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sábado, 20 de febrero de 2021

SOBRE LA IDEALIZACIÓN PRIMITIVISTA DE LOS PUEBLOS PRIMITIVOS



Nota importante de Último Reducto

SOBRE LA IDEALIZACIÓN PRIMITIVISTA DE LOS PUEBLOS PRIMITIVOS[1]

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Mitos del primitivismo: una entrevista con Ted Kaczynski.

Veganarsý: Según parece, al principio eras matemático y en aquella época no pensabas lo mismo que ahora. ¿Qué te hizo cambiar de ideas? ¿Cuándo comenzaste a pensar que el problema era la civilización? ¿Puedes contar en pocas palabras por qué rechazas la civilización? ¿Cómo y cuándo decidiste irte a vivir a los bosques y dedicarte a poner bombas?

Ted Kaczynski: Una respuesta completa a estas preguntas sería demasiado larga y complicada, pero diré lo siguiente:

El proceso por el cual llegué a rechazar la modernidad y la civilización comenzó cuando yo tenía once años. A esa edad comencé a sentirme atraído por el modo de vida primitivo a consecuencia de leer acerca de la vida del hombre de Neanderthal. A lo largo de los años siguientes, hasta mi ingreso en la universidad de Harvard a la edad de dieciséis años, solía soñar con escapar de la civilización e irme a vivir a algún lugar salvaje. Durante el mismo periodo, mi desagrado hacia la vida moderna fue creciendo mientras me iba haciendo cada vez más consciente de que en la sociedad industrial las personas estaban reducidas a la condición de meros engranajes de una maquinaria, de que carecían de libertad y estaban a merced de grandes organizaciones que controlaban las condiciones en las que vivían.

Tras ingresar en la universidad de Harvard me apunté a algunos cursos de antropología, que me enseñaron más acerca de los pueblos primitivos e hicieron que anhelase adquirir algunos de los conocimientos prácticos que les permitían vivir en la naturaleza. Por ejemplo, deseaba tener sus conocimientos acerca de plantas comestibles. Pero no tuve idea de dónde adquirir ese conocimiento hasta un par de años más tarde, cuando descubrí, para mi sorpresa, que había libros acerca de plantas silvestres comestibles. El primero de tales libros que compré fue Stalking the Wild Asparagus, de Euell Gibbons, y a partir de entonces cuando volvía a casa durante los veranos, iba varias veces a la semana a la Reserva Forestal del Condado de Cook cerca de Chicago a buscar plantas comestibles. Al principio me parecía intimidante y extraño meterme totalmente solo en el bosque, lejos de cualquier carretera o camino. Pero a medida que fui conociendo el bosque y muchas de las plantas y animales que lo habitaban, el sentimiento de extrañeza fue desapareciendo y me fui sintiendo cada vez más a gusto en zonas boscosas. También fui teniendo cada vez más claro que no quería pasar toda mi vida en la civilización y que quería irme a vivir a algún lugar salvaje.

Al mismo tiempo, se me daban bien las matemáticas. Era entretenido resolver problemas matemáticos, pero en el fondo las matemáticas eran algo aburrido y vacío ya que para mí carecían de finalidad real alguna más allá del placer que obtenía de ellas. En otras palabras, eran una actividad sustitutoria. Si hubiese trabajado en matemáticas aplicadas habría contribuido al desarrollo de esa misma sociedad tecnológica que tanto odiaba, así que trabajaba únicamente en matemáticas puras. Pero las matemáticas puras eran sólo un juego. Entonces no podía entender, y sigo sin entenderlo, cómo los matemáticos pueden estar contentos dedicando toda su vida a un simple juego. Yo me sentía completamente insatisfecho con ese tipo de vida. Sabía lo que quería: irme a vivir a algún lugar salvaje. Pero no sabía cómo hacerlo. En aquellos días no existía el movimiento primitivista, ni gente aficionada a la supervivencia y cualquiera que abandonase una prometedora carrera de matemáticas para irse a vivir a los bosques o a las montañas habría sido tomado por estúpido o por loco. No conocía ni siquiera una sola persona que hubiese podido entender por qué yo quería hacer tal cosa. Así que, en el fondo de mi alma, estaba convencido de que nunca sería capaz de escapar de la civilización.

Dado que encontraba la vida moderna absolutamente inaceptable, me fui sintiendo cada vez más descorazonado hasta que, a la edad de 24 años, sufrí una especie de crisis: me sentía tan desgraciado que me daba igual vivir que morir.

Pero, al llegar a ese punto, tuvo lugar un cambio repentino: me di cuenta de que si me daba igual vivir que morir, entonces no tenía por qué temer las consecuencias de nada de lo que hiciese. Por tanto podía hacer lo que quisiese. ¡Era libre! Ése fue el gran punto de inflexión en mi vida, porque fue entonces cuando adquirí un coraje que no me ha abandonado desde entonces. Fue en esa época también cuando llegué a estar seguro de que pronto me iría a vivir a la naturaleza, fueran cuales fueran las consecuencias.

Pasé dos años impartiendo clases en la Universidad de California para ganar dinero, después abandoné mi plaza de profesor y me fui a buscar un lugar boscoso donde vivir.


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[1] Traducciones a cargo de Último Reducto de:

·      “Myths of Primitivism: an interview with Ted Kaczynski”. Entrevista realizada por el grupo turco Veganarsý y publicada en Anarchy: A Journal of Desire Armed, nº 61, Primavera-Verano, 2006. (La traducción de las preguntas es aproximada ya que el inglés de Veganarsý no es demasiado bueno).

·      Carta de Kevin Tucker en respuesta a “Myths of primitivism”. La carta original fue publicada en Anarchy: A Journal of Desire Armed, nº 62, Otoño-Invierno, 2006, páginas 72-73. Kevin Tucker es el redactor de la revista anarcoprimitivista estadounidense Species Traitor. (La presente traducción es sólo aproximada. La ineptitud tipográfica de los redactores de Anarchy unida al enrevesado estilo de expresión de Tucker hacen que realizar una traducción fiable no resulte fácil. Último Reducto recomienda a aquellos lectores que sepan inglés y tengan acceso al número correspondiente de la revista Anarchy que revisen por su cuenta el original de este texto)

·    Carta de Ted Kaczynski en respuesta a Kevin Tucker. Carta original publicada en Anarchy: A Journal of Desire Armed, nº 63, Primavera-Verano, 2007, Páginas 81-82. N. del t.

sábado, 16 de enero de 2021

EN RESUMEN

 

EN RESUMEN[a]

Por Ted Kaczynski


Para una mayor claridad, quiero enumerar aquí en forma resumida los cuatro puntos principales que he tratado de plantear en mis escritos.

 

1) El progreso tecnológico nos está llevando a un desastre inevitable. Puede que sea un desastre físico (por ejemplo, algún tipo de catástrofe ambiental), o puede que sea un desastre en lo que se refiere a la dignidad humana (reducción de la raza humana a una condición degradada y servil). Pero ciertamente se producirá un desastre de un tipo u otro a causa del continuo progreso tecnológico.

   Ésta no es una opinión excéntrica. Entre aquellos que se muestran temerosos de las probables consecuencias del progreso tecnológico están Bill Joy, cuyo artículo “Why the Future Doesn’t Need Us”1 es ya famoso, Martin Rees, autor del libro Our Final Century[b], y Richard A. Posner, autor de Catastrophe: Risk and Response[c]. Ninguno de los tres puede ser tomado en absoluto por radical ni ser considerado como alguien predispuesto a mostrarse crítico con la presente estructura social. Richard Posner es un juez conservador del Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de los Estados Unidos. Bill Joy es un reconocido genio informático y Martin Rees es Astrónomo Real de Gran Bretaña. Estas dos últimas personas, habiendo dedicado sus vidas a la tecnología, difícilmente mostrarían temores respecto a ella sin tener un buen motivo.

   A Joy, Rees y Posner les preocupa sobre todo el desastre físico y la posibilidad (bastante probable de hecho) de que los seres humanos sean suplantados por máquinas. El desastre que el progreso tecnológico implica para la dignidad humana ha sido discutido por gente como Jacques Ellul y Lewis Mumford cuyos libros son ampliamente leídos y respetados. Ninguno de ambos es considerado excéntrico, marginal, ni nada parecido.

 

2) Sólo el colapso de la civilización tecnológica moderna puede evitar el desastre. Por supuesto, el colapso de la civilización tecnológica supondrá un desastre en sí mismo. Pero cuanto más continúe expandiéndose el sistema tecnoindustrial, peor será el desastre que acabará produciéndose. Un desastre menor ahora evitaría un desastre mayor más tarde.

   El desarrollo del sistema tecnoindustrial no puede ser controlado, restringido o dirigido, ni sus efectos pueden ser reducidos en un grado sustancial. Ésta, de nuevo, no es una opinión extravagante. Muchos escritores, comenzando por Karl Marx, han señalado la importancia fundamental de la tecnología como factor determinante del curso del desarrollo de la sociedad. De hecho, han reconocido que es la tecnología la que gobierna la sociedad y no al revés. Ellul, sobre todo, ha subrayado el carácter autónomo de la tecnología, es decir, el hecho de que la tecnología moderna ha tomado vida propia y no está sujeta ya al control humano. Ellul, de todos modos, no fue el primero en llegar a esta conclusión. Ya en 1934 el pensador mejicano Samuel Ramos2 planteó claramente el principio de la autonomía tecnológica; y esta noción fue ya vislumbrada en una época tan temprana como la década de 1860 por Samuel Butler. Por supuesto, no estoy cuestionando la evidencia de que los individuos o grupos humanos pueden controlar la tecnología en el sentido de que en un momento dado pueden decidir qué hacer con un aparato tecnológico concreto. Lo que el principio de la autonomía tecnológica plantea es que el desarrollo general de la tecnología en su conjunto, y sus consecuencias sociales a largo plazo, no obedecen a ninguna forma de control por parte de los seres humanos. Por tanto, mientras la tecnología moderna siga existiendo, poco podremos hacer para moderar sus efectos.

   Una idea que automáticamente se desprende de lo anterior es que nada salvo el colapso de la sociedad tecnológica podrá evitar un gran desastre. Por tanto, si queremos defendernos contra la tecnología, la única vía de acción que podemos tomar con alguna posibilidad de que llegue a ser efectiva es esforzarnos por precipitar el colapso de la sociedad tecnológica. Aunque esta conclusión es una consecuencia obvia del principio de la autonomía tecnológica, y aunque posiblemente esté implícita en ciertas afirmaciones de Ellul, no conozco ningún escritor convencional que haya reconocido explícitamente que nuestra única salida pase por el derrumbe de la sociedad tecnológica. Esta aparente ceguera ante lo que es obvio sólo puede ser explicada como fruto de la cobardía.

   Si queremos precipitar el derrumbe de la sociedad tecnológica, entonces nuestro fin es un fin revolucionario según cualquier definición razonable de éste término. Tenemos que asumir, entonces, la necesidad de una revolución en toda regla.


3) La izquierda política es la primera línea de defensa de la sociedad tecnológica contra la revolución. De hecho, la izquierda hoy en día actúa como una especie de extintor de incendios que desactiva y apaga cualquier potencial movimiento revolucionario. ¿A qué me refiero con lo de “la izquierda”? Si alguien piensa que el racismo, el sexismo, los derechos de los homosexuales, los derechos de los animales, los derechos de los pueblos indígenas... y la “justicia social” en general están entre los problemas más importantes a los que el mundo se enfrenta actualmente, entonces es un izquierdista en el sentido en que yo uso el término. Pero, se las llame como se las llame, las personas que desactivan los movimientos revolucionarios son individuos que se sienten atraídos indiscriminadamente por todo tipo de causas: racismo, sexismo, derechos de los homosexuales, derechos de los animales, el medioambiente, la pobreza, la explotación laboral, el neocolonialismo... les da igual, todo es lo mismo para ellos. Esta gente constituye una subcultura que ha sido denominada “cultura antagonista”.3 Allá donde un movimiento de resistencia comienza a surgir, estos izquierdistas (o como se les quiera llamar) acuden en enjambres, como las moscas a la miel, hasta que sobrepasan numéricamente a los miembros originales del movimiento, se hacen con el control del mismo y lo convierten en otra facción izquierdista más, volviéndolo inofensivo de este modo. La historia de Earth First![d] es un buen ejemplo de un proceso de este tipo.4

4) Lo que se necesita es un nuevo movimiento revolucionario, dedicado a la eliminación de la sociedad tecnológica, que tome medidas para mantener alejados de él a todos los izquierdistas, así como a los diversos neuróticos, vagos, incompetentes, charlatanes e individuos con insuficiencia de autocontrol que se suelen sentir atraídos por los movimientos de resistencia en los Estados Unidos[e] hoy en día. La forma que un movimiento revolucionario debería tomar es una cuestión abierta a la discusión. Lo que sí está claro es que, para empezar, las personas que se toman en serio el problema de la tecnología deben establecer un contacto sistemático entre sí y adquirir el sentido de que tienen un propósito común; deben separarse estrictamente de la “cultura antagonista”; deben estar orientados hacia la acción práctica, sin rechazar a priori siquiera las más extremas formas de acción; y no deben tomar como meta propia nada que no sea la disolución de la civilización tecnológica.


NOTAS:

 
1) Revista Wired, abril 2000; páginas 238-262.[f]
       

2) El perfil del hombre y la cultura en México, Espasa-Calpe Mexicana, Ciudad de México, 1982 (originalmente publicado en 1934), páginas 104-105.

3) Véase Paul Hollander, The Survival of the Adversary Culture, Transaction Books, 1988.

4) El proceso es competentemente documentado por Martha F. Lee en Earth First!: Environmental Apocalypse, Syracuse University Press, 1995.


 



[a] Traducción de un fragmento del prólogo del libro de Ted Kaczynski The Road to Revolution, editado en el 2008 por la editorial suiza Xenia. [Nota del traductor].

[b] Heinemann, 2003. Hay edición en castellano: Nuestra hora Final, Crítica, 2004. [Nota del Traductor].

[c] Oxford University Press, 2005.

[d] Earth First! (¡La Tierra Primero!) es un grupo ecologista oriundo de Estados Unidos que, como su nombre indica, en su origen tenía como principio fundamental que los ecosistemas no artificiales eran lo más importante. [Nota del traductor].

[e] Kaczynski es un autor estadounidense que, normalmente, escribe para estadounidenses. Sin embargo, los lectores inteligentes y honestos no tendrán problemas a la hora de reconocer ejemplos de este tipo de gente, en España o en cualquier otro país. [Nota del traductor].

[f] Existe traducción en castellano de este artículo: “¿Por Qué el Futuro No Nos Necesita?”, en Tomar la Pastilla Roja. Ciencia, Filosofía y Religión en Matrix de Glenn Gerold Obelisco, 2005, páginas 231-270. [Nota del Traductor].

domingo, 6 de diciembre de 2020

INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA VI (PARTE II): sobre la Naturaleza, la termodinámica y el determinismo.

 


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D: Hace tiempo que he notado que usas “Naturaleza” y “Naturaleza salvaje”, para referirte a cosas diferentes. ¿Puedes ayudarme a entender cuál es la diferencia?

U.R.: Creo que esto ya lo respondí en una de mis anteriores cartas, pero voy a intentarlo de nuevo aquí.

La Naturaleza es el mundo no artificial, o sea, todo lo que no es artificial (siendo lo artificial aquello “hecho por los seres humanos”). La Naturaleza salvaje es todo lo que no es artificial y, además, es autónomo (siendo lo autónomo aquello “que tiene y sigue sus propias dinámicas y procesos”; en términos más prácticos y concretos, aquello cuyo funcionamiento no está controlado o interferido por los seres humanos o por sistemas hechos por seres humanos). Para que algo sea salvaje, ha de ser ambas cosas, natural (en el sentido de no artificial; es decir, formar parte del mundo no artificial) y autónomo, simultáneamente. De modo que la Naturaleza es la parte de la realidad (del mundo, del Cosmos, de la Physis, del Universo, o como lo quieras llamar) que no es artificial. La Naturaleza salvaje es la parte de la Naturaleza que es autónoma.

Lo siguiente son unos diagramas que pueden ayudar de forma gráfica a entender mejor y ordenar estos conceptos:

 



Diagrama (A): Las cuatro categorías existentes en la realidad y sus relaciones. La realidad está constituida por la Naturaleza y por el mundo artificial. La Naturaleza y el mundo artificial son mutuamente excluyentes. La Naturaleza está constituida por (1) y (2). El mundo artificial está constituido por (3) y (4).



Diagrama (B). Categorías básicas referentes al carácter salvaje (es decir, las diferentes combinaciones entre el carácter natural –o su inverso: la artificialidad- y la autonomía). 


Si una cosa no es ni artificial ni autónoma (1), forma parte de la Naturaleza, pero no de la Naturaleza salvaje. Si no es artificial y es autónoma (2), es salvaje (forma parte de la Naturaleza salvaje). Si es artificial y no es autónoma (3), no forma parte de la Naturaleza en absoluto (y por tanto tampoco de la Naturaleza salvaje). Si es artificial y es autónoma (4), no forma tampoco parte de la Naturaleza (ni de la Naturaleza salvaje).

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INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA VI (PARTE I): sobre libros interesantes, metafísica y más.

 


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VI (PARTE I): sobre libros interesantes, metafísica y más.

 

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D.: He leído The Human Zoo de Desmond Morris recientemente. Como solemos decir en Grecia, “da un golpe en el clavo y otro en la herradura”. Me refiero a que sus conclusiones son incoherentes respecto a lo que implican sus premisas (como tú bien señalas que ocurre con muchos autores) y sus análisis son a veces descabellados, pero gran parte del libro es correcta; en concreto los puntos acerca de que tribus más pequeñas, con sus propias jerarquías, surgen dentro de la supertribu y de la necesidad obsesiva de usar la increíble cantidad de tiempo libre de que se dispone en el mundo moderno, como les sucede a los animales en los zoos. Sin embargo, también le faltan muchos datos. Leer a Diamond y Pinker me parece mucho más útil, ya que conjeturan mucho menos que Morris y manejan muchos más datos, aunque sus conclusiones sean incoherentes también.

También me gustó un artículo que leí de Tomislav Markus. Leeré más escritos suyos en un futuro. Si tienes alguna otra sugerencia, me gustaría escucharla.

U.R.: The Human Zoo es un libro interesante. En este libro Morris acertó bastante en lo que se refiere a algunas ideas importantes (Kaczynski tomó algunas de ellas como referencia para sus ideas acerca del proceso de poder y las actividades sustitutorias). Y no era para nada políticamente correcto (en el sentido que tiene hoy en día la corrección política –es decir, valores izquierdistas-; aunque ciertamente era “políticamente correcto” según los estándares de la corrección política de aquella época –es decir, según los principales valores imperantes en la sociedad de aquella época-), lo cual es otra cosa que me gusta de este libro. Has de tener en cuenta que Morris escribió el libro en 1969 y que Diamond y Pinker son autores bastante posteriores. Morris tiene libros más recientes como The Naked Woman, The Naked Man y otros. He leído también The Naked Ape y The Naked Man. Y, sí, Morris es bastante “especulativo”. Y, al igual que Diamond y Pinker, y muchos otros autores, es demasiado cobarde y leal al sistema como para extraer todas las conclusiones lógicas de sus conocimientos, descubrimientos y teorías. De hecho, Pinker incluso tiene libros defendiendo abiertamente el progreso y la sociedad tecnoindustrial. Y Diamond es un reformista que piensa que este desastre se puede arreglar con buena voluntad, leyes y tecnología “verde”. 

Markus era diferente. Era materialista y lo suficientemente valiente como para rechazar abiertamente la civilización y la sociedad tecnoindustrial. Normalmente acertaba bastante, aunque no siempre ni del todo. Por ejemplo, justo antes de su muerte en el 2010 escribió un artículo, “The Great Turning Point”, en el cual cometió algunos errores serios como defender y simpatizar con el movimiento para la Transición Medioambiental (que es reformista y en realidad intenta salvar la civilización “pintándola de verde”) o creer en las predicciones de los creyentes en el “pico del petróleo”.


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domingo, 6 de septiembre de 2020

INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA V (Parte III): sobre la democracia y el capitalismo.

 



ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA V (Parte III): 
sobre la democracia y el capitalismo.

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E.P.: En su libro también había un comentario acerca de la democracia. La mención de la democracia que usted hace en el libro se produce en un contexto diferente y estoy de acuerdo con lo que dice usted. Sin embargo, me gustaría decir algo acerca de la democracia desde una perspectiva diferente. Usted dice en el libro que, defender la democracia como valor no sólo es un error filosófico sino también práctico. Yo debería aclarar primero lo que entiendo por democracia. Por democracia entiendo un método de gestión de las sociedades complejas; sean las democracias representativas de las sociedades tecnoindustriales o sean las “democracias directas” de las ciudades-estado griegas de la Antigüedad. La “autogestión” de las sociedades cazadoras-recolectoras nómadas (cada miembro de la comunidad puede influir en las decisiones relativas al conjunto de la comunidad) no puede ser equiparada con los métodos de gestión democrática  de las sociedades civilizadas complejas. Las prácticas de gestión de estas sociedades complejas vienen determinadas por su extensión y su complejidad. Mientras el sistema tecnoindustrial exista lo que tendremos será una sociedad grande y compleja y las decisiones que necesiten ser tomadas en esta sociedad habrán de ser tomadas en cualquier caso de forma burocrática. Y la democracia representativa es uno de los métodos posibles de gestión burocrática. Los socialdemócratas, los situacionistas, los anarquistas y otros izquierdistas antiestalinistas parecen creer que, es posible aplicar de algún modo la democracia directa en las sociedades complejas modernas. Esto es simplemente ridículo. Toman como ideal las ciudades-estado griegas que utilizaban la “democracia directa” como método de gestión. Sin embargo, esta forma de sociedad es también completamente contraria a los valores de la Naturaleza salvaje. Por consiguiente es cierto que un movimiento en contra del sistema tecnoindustrial no debería defender la democracia.

U.R.: En lo que respecta a las razones filosóficas o teóricas para no defender la democracia a las que me refería en Con Amigos…, yo desprecio cualquiera de los significados del término “democracia”: el uso del voto para elegir dirigentes y líderes; el uso del voto para tomar decisiones colectivamente (por ejemplo, los referéndum); el reconocimiento general de los llamados derechos y “libertades” (derechos humanos, libertades civiles, estado de derecho, constitucionalismo, etc.) por parte del estado; el uso del término “democracia” como un cliché vacío para adornar discursos políticos oportunistas y engatusar a las masas; etcétera. O, como suele suceder, cualquier mezcla de varios de estos significados.

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INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA V (Parte II): sobre la Naturaleza y los seres humanos primitivos.


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sobre la Naturaleza y los seres humanos primitivos.

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E.P.: He leído su libro, Con Amigos como éstos…. Me ha ayudado a aclarar las diferencias entre los puntos de referencia de la ideología del antiindustrialismo humanista y la contraria a la sociedad tecnoindustrial por amor a la Naturaleza salvaje. Sobre todo en lo referente al concepto de libertad y su definición en relación a la Naturaleza salvaje.  

Aparentemente, Los Amigos de Ludd (LAL) no eran conscientes de las diferencias entre el anarcoprimitivismo izquierdista y las  ideas  de ustedes. Quizá no sean capaces de imaginar que alguien podría preferir una vida dura pero libre (una vida que no tenga las características de una utopía izquierdista) y considerarla el modo de vida más digno de ser vivido.  

Todo lo que hacen esa tropa constituida por LAL e izquierdistas antiindustriales similares es simplemente quejarse. Vale, la sociedad industrial es mala, ¿y qué? ¿Cómo nos libramos de ella? Parecen imaginar que es posible deconstruir de algún modo la sociedad industrial apartándose de ella y creando comunidades a las que daría forma el “diálogo social” (sea lo que sea que esto signifique). Aunque creyesen realmente que las sociedades agrícolas preindustriales son un ideal al que merece la pena aspirar y aunque se lo tomasen en serio, necesitarían de todos modos perseguir la destrucción física de la sociedad industrial independientemente del hecho de que no tomasen las sociedades cazadoras-recolectoras como un ideal al que aspirar. Porque la consecuencia de este acto sería la restitución, en la mayor parte de la superficie terrestre, de esas sociedades agrícolas preindustriales que han generado su tan querida herencia cultural. Sin embargo, tampoco defienden eso. Quizá porque no están seguros de si realmente lo quieren o no. Toda su ideología, la cual ellos decoran con un estilo pomposo, se reduce a  un impasse.  Aparte de quejarse por todo.

En lo que respecta a su debate con LAL acerca de la capacidad de autorregulación de los animales y de su capacidad de crear condiciones psicosociales. Creo que LAL están tan absortos en los textos clásicos que ni son conscientes de los estudios científicos acerca de los seres humanos en particular y de los animales en general (la etología, la neurociencia, las investigaciones hechas en diferentes especies de primates, etc.). Las únicas fuentes que usan como puntos de referencia para definir cosas como la libertad, la naturaleza humana, etc. son los textos humanistas clásicos. Este es quizá el motivo por el que aún siguen aferrados a nociones humanistas acerca de la exclusividad de la humanidad. Pasan por alto el hecho de que lo que nos hace morales o conscientes son las capacidades biológicas innatas y que esas capacidades innatas que son la fuente de la moralidad y de la consciencia, han sido en su mayor parte generadas por los procesos evolutivos. Y que la moralidad y la consciencia no son algo que se construya a partir de la nada durante el proceso de humanización. Definen la libertad como algo que necesita ser construido socialmente. Cuando dicen que la libertad no es algo dado sino que es algo que necesita ser conquistado, viene a ser lo mismo que si dijesen que no hay libertad en la naturaleza sino que la libertad es algo que sólo puede ser construido en ciertas situaciones sociales. J.R.H. incluso llega negar que la locomoción esté relacionada con la libertad. Hace falta un grado considerable de “educación” humanista clásica para negar que la locomoción está inherentemente relacionada con la libertad.

El argumento (que también LAL usan en su invitación al debate) de que la intervención humana en la Naturaleza es consustancial a la existencia humana y de que es imposible diferenciar entre las intervenciones de las sociedades tecnológicas, agrícolas y cazadoras-recolectoras es muy común entre los defensores del progreso tecnológico. Presentan esto como la demostración del hecho de que los seres humanos intervienen en la Naturaleza en cada nivel de existencia de los mismos y de que esa intervención en la Naturaleza tiene una continuidad histórica desde las sociedades cazadoras-recolectoras nómadas hasta las sociedades tecnoindustriales. También usan el mismo argumento con los avances tecnológicos. Ponen todas las tecnologías, desde las simples lanzas de madera a los misiles nucleares, en la misma línea del avance histórico de la tecnología. Y de este modo equiparan la existencia humana con la tecnología. Al hacer esto intentan legitimar las actividades del sistema tecnoindustrial y presentarlo como una consecuencia normal de la existencia humana.  

Recientemente encontré una de las manifestaciones de este fenómeno en el libro de Laurent Testot, Cataclysmes: Une Histoire Environmentale de L’Humanité (Payot, 2017). El autor es un periodista profesional y trabaja en lo que él llama el campo de la Historia Global. Según Testot, tras la llegada de los seres humanos a Australia, la flora y la fauna de ese continente cambiaron de forma masiva y se convirtieron en un producto de la intervención humana en lugar de en el resultado de los procesos naturales. Según Testot, el continente fue colonizado por los seres humanos hace al menos 50.000 años. Los primeros colonizadores vivían en un continente árido en el que, de todos modos, en algunos lugares alrededor de ríos y lagos las estepas daban paso a grandes bosques. Había gran número de marsupiales, entre ellos grandes herbívoros y una cantidad proporcional de carnívoros especialistas. Wombats, canguros gigantes, “leones” marsupiales, “lobos” marsupiales (tilacinos), diablos de Tasmania, aves gigantes similares a avestruces, cocodrilos terrestres de cinco metros de largo, etc. Sin embargo, tras su llegada, los seres humanos exterminaron la mayoría de esta megafauna herbívora y todas las especies de aves gigantes. Y los grandes carnívoros marsupiales, dado de la mayoría de sus presas habían sido exterminadas, se extinguieron a su vez. Con el exterminio de los grandes herbívoros, las estepas fueron pasto de incendios recurrentes. La megafauna extinta había estado consumiendo el exceso de hierba. Sin los animales consumiendo esta hierba, los arbustos crecieron sin control y, durante las estaciones secas, se  volvieron excesivamente vulnerables a los incendios y esto a su vez destruyó los últimos bosques. Después de esto, la flora de Australia fue seleccionada por y para los incendios. La Spinifex, que necesita arder para diseminarse, se hizo la especie de gramínea dominante y el eucalipto, debido a su resistencia al fuego, se convirtió en la especie de árbol dominante. Por tanto, con la llegada de los seres humanos, la biodiversidad se vio erosionada y se creó un nuevo equilibrio. De ahí en adelante los seres humanos provocaban incendios controlados de la vegetación. Estos fuegos facilitaban el crecimiento de las raíces y de las plantas usadas como combustible, así como la multiplicación de las especies de caza menor. Y la consecuencia de todo ello fue que, a pesar de su pequeño número (según Testot la población de Australia muy probablemente nunca superó el millón de habitantes) y del estado rudimentario de su tecnología, la huella que los aborígenes imprimieron en el continente fue bastante grande; fueron los jardineros de Australia y este continente fue su huerto. No obstante, Testot también dice en favor de los aborígenes que éstos alcanzaron cierto equilibrio con su entorno y se adaptaron con éxito a la vida en el desierto.

Aun si no hubiese exageración en estas historias y fuesen mayoritariamente ciertas, sigo creyendo que la relación de los cazadores-recolectores con su entorno no puede ser definida como algo externo a la Naturaleza ni como una subyugación de la misma, sino como un proceso interno de la propia Naturaleza. Y que estas prácticas de las sociedades cazadoras-recolectoras no pueden ser equiparadas con las intervenciones  en la Naturaleza de las sociedades agrícolas o tecnoindustriales. Sin embargo, me parece que esta opinión está basada en su mayor parte en juicios de valor en lugar de en criterios objetivos.

U.R.: Yo también creo que la “intervención” en (o, mejor dicho, modificar de algún modo y producir algunos efectos en) su entorno es algo consustancial a los seres humanos, como lo es para el resto de especies, y también creo que existe una continuidad en el proceso histórico del desarrollo tecnológico y social. Y estos simplemente son hechos evidentes, en principio completamente independientes de valores y juicios. Aunque los hechos pueden ser, y a menudo son, interpretados y valorados de formas diferentes (o incluso son reconocidos o pasados por alto) según quién y para qué los interprete y evalúe, esto ya es hacer juicios de valor. Y los juicios de valor son algo bastante independiente de las meras descripciones de los hechos.

Los efectos directos e indirectos que los grupos humanos muy pequeños y las herramientas muy simples hechas a mano a pequeña escala a partir de materiales no modificados tomados directamente de la Naturaleza tienen en los ecosistemas y en el comportamiento humano no son equiparables con los enormes y graves efectos ecológicos y sociales, directos e indirectos, que causan las sociedades modernas y los sistemas de herramientas (máquinas) industriales complejos. Ni cuantitativa ni cualitativamente. Por mucho que otros seres vivos también modifiquen su entorno en cierta medida y por mucho que ambos extremos del espectro histórico (las sociedades humanas más primitivas y las más modernas) pertenezcan a un solo proceso continuo y gradual de desarrollo social y tecnológico. Comparadas con las alteraciones causadas en la Naturaleza por la sociedad tecnoindustrial, las modificaciones que una sociedad cazadora-recolectora nómada primitiva causa en ella son prácticamente inapreciables en casi todos los casos. 


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sábado, 5 de septiembre de 2020

INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA V (Parte I): sobre ciertas posturas “críticas” con el desarrollo tecnológico.

 


ADAPTACIONES DE FRAGMENTOS DE VARIOS INTERCAMBIOS DE CORRESPONDENCIA V (Parte I): sobre ciertas posturas “críticas” con el desarrollo tecnológico.

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E.P.: Industrial Society and Its Future (ISAIF) es el único texto de Kaczynski que está disponible en Turco en formato impreso. “The System's Neatest Trick y “Hit Where It Hurts” están disponibles en turco on line. ISAIF ha sido publicado en Turquía por una editorial anarquista izquierdista. Han incluido un ridículo apéndice titulado “Kaczynski es en realidad John Wayne”. Su catálogo incluye libros como: The One-Straw Revolution (Masanobu Fukuoka), Future Primitive (John Zerzan), obras de Kropotkin, Proudhon, Bookchin, etc. Los otros dos textos disponibles también han sido publicados por un fanzine on line izquierdista. Uno se pregunta porqué han decidido publicar en concreto “The System’s Neatest Trick”, cuando el objetivo principal de este texto es desenmascarar la pseudocrítica del sistema que realiza la izquierda, y que es exactamente lo que ese fanzine está haciendo. Quizá lo hagan debido a su permanente necesidad de unirse a cualquier cosa que tenga tintes rebeldes.

Podría asumirse en un principio que, aunque esos textos sean publicados por los izquierdistas, esto de todos modos podría ayudar a propagar las ideas contra la sociedad technoindustrial. Sin embargo, usted ya sabe muy bien lo que esto implica. Debido a que los izquierdistas publican esos textos, éstos quedan vinculados a la ideología izquierdista. Y así, la gente que entra de este modo en contacto con las ideas no izquierdistas contra el sistema tecnoindustrial confunde estas ideas con las ideas izquierdistas. De este modo, resulta más difícil para ellos darse cuenta de las diferencias fundamentales entre las dos posturas. En algunos casos podría ser incluso peor, las personas que sean particularmente reacias a las ideas izquierdistas evitarán totalmente esas publicaciones y perderán la oportunidad de conocer la crítica no izquierdista del sistema tecnoindustrial debido a esa aparente asociación.

Y me parece que esto es lo que ha ocurrido con las ideas de Kaczynski en Turquía. Por lo que yo sé, Kaczynski es conocido en Turquía como un ecoanarquista excéntrico. Nunca he oído a nadie discutir sus ideas de forma seria. Y, como he dicho, las únicas referencias que se pueden encontrar se producen en círculos izquierdistas. A nivel más general, es también muy difícil encontrar en Turquía ninguna idea seria y bien fundamentada que sea crítica con la tecnología. Aquí la mayoría de la gente aún cree en el progreso. Puede que esto se deba a que aún se sigue considerando que Turquía es un país en vías de desarrollo. Las ideas en contra del progreso y críticas con la tecnología comenzaron a aparecer en Occidente tras la Segunda Guerra Mundial. Así que puede que sea necesario que las enormes consecuencias sociales del progreso tecnológico se manifiesten para que aparezca una actitud crítica acerca de la tecnología. Esto llevó cerca de 150 años en Occidente. Puede que a medida que Turquía vaya alcanzando el nivel de desarrollo de Occidente vaya apareciendo aquí cada vez más gente crítica con la tecnología.

U.R.: Dice usted que los izquierdistas turcos publican textos de Kaczysnki, incluso aquellos textos que muestran claramente una postura antiizquierdista, quizá debido a su permanente necesidad de unirse a cualquier cosa que tenga tintes rebeldes. Bueno, desgraciadamente esto no es un fenómeno exclusivamente turco, sino que lleva sucediendo a nivel mundial desde que Kaczynski fue detenido en 1996; incluso en los EE.UU., el país del propio Kaczynski. Y las causas de ello no sólo son la necesidad de muchos izquierdistas de unirse a cualquier cosa que parezca ser rebelde (esta es una causa muy importante, pero no la única), sino también que el mismo Kaczynski cometió el error de identificarse con el anarquismo pública y abiertamente. Hoy en día, por lo que sé, afortunadamente, se ha percatado de dicho error y lo ha admitido. Sin embargo, probablemente sea ya demasiado tarde para que pueda librarse de todos esos indeseables izquierdistas que se han identificado con él y se han sentido atraídos por sus obras, y especialmente por su imagen pública como “anarquista”.


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