ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA V (Parte II): sobre la Naturaleza y los seres humanos primitivos.
E.P.: He leído su libro, Con Amigos como éstos…. Me ha ayudado a aclarar las diferencias entre los puntos de
referencia de la ideología del antiindustrialismo humanista y la contraria a la
sociedad tecnoindustrial por amor a la Naturaleza salvaje. Sobre todo en lo
referente al concepto de libertad y su definición en relación a la Naturaleza
salvaje.
Aparentemente, Los
Amigos de Ludd (LAL) no eran conscientes de las diferencias entre el
anarcoprimitivismo izquierdista y las ideas
de ustedes. Quizá no sean capaces de
imaginar que alguien podría preferir una vida dura pero libre (una vida que no
tenga las características de una utopía izquierdista) y considerarla el modo de
vida más digno de ser vivido.
Todo lo que hacen esa
tropa constituida por LAL e izquierdistas antiindustriales similares es
simplemente quejarse. Vale, la sociedad industrial es mala, ¿y qué? ¿Cómo nos libramos de
ella? Parecen imaginar que es posible deconstruir
de algún modo la sociedad industrial apartándose de ella y creando comunidades
a las que daría forma el “diálogo social” (sea lo que sea que esto signifique).
Aunque creyesen realmente que las sociedades agrícolas preindustriales son un
ideal al que merece la pena aspirar y aunque se lo tomasen en serio, necesitarían
de todos modos perseguir la destrucción física de la sociedad industrial independientemente
del hecho de que no tomasen las sociedades cazadoras-recolectoras como un ideal
al que aspirar. Porque la consecuencia de este acto sería la restitución, en la
mayor parte de la superficie terrestre, de esas sociedades agrícolas
preindustriales que han generado su tan querida herencia cultural. Sin embargo, tampoco defienden
eso. Quizá porque no están seguros de si
realmente lo quieren o no. Toda su ideología, la cual ellos decoran con un
estilo pomposo, se reduce a un impasse. Aparte de quejarse por
todo.
En lo que respecta a su
debate con LAL acerca de la capacidad de autorregulación de los animales y de
su capacidad de crear condiciones psicosociales. Creo que LAL están tan absortos
en los textos clásicos que ni son conscientes de los estudios científicos
acerca de los seres humanos en particular y de los animales en general (la etología,
la neurociencia, las investigaciones hechas en diferentes especies de primates,
etc.). Las únicas fuentes que usan como puntos de referencia para definir cosas
como la libertad, la naturaleza humana, etc. son los textos humanistas
clásicos. Este es quizá el motivo por el que aún siguen aferrados a nociones
humanistas acerca de la exclusividad de la humanidad. Pasan por alto el hecho
de que lo que nos hace morales o conscientes son las capacidades biológicas innatas
y que esas capacidades innatas que son la fuente de la moralidad y de la
consciencia, han sido en su mayor parte generadas por los procesos evolutivos. Y
que la moralidad y la consciencia no son algo que se construya a partir de la
nada durante el proceso de humanización. Definen la libertad como algo que
necesita ser construido socialmente. Cuando dicen que la libertad no es algo
dado sino que es algo que necesita ser conquistado, viene a ser lo mismo que si
dijesen que no hay libertad en la naturaleza sino que la libertad es algo que
sólo puede ser construido en ciertas situaciones sociales. J.R.H. incluso llega
negar que la locomoción esté relacionada con la libertad. Hace falta un grado
considerable de “educación” humanista clásica para negar que la locomoción está
inherentemente relacionada con la libertad.
El argumento (que
también LAL usan en su invitación al debate) de que la intervención humana en
la Naturaleza es consustancial a la existencia humana y de que es imposible
diferenciar entre las intervenciones de las sociedades tecnológicas, agrícolas
y cazadoras-recolectoras es muy común entre los defensores del progreso
tecnológico. Presentan esto como la demostración del hecho de que los seres
humanos intervienen en la Naturaleza en cada nivel de existencia de los mismos y
de que esa intervención en la Naturaleza tiene una continuidad histórica desde
las sociedades cazadoras-recolectoras nómadas hasta las sociedades
tecnoindustriales. También usan el mismo argumento con los avances
tecnológicos. Ponen todas las tecnologías, desde las simples lanzas de madera a
los misiles nucleares, en la misma línea del avance histórico de la tecnología.
Y de este modo equiparan la existencia humana con la tecnología. Al hacer esto
intentan legitimar las actividades del sistema tecnoindustrial y presentarlo como
una consecuencia normal de la existencia humana.
Recientemente encontré una de las manifestaciones de este fenómeno en el
libro de Laurent Testot, Cataclysmes: Une Histoire Environmentale de L’Humanité (Payot, 2017). El autor es un periodista profesional y trabaja en lo que él
llama el campo de la Historia Global. Según Testot, tras la llegada de los seres humanos a
Australia, la flora y la fauna de ese continente cambiaron de forma masiva y se
convirtieron en un producto de la intervención humana en lugar de en el
resultado de los procesos naturales. Según Testot, el continente fue colonizado por los
seres humanos hace al menos 50.000 años. Los
primeros colonizadores vivían en un continente árido en el que, de todos modos,
en algunos lugares alrededor de ríos y lagos las estepas daban paso a grandes
bosques. Había gran número de marsupiales, entre ellos grandes herbívoros y una
cantidad proporcional de carnívoros especialistas. Wombats, canguros gigantes, “leones”
marsupiales, “lobos” marsupiales (tilacinos), diablos de Tasmania, aves
gigantes similares a avestruces, cocodrilos terrestres de cinco metros de
largo, etc. Sin embargo, tras su llegada, los seres humanos exterminaron la
mayoría de esta megafauna herbívora y todas las especies de aves gigantes. Y los grandes carnívoros marsupiales, dado de la mayoría
de sus presas habían sido exterminadas, se extinguieron a su vez. Con el
exterminio de los grandes herbívoros, las estepas fueron pasto de incendios
recurrentes. La megafauna extinta había estado consumiendo el exceso de hierba.
Sin los animales consumiendo esta hierba, los arbustos crecieron sin control y,
durante las estaciones secas, se volvieron
excesivamente vulnerables a los incendios y esto a su vez destruyó los últimos
bosques. Después
de esto, la flora de Australia fue seleccionada por y para los incendios. La Spinifex, que necesita
arder para diseminarse, se hizo la especie de gramínea dominante y el
eucalipto, debido a su resistencia al fuego, se convirtió en la especie de
árbol dominante. Por tanto, con la llegada de los seres humanos, la
biodiversidad se vio erosionada y se creó un nuevo equilibrio. De ahí en
adelante los seres humanos provocaban incendios controlados de la vegetación. Estos fuegos facilitaban el crecimiento de las raíces
y de las plantas usadas como combustible, así como la multiplicación de las
especies de caza menor. Y la consecuencia de todo ello fue que, a pesar de su
pequeño número (según Testot la población de Australia muy probablemente nunca
superó el millón de habitantes) y del estado rudimentario de su tecnología, la
huella que los aborígenes imprimieron en el continente fue bastante grande;
fueron los jardineros de Australia y este continente fue su huerto. No obstante,
Testot también dice en favor de los aborígenes que éstos alcanzaron cierto
equilibrio con su entorno y se adaptaron con éxito a la vida en el desierto.
Aun si no hubiese
exageración en estas historias y fuesen mayoritariamente ciertas, sigo creyendo
que la relación de los cazadores-recolectores con su entorno no puede ser
definida como algo externo a la Naturaleza ni como una subyugación de la misma,
sino como un proceso interno de la propia Naturaleza. Y que estas prácticas de
las sociedades cazadoras-recolectoras no pueden ser equiparadas con las
intervenciones en la Naturaleza de las
sociedades agrícolas o tecnoindustriales. Sin embargo, me parece que esta
opinión está basada en su mayor parte en juicios de valor en lugar de en
criterios objetivos.
U.R.: Yo también creo que la
“intervención” en (o, mejor dicho, modificar de algún modo y producir algunos
efectos en) su entorno es algo consustancial a los seres humanos, como lo es
para el resto de especies, y también creo que existe una continuidad en el
proceso histórico del desarrollo tecnológico y social. Y estos simplemente son
hechos evidentes, en principio completamente independientes de valores y
juicios. Aunque los hechos pueden ser, y a menudo son, interpretados y
valorados de formas diferentes (o incluso son reconocidos o pasados por alto)
según quién y para qué los interprete y evalúe, esto ya es hacer juicios de
valor. Y los juicios de valor son algo bastante independiente de las meras
descripciones de los hechos.
Los efectos directos e indirectos que los grupos humanos muy
pequeños y las herramientas muy simples hechas a mano a pequeña escala a partir
de materiales no modificados tomados directamente de la Naturaleza tienen en
los ecosistemas y en el comportamiento humano no son equiparables con los enormes
y graves efectos ecológicos y sociales, directos e indirectos, que causan las
sociedades modernas y los sistemas de herramientas (máquinas) industriales
complejos. Ni cuantitativa ni cualitativamente. Por mucho que otros seres vivos
también modifiquen su entorno en cierta medida y por mucho que ambos extremos
del espectro histórico (las sociedades humanas más primitivas y las más
modernas) pertenezcan a un solo proceso continuo y gradual de desarrollo social
y tecnológico. Comparadas con las alteraciones causadas en la Naturaleza por la
sociedad tecnoindustrial, las modificaciones que una sociedad
cazadora-recolectora nómada primitiva causa en ella son prácticamente
inapreciables en casi todos los
casos.