícil saber la verdad acerca de los sucesos que se están produciendo. Hay desinformación y propaganda sesgada por ambas partes.

·      La competencia y la selección darwinista entre sistemas autoperpetuantes y expansivos (lo que Kaczynski llama “sistemas autopropagantes”) puede tomar muchas formas y ser muy compleja. Las guerras son sólo una de las más ostentosas de dichas formas. Sin embargo, la principal competencia en este caso, en esta guerra, se está produciendo entre los Estados Unidos, la UE y la mayoría de los países  “occidentales” industrializados por un lado y Rusia y algunos de sus aliados (algunas de las antiguas repúblicas soviéticas, por ejemplo) por el otro (y quizá China como una tercera parte; véase más adelante), no sólo ni principalmente entre Rusia y Ucrania.

·      Inclinarse a favor de Rusia sólo porque uno odia la postura protecnológica de los Estados Unidos o porque los Estados Unidos, la UE y otros países “occidentales” muy industrializados apoyan a Ucrania, es similar a apoyar el derechismo sólo porque uno odia el izquierdismo. No me parece una actitud muy racional (por decirlo cortésmente). Los enemigos de nuestros enemigos no siempre son nuestros amigos. Nuestro enemigo es el sistema tecnoindustrial y todos esos países, independientemente del lado en que se sitúen en la guerra, son parte de este sistema.

Y algo semejante podría decirse de la presente tendencia generalizada a posicionarse a favor de Ucrania sólo porque aparentemente es la víctima en este conflicto. Ser una víctima no es siempre necesariamente lo mismo que ser bueno, tener la razón o merecer simpatía o compasión. Los motivos para posicionarse a favor de una de las partes (o de ninguna) deberían ser mucho más racionales y prácticos que meramente las emociones cultural y subjetivamente sesgadas.

·   El sistema tecnoindustrial mundial está constituido por un montón de subsistemas llamados países, pero no todos los países son igualmente poderosos o importantes en la competencia por el poder (“poder” en el sentido de capacidad de influir y controlar las circunstancias) y los recursos (“recursos” en el sentido más amplio del término, es decir, espacio, poblaciones, energía y materiales) dentro del sistema tecnoindustrial mundial. Hoy en día son básicamente tres los bloques que tienen la hegemonía y pueden ser considerados superpotencias mucho más influyentes e importantes que el resto de países:

1) EE.UU., la UE y el resto de países altamente industrializados, llamados “occidentalizados” (Corea del Sur, Japón, Canadá, Reino Unido, Australia, Israel, etc.).

2) Rusia y sus aliados.

3) China.

Y muy probablemente son los que influirán principalmente en el desarrollo futuro  del sistema tecnoindustrial mundial. Al menos en el futuro cercano.

·    Esta guerra, como todas las guerras que implican a superpotencias, viene causada en última instancia por la competencia por los recursos y por los intentos de controlar el acceso a ellos o el comercio y la distribución de los mismos (o de los productos fabricados con ellos). No deberíamos dejarnos engañar por las pantallas de humo idealistas basadas en supuestas causas románticas de la guerra (como los ideales humanitarios, patrióticos o nacionalistas, por ejemplo). Este tipo de ideas románticas e idealistas son sólo un barniz para cubrir las causas materiales reales de las guerras (o los motivos para tomar parte en ellas). Mucho menos deberíamos creernos las explicaciones basadas en la voluntad, la psicología o la personalidad de algunos de los líderes de las partes implicadas (ya sabe, cosas como “Putin es un megalómano” o “Putin es un psicópata”). De nuevo no son más que pantallas de humo. Deberíamos recordar siempre que los sistemas socioculturales funcionan y evolucionan, sobre todo a largo plazo y gran escala, siguiendo  en gran medida dinámicas mecánicas, ciegas, impersonales y no conscientes, fuerzas objetivas que son en su mayor parte independientes de las voluntades individuales. Incluso de las voluntades individuales de sus líderes. Los líderes han de seguir esas dinámicas y han de adaptar su comportamiento a los límites y las restricciones impuestas por esos procesos ciegos y automáticos, y no tanto al revés. Y si no lo hacen, acaban siendo descartados y eliminados y reemplazados por otros líderes más funcionales que se adapten mejor y sigan las dinámicas del sistema –la selección darwinista también actúa aquí.

En el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania, sospecho que la guerra tiene mucho que ver con los gaseoductos que traen el gas ruso desde Rusia a Europa occidental. Como ya he dicho, no conozco muy en detalle la situación, de modo que no puedo explicar exactamente y detalladamente cómo el gas está causando e influyendo en esta guerra, pero no dudo que lo esté haciendo, y mucho. Las causas estratégicas también podrían tener un gran peso en este conflicto (por ejemplo, para contrarrestar la supuesta expansión de la OTAN hacia el este), pero en el fondo una causa estratégica es también una causa material y está muy relacionada con obtener o preservar el control sobre los recursos y el comercio.

Una hipótesis explicativa bastante posible podría ser que la guerra de Ucrania podría ser una maniobra geopolítica orquestada por EE.UU. con el fin de forzar a los países de la Unión Europea a cortar su comercio (especialmente de gas natural) con Rusia para que EE.UU. pudiese ocupar el lugar de Rusia como proveedor (es decir, vendedor) y así mantener a la UE en gran medida dependiente económica y físicamente (es decir, en lo que respecta a los recursos) de EE.UU. Para lograr esto, y dado que EE.UU. sabía que Rusia no permitiría que Ucrania se uniese a la OTAN, EE.UU. incitó a la OTAN a comenzar las negociaciones para incluir a Ucrania en su seno, de modo que Rusia acabó invadiendo Ucrania y, entonces, EE.UU. se ha salido con la suya en lo referente a impedir las relaciones comerciales (o al menos obstaculizarlas en gran medida) entre los países europeos y Rusia y que así la UE aumentase aún más su dependencia de EE.UU. al menos de momento. Ya veremos en qué acaba todo al final.

·    No se puede predecir exactamente el resultado de esta guerra, dado que el desarrollo de los sistemas y procesos complejos es en gran medida impredecible más allá de un horizonte de sucesos muy restringido, pero creo que es probable que debido a este conflicto:

a) La UE, y Europa en general, acabe perdiendo acceso a recursos, peso político y económico internacional, etc. No sólo debido a su ubicación geográfica –los países europeos están mucho más cerca de Rusia que los EE.UU., así que se verían directamente afectados si la guerra se expandiese hacia el oeste-, sino sobre todo porque Europa prácticamente carece de recursos propios, depende del comercio mundial para casi todo, de modo que Europa está en una situación muy subordinada (de hecho lo lleva estando cada vez más desde hace muchas décadas; al menos desde finales de la era colonial)  y si los canales comerciales internacionales cambian debido a la guerra o si los precios suben, etc. entonces Europa estará en una situación muy difícil. Los subsistemas (es decir, en este caso los países o grupos de países) del sistema tecnoindustrial mundial, sobre todo aquellos que no son superpotencias, son en la actualidad demasiado dependientes de los demás países como para cortar real y completamente la mayoría de sus relaciones mutuas. Las relaciones entre ellos pueden cambiar a lo largo del tiempo, inclinándose hacia un lado u otro dependiendo del país y de la situación, pero ningún país puede ser completamente autosuficiente. En concreto, la relación de la UE con Rusia está empeorando debido a la actual postura proucraniana de la mayoría de sus miembros (aunque esto podría cambiar con el tiempo y probablemente lo haga) y ello afectará negativamente al acceso de éstos a los recursos y mercado rusos. La UE es demasiado dependiente materialmente de otros países o superpotencias como para permitirse posicionarse demasiado estrictamente a favor de ninguno de los bandos en esta guerra (me refiero a los EE.UU. y a Rusia), pero al mismo tiempo la UE no puede mantenerse completamente neutral precisamente por la misma razón (ya es demasiado dependiente de los Estados Unidos y muchos de sus miembros forman parte de la OTAN). De hecho, la propia UE no es ya una superpotencia, sólo un aliado subordinado de una superpotencia real: los EE.UU. Visto lo visto, la postura proucraniana y antirrusa de la UE y sus sanciones contra Rusia, si realmente son puestas en práctica y mantenidas en el tiempo y llegan a ser algo más que gestos simbólicos y vacíos, muy probablemente resultarán contraproducentes y acabarán dañando más a la propia UE que a Rusia. En resumidas cuentas,  Rusia necesita a la UE mucho menos de lo que la UE necesita a Rusia (o por la misma razón, a los EE.UU. o a China).

b) China acabe ganando acceso a recursos, peso político y económico internacional, etc. Si el comercio y las relaciones directas entre EE.UU. o la UE y Rusia se cortan, entonces Rusia probablemente aumente su comercio y relaciones con China, y China a su vez comerciará con el resto del mundo, incluidos EE.UU. y la UE, de modo que China siempre saldrá ganando,  bien directamente o indirectamente, actuando como intermediario.

c) El funcionamiento y desarrollo del sistema tecnoindustrial (mundial) tomado en su conjunto probablemente no se vea muy afectado. Al menos no de forma lo suficientemente negativa como para debilitarse profundamente o colapsar.

·     Deberíamos tener siempre muy en cuenta el trasfondo general y permanente: el desarrollo general del sistema tecnoindustrial (mundial), y no deberíamos permitir que los sucesos concretos, coyunturales y geográficamente/temporalmente restringidos nos distraigan demasiado. Siempre deberíamos situar los sucesos concretos dentro del panorama general y no centrar nuestra atención en ellos más de lo estrictamente necesario. No deberíamos dejar que los árboles nos impidan ver el bosque. De hecho, deberíamos ver tanto el bosque como los árboles, pero no principalmente ni sólo los árboles, sino siempre también el bosque.

·   Y en lo que respecta a “que persiguen el beneficio a corto plazo sin preocuparse por las consecuencias a largo plazo”, ya he comentado en otra parte que veo algunos puntos demasiado flojos en el modo en que Kaczynski formuló y presentó su teoría acerca de la competencia y la selección darwinistas entre los llamados “sistemas autopropagantes” en Anti-Tech Revolution; y éste podría ser uno de ellos. Por un lado, dada la gran impredecibilidad inherente a los sistemas y dinámicas complejos, es en realidad imposible que sus gestores y dirigentes actúen tomando en cuenta las consecuencias a largo plazo, aun cuando quisiesen intentarlo, ya que nunca podrán saber exactamente cuáles serán muchas de esas consecuencias a largo plazo. E incluso si hiciesen pronósticos acerca de las consecuencias más probables, sus previsiones acerca de ellas fuesen acertadas e intentasen tenerlas en cuenta, no tendrían mucho éxito, ya que la impredecibilidad inherente a los sistemas y procesos complejos también conlleva que sean inherentemente incontrolables en gran medida. Además del hecho, señalado por Kaczynski y otros (como Steven LeBlanc y Katherine Register) de que, en principio, aquellos sistemas cuyos gestores y dirigentes (o miembros en general) tuviesen en cuenta las futuras consecuencias de su actual funcionamiento con objeto de restringirlo, se pondrían a sí mismos en una situación de inferioridad inmediata en comparación con aquellos sistemas cuyos líderes (o miembros) no tuviesen en cuenta las consecuencias a largo plazo  y actuasen sólo centrándose en los beneficios a corto plazo. Por otro lado, en principiopodría haber situaciones en las que esta regla de que los sistemas tienden a no tener en cuenta las consecuencias a largo plazo no funcione, ya que todas las partes implicadas en la competencia podrían ser conscientes de que podría haber probables consecuencias negativas para todas ellas y por tanto podría ser que todas estuviesen de acuerdo en tenerlas en cuenta y evitar que sucediesen.  Y, por ejemplo, esto podría llevar ocurriendo desde hace décadas en lo referente al uso de armas nucleares por parte de las superpotencias y de otros países que las poseen: saben que usarlas probablemente signifique el suicidio, o al menos resulte en un daño enorme e inaceptable para sí mismas, de modo que tratan de no usarlas y sólo muestran ostensiblemente que las poseen para disuadir al resto de países que también las poseen de usar las suyas. Esta es la razón por la que digo más arriba que una guerra mundial, aunque de hecho es posible, no es tan probable como algunos parecen creer: no sería buena para ninguno de los subsistemas que compiten entre sí dentro del sistema tecnoindustrial mundial. De hecho, sería bastante mala para todos ellos y, por tanto, para el sistema tecnoindustrial mundial en su conjunto.


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